Equipo Designación gigante

Conflictos, besos y flores Inesperadas

Dos días pasaron.

Uno fue cuando volvió del búnker, herido y agotado, quedándose bajo el cuidado de K. Fue el día en que llegó DJ.

El otro día, pasó en el bunker explicando todo, su sistema en recuperación, esperando que todo volviera a ser estable.

Durante ese tiempo, quedo atrapado en una reflexión. Se sentía débil. Demasiado débil.

Pero al fin, sus sistemas se restablecieron. Sus ojos azules, tan característicos, brillaron con vida otra vez.

Con su visor partido a la mitad resplandeciendo en un azul apagado, se levantó con dificultad. Apenas avanzó unos pasos antes de desplomarse, pero se reincorporó de inmediato.

Sus brazos encontraron instintivamente al niño alien-lagarto que lo observaba pacientemente mientras dormía. Atom lo sostuvo con firmeza, abrazándolo contra su pecho. Necesitaba un momento a solas.

Después de todo lo que había pasado, había una pregunta que lo atormentaba. ¿Qué debía hacer con DJ?

¿Destruirla... o ayudarla?

Atom ya había sido un monstruo en el pasado. Creía que convertirse en el héroe que el mundo necesitaba sería su camino a la redención. Pero ahora dudaba.

No sabía qué dirección tomar.

Sabía que debía irse de ese planeta. Su deber era encontrar a los humanos, ser su salvador. Luchar por ellos, destruir a sus enemigos. Luego descansar. Y después... los traidores, aquellos que buscan más poder, provocarían otra guerra.

Un ciclo sin fin.

Él nunca pidió esto.

Nunca pidió ser una anomalía, una copia de los que lo rodean, un símbolo de esperanza.

Atom era un robot de sparring, no un guerrero.

Pero debía ser fuerte.
Debía ser el campeón del pueblo.
Debía ser el héroe que salvó a Max y a Charlie cuando más lo necesitaban.

Debía soportarlo todo.

Todo el dolor.

No quería que nadie más cargara con lo que él estaba soportando.

Y, sin embargo... si tan solo tuviera un cuerpo mejor, todo sería más fácil. O mejor dicho si volviera usar esa habilidad todo seria mas facil.

Pero no.

Simplemente No.

Si cambiaba de cuerpo, corría el riesgo de perder sus recuerdos. De olvidar quién era.

Y si se volvía más fuerte, matar sería más fácil. Y él no quería ser un asesino.

Solo quería acabar con la Singularidad, con el monstruo que los tenía esclavizados.

Porque él es un robot de sparring
.
Está diseñado para recibir golpes.

Para resistir.

Ya sea golpes físicos como golpes emocionales.

Podrá soportarlo... ¿no?

Porque ya no le queda nada.

Si no es el más fuerte, será reemplazado otra vez.
Y no quiere volver a sentirse pequeño y débil ante el mundo.

Pero ahora... ¿qué debía hacer?

— Me daré un tiempo a solas —Dijo Atom en un tono seco a sus amigos— No sé por qué trajeron a un robot desconocido a nuestro refugio. Es peligroso.