capitulo 54

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La noche cubría la ciudad con un manto de silencio, apenas interrumpido por el suave murmullo del viento entre los árboles. En un parque casi desierto, Akane se encontraba sentada en un banco de madera, abrazando sus propias rodillas mientras las lágrimas corrían sin control por sus mejillas. Llevaba la misma ropa con la que había huido del hotel horas atrás, luego de escuchar la conversación entre Isagi y Rin sobre lo que había sucedido con Akari en el boliche.

Akane (pensando en voz baja): ¿Por qué… por qué tenía que ser así? ¿Por qué lo escuché decir que estuvo con otra?

Recordaba cada palabra, cada segundo en que se escondió tras la puerta de la habitación de Rin. Isagi le había contado a su hermano lo que ocurrió en aquella noche de fiesta: cómo terminó con Akari, la chica rubia, en su departamento. Lo peor de todo fue escuchar la forma tan despreocupada en que lo describía, como si no significara nada importante. Sentía su corazón destrozado, porque ella había albergado la esperanza de que Isagi pudiera fijarse en ella.

Mientras se sumía en su tristeza, escuchó pasos que se acercaban. Alzó la vista y distinguió la silueta de Isagi, quien llevaba una lata de refresco en la mano. El chico, con el rostro sombrío, se detuvo frente a ella, indeciso.

Isagi (susurrando): Akane…

Akane no respondió, bajó la mirada de nuevo. Isagi se sentó a su lado en el banco, manteniendo cierta distancia. Lentamente le extendió la lata de coca.

Isagi: Te traje esto. No sabía qué más hacer.

Akane levantó la vista, vio la lata y dudó un momento antes de tomarla. Abrió el refresco, pero apenas bebió un sorbo. Sus ojos seguían húmedos y su respiración temblorosa.

Akane (hablando con voz entrecortada): ¿Por qué viniste?

Isagi se quedó en silencio unos segundos, buscando las palabras adecuadas. Recordaba perfectamente cómo, después de contarle todo a Rin, se dio cuenta de que Akane había salido corriendo. Bachira, preocupado, le contó que la vio llorando por los pasillos, pero no la alcanzó a detener. Fue entonces que Isagi decidió buscarla, aunque no estaba seguro de qué decirle.

Isagi: Me enteré de que estabas mal… y quería asegurarme de que estuvieras bien. No quiero que sufras así.

Akane dejó escapar una risa amarga, negando con la cabeza. Apretó la lata de coca con fuerza, casi deformándola.

Akane: No sabés nada, Isagi. No sabés cuánto me duele esto.

Isagi sintió un nudo en la garganta. Recordó lo sucedido en el hotel, cómo Akane había estado tan dispuesta a defenderlo, incluso peleando con Anri. Y sin embargo, él había terminado contando su aventura con Akari de forma tan despreocupada. No imaginó que Akane estuviera escuchando.

Isagi (bajando la mirada): Lo siento… De verdad, no quería lastimarte. Fue algo que pasó… no sé ni cómo explicarlo.

Akane cerró los ojos con fuerza, intentando contener las lágrimas que amenazaban con volver a salir.

Akane: Vos… vos me gustás desde hace mucho tiempo. Lo supe desde que te vi jugar, desde que te vi esforzarte en Blue Lock. Cada vez que te veía entrenar, cada vez que hablabas con esa pasión sobre el fútbol, sentía que mi corazón se aceleraba. Pero… me duele demasiado ver que, para vos, solo soy alguien más.

Isagi notó que las manos de Akane temblaban. De pronto, ella levantó la vista y lo miró fijamente, con los ojos empapados en lágrimas.

Akane: Me cansé de callármelo. Isagi, te amo. Aunque me duela, tenía que decírtelo.

El silencio del parque se hizo aún más profundo. Isagi sintió como si el tiempo se hubiera detenido, y su corazón se comprimió al ver a Akane tan vulnerable. Durante unos segundos, contempló su rostro enrojecido por el llanto, sus labios temblorosos y la determinación en sus ojos. Sabía que no podía corresponderle del modo que ella deseaba.

Isagi (con voz baja y temblorosa): Akane… yo… lo siento. No puedo darte lo que pedís. Amo a otra persona.

La frase cayó como un puñal. Akane abrió los ojos con incredulidad, y todo su cuerpo se estremeció. Sintió que sus piernas perdían fuerza y que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Por un instante, pareció que iba a derrumbarse ahí mismo, en el banco del parque.

Akane (en un susurro casi inaudible): ¿A otra persona…?

Isagi asintió lentamente, incapaz de mirarla a los ojos. Su propia voz se quebró al pronunciar esas palabras, porque sabía el daño que le causaban.

Akane no pudo contenerse más. Se lanzó sobre Isagi, abrazándolo con fuerza. Escondió el rostro en su pecho y dejó que las lágrimas cayeran sin parar. Sus manos se aferraron a la espalda de él, como si temiera que se fuera a desvanecer.

Akane: Déjame… déjame quedarme así un momento, por favor…

Isagi no supo qué hacer, más que rodearla con sus brazos y sostenerla mientras lloraba. Sintió su cuerpo temblar, sintió su dolor traspasarlo, y no pudo evitar soltar unas cuantas lágrimas también. Permanecieron así, en silencio, mientras la noche seguía avanzando y el frío aumentaba, pero ninguno se movió de ese banco.

Akane (hablando entre sollozos): ¿Por qué… por qué no puedo ser yo esa persona a la que amás?

Isagi apretó los labios. No quería responder, porque sabía que cualquier palabra solo haría el momento más difícil. Simplemente la mantuvo cerca, escuchando su llanto apagarse poco a poco.

Pasaron varios minutos antes de que Akane se separara un poco, con los ojos rojos y la respiración agitada. Levantó la cabeza y lo miró, intentando esbozar una sonrisa triste.

Akane: No te preocupes… voy a superarlo, de alguna forma.

Isagi bajó la mirada, sintiendo un peso enorme sobre sus hombros. El dolor de Akane era evidente, y él se sentía culpable, aunque no pudiera hacer nada para cambiar lo que sentía.

Isagi: Te prometo que no voy a ignorarte ni a tratarte diferente. Quiero que sigamos llevándonos bien, aunque sé que esto no te consuela.

Akane soltó un suspiro y cerró los ojos un instante, como si estuviera reuniendo fuerzas.

Akane: Supongo que no hay otra opción. Pero gracias… gracias por ser honesto conmigo.

Los dos se quedaron un rato más en silencio, mirando las estrellas que brillaban en el cielo. El frío de la noche los envolvía, pero la calidez del abrazo que habían compartido seguía ahí, flotando en el aire.

Finalmente, Akane se levantó. Se limpió las lágrimas y tomó aire con fuerza, intentando recomponerse.

Akane: Deberíamos irnos. Es tarde.

Isagi asintió, poniéndose de pie. Caminaron juntos hacia la salida del parque, sin decir mucho más. Al llegar a la calle principal, Akane se despidió de él con un leve gesto de la mano y se alejó, sus pasos resonando en la acera mientras la luz de las farolas delineaba su figura cada vez más distante.

Isagi la observó hasta que desapareció. Sintió un vacío en el pecho, una mezcla de culpa y alivio por haber aclarado la situación, aunque la tristeza de Akane pesaba en su conciencia. Se dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso a casa, sabiendo que, a partir de ese momento, las cosas con Akane jamás volverían a ser como antes.

Continuará...

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Me gusta mucho escribir está historia y la verdad que en unos cap ya terminé se siente feo y la verdad la continuaré con otro prota.

anri x isagi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora