Un Nuevo Comienzo

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Addison observó el vasto mar desde la ventana de su habitación en el castillo de Coralia. Las olas se mecían suavemente bajo la luz del sol, reflejando destellos dorados en la superficie azul. Siempre había amado esa vista, la misma que la había acompañado desde su infancia. Desde pequeña, su vida había transcurrido entre las seguras paredes del castillo, rodeada de amor y cuidado. Sus padres, el rey Eric y la reina Ariel, la habían protegido de cualquier peligro, asegurándose de que creciera con todo lo que necesitaba.

Sin embargo, Addison siempre había sentido que algo le faltaba. Su mundo, aunque hermoso, era pequeño. Sus únicos amigos de verdad habían sido Ben, su leal compañero desde la infancia, y Jane, la hija del Hada Madrina, quien siempre la hacía reír. Pero ahora, todo eso estaba a punto de cambiar.

Hoy partiría a Auradon, donde comenzaría una nueva etapa en su vida. Por primera vez, conocería a más jóvenes de su edad, aprendería en una escuela de verdad y, lo más emocionante de todo, recibiría a los hijos de los villanos desterrados en la Isla de los Perdidos. Addison apoyaba por completo la decisión de Ben de darles una oportunidad. No creía que los hijos debieran pagar por los errores de sus padres. Si a ella se le permitía vivir libremente a pesar de su linaje real, ¿por qué ellos no podían hacer lo mismo?

Suspiró mientras empacaba sus cosas, asegurándose de llevar lo esencial. Justo cuando terminaba de guardar sus últimos vestidos, llamaron a la puerta.

—¿Sí? —preguntó, acercándose para abrir.

Era una de las mucamas del castillo, quien le dedicó una leve reverencia antes de hablar.

—Su Alteza, la reina Ariel le pide que baje pronto. Todos están reunidos para despedirla.

—Claro, solo guardaré un par de cosas más y bajaré —respondió Addison con una sonrisa.

Apresurándose, terminó de empacar y permitió que algunas doncellas se encargaran de llevar sus maletas. Tomó una última mirada a su habitación antes de salir. Cuando llegó al gran salón, encontró a su familia esperándola.

—No me voy para siempre, ¿lo saben, no? —bromeó, intentando aliviar la tristeza en el aire.

—Lo sabemos —dijo su madre con una sonrisa melancólica—, pero se sentirá extraño no tenerte en casa.

La primera en acercarse fue Leah, la anciana que había sido su niñera y la de su hermana Melody durante años. Addison la consideraba una tía y la quería profundamente.

—Ten cuidado, ¿sí? —dijo Leah mientras la abrazaba con cariño.

—Lo tendré, tía Leah. Tú cuida a Melody y a mis padres por mí, ¿de acuerdo?

—Por supuesto.

Cuando Leah se apartó, Melody se adelantó con un puchero en el rostro. La menor de la familia, con apenas catorce años, siempre había sido muy apegada a Addison.

—¿Tienes que irte? —preguntó con tristeza.

—Lo siento, Mels, pero tranquila, nos veremos pronto.

Melody frunció el ceño, sin entender del todo a qué se refería. Sus padres intercambiaron una mirada y asintieron, permitiéndole continuar.

—Si todo sale bien este año, podrías venir el próximo —le reveló con una sonrisa.

Los ojos de Melody se iluminaron.

—¿De verdad? —gritó emocionada, volteando hacia sus padres.

Eric rió y asintió.

—Si tu hermana cree que es un buen lugar para ti, no veo por qué no. Además, sospecho que ella se quedará un buen tiempo.

Se acercó a Addison y la abrazó con fuerza.

—Te extrañaré, mi pequeña pecesita.

—Yo también, papá. Pero te escribiré y llamaré siempre que pueda.

—Eso espero.

Por último, Ariel se acercó y la abrazó con dulzura, acariciando su cabello como solía hacer cuando Addison era una niña.

—¿Estás nerviosa?

—Un poco. Todo esto es… increíble y abrumador al mismo tiempo.

—Lo sé, cariño. Solo prométeme que, si en algún momento no te sientes cómoda, nos lo dirás. Te iremos a buscar en cuanto lo necesites.

—Está bien, mamá.

Tras despedirse de todos, Addison tomó aire y miró por última vez a su familia. Los extrañaría, sin duda, pero esta nueva aventura era importante para ella. No solo conocería a más personas, sino que también tendría la oportunidad de descubrir quién era fuera de los muros de Coralia.

Subió al carruaje que la llevaría hacia Auradon con una sonrisa en el rostro. Su viaje apenas comenzaba, y con él, una nueva etapa llena de promesas, desafíos y, tal vez, incluso nuevas amistades.

Entre La Corona Y El Mar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora