No les hacia ni un poco de gracia que Ezlang le diera tantas libertades a la humana, pero tampoco podía ir contra la orden directa de él. Les había dicho a sus guardias que la castaña podía andar por la casa, pero si decidía salir, debían acompañarla.
Es por eso que ahora Gala andaba explorando cada rincón de la casa real, ya sin necesidad de pedir permiso para hacerlo.
—Oh, que bonita puerta —pronunció curiosa, observando a esa puerta de tres metros de alto, de metal dorado y labrada con algunos diseños de animales—. ¿Será de oro realmente?
Bajó suavemente el picaporte y al momento de entrar, se encontró que era una especie de baño. Había una tina en medio de la habitación, y las paredes eran todas ventanales, a excepción de la que tenía la puerta.
—¡Ay que bonito! —exclamó con una gran sonrisa, caminando hasta la tina.
El ambiente olía muy bien, había una especie de sahumerios aromatizando y junto a la tina, habían brazas encendidas, con lo que al parecer calentaban el agua.
Pero ¿Para quien sería todo aquello?
—¿Qué haces aquí, Gala?
Se estremeció al escuchar la voz de Ezlang detrás de ellas, y al momento de girarse y encontrarse con la mirada de él, se estremeció, sintiendo su corazón acelerar sus pulsaciones.
Estaba completamente desnudo.
—E-Ezlang.
—¿Cómo llegaste hasta aquí?
—S-Sólo estaba explorando un poco la c-casa.
—Ya veo —pronunció rodeándola, antes de meterse a la tina, sumergiéndose lentamente en el agua, tomando algunas brazas luego para echarlas.
—Lo siento, ya me retiro.
—Puedes quedarte, ven.
Abrió los ojos atónita, sin creer lo que le estaba diciendo.
—¿No te gusta el agua?
—¿H-Hablas en serio?
—Sí.
Lo miró insegura y se quitó la túnica, antes de entrar también a la tina, que era tan grande como una piscina de unos dos metros de largo por casi dos y medio de ancho, y se quedó en un rincón, evitando verlo.
Ezlang arqueó una ceja, confundido ¿Qué le pasaba? Nadó hasta ella y Gala se estremeció al sentir la cercanía de su cuerpo.
—Date la vuelta.
—¿Q-Qué?
—Gírate.
Se giró en el lugar, quedando de espaldas a él, y Ezlang tomó agua entre sus grandes manos para luego verterla sobre la cabeza de ella con delicadeza, mojando su cabello lentamente, repitiendo varias veces la misma acción.
—¿Cómo te has sentido estos días? —le preguntó tomando el shampoo en barra que él utilizaba para bañarse.
—Bien —susurró.
—¿Has podido dormir mejor? —le inquirió masajeando suavemente su cabello.
—Ya... Ya no sueño tanto con eso.
—Es bueno oírlo, han pasado semanas desde entonces.
Le enjuagó el cabello y luego enjabonó sus manos, para pasarlas suavemente por la espalda de ella, estremeciéndola más de una vez.
—E-Ezlang.
—Lo siento ¿Te causa cosquillas?
—No, no, pero... Deja que yo lo haga.
La tomó de los hombros y la giró, para quedar ambos enfrentados, a escasos centímetros uno del otro.
Y ahí estaba nuevamente su estúpido corazón latiendo frenético al ver sus hermosos ojos verdes dorados.
—Tienes una piel muy suave —le dijo en tono bajo, tocando su mejilla—. La mayoría de los moretones y heridas ya han sanado.
Gala apoyó su mano sobre la de él, y tan pequeña se veía en comparación a la del rey. Ezlang la miró, sosteniéndole ella la mirada. Pero... El castaño quitó suavemente su mano, desviando la mirada.
—Mofak vendrá esta tarde a verte —le dijo tomando distancia de ella.
—¿Por qué? Es decir ¿Tú estás de acuerdo con eso? —le preguntó viendo cómo él salía de la tina, sintiendo una sensación de desespero por ir tras de él y que volviera a tocarla.
—Eres su prometida, y hace dos semanas no se ven, necesitan pasar tiempo juntos —pronunció con cierta molestia en su voz, colocándose la bata—. Cuando termines, vuelve a tu habitación y que la sierva te ayude a alistarte.
—Ezlang.
Él se detuvo en la puerta, sin mirarla, y Gala quería pedirle tanto que se quedara allí con ella... Pero no lo hizo.
—N-Nada, lo siento.
—Está bien.
***
Tenía un vestido de seda color coral, y su cabello lacio estaba adornado con algunas cadenas de oro y accesorios del mismo metal. A ella realmente la vestían como a una princesa, cuando ni siquiera era de la familia real o de su especie.
—He estado preparando todo para nuestra unión —sonrió Mofak—. Aún no conoces mi casa, nuestra casa, pero pronto lo harás. El patio trasero es lo suficientemente amplio como para realizar allí la ceremonía y albergar a todos los invitados.
—Eso suena muy bien —pronunció bajo.
—Gala, entiendo que no te sientas segura y tengas algunas dudas, pero verás que nos llevaremos muy bien —le dijo colocando una de sus manos en la mejilla de ella—. Serás muy feliz a mi lado, lo prometo, serás mi princesa, mi reina.
—Mofak ¿Por qué no fuiste por mi cuando los Clivents me secuestraron?
—Porque era la obligación de mi hermano, no mia.
—¿Por qué de Ezlang y no tuya? Se supone que tú me quieres como esposa, no él, tú tendrías que haberme ido a buscar, no él.
—Yo ya arriesgué mi vida por él, ahora Ezlang debía devolverme el favor. Y lo hizo, me trajo a la mujer más hermosa que he visto jamás —sonrió.
Gala frunció el ceño y le quitó la mano.
—¿Tú sólo quieres casarte conmigo para tener un bebé?
—Quiero una familia a tu lado.
La castaña se puso de pie, desconcertando al muchacho.
—Yo... Yo creo que no me siento muy bien, Mofak, lo mejor será vernos mañana, u otro día.
—¿De qué hablas? Sólo llevo una hora aquí, ni siquiera-
—Lo siento, hablando luego.
—Gala.
E ignorándolo, se apresuró a entrar a la casa, dirigiéndose a su habitación, sintiendo que le faltaba el aire.
—¿Tan rápido regresaste?
Miró sorprendida a Ezlang que estaba allí, y sin dudarlo o siquiera pedir permiso, fue hasta él y se abrazó a su ancho pecho.
—Y-Yo... No quiero hacerlo, Ezlang, no quiero ser utilizada nuevamente de forma sexual, no lo permitas, por favor te lo pido, no dejes que me utilicen de nuevo de ese modo.
...
