—Tiene la entrada denegada, al igual que la humana la salida de esta casa. El rey Ezlang ha ordenado que no puede recibir visitas.
—¿Qué mierda estás diciendo? ¡Ella será mi prometida! —gruñó con rabia Mofak—. ¿Dónde carajos está mi hermano?
—El rey salió temprano junto al príncipe Tarek hacia el Valle del Viento, irán a cazar.
El muchacho apretó la mandíbula y se retiró de la entrada principal de la casa real. Podría rodear la fortaleza y trepar para poder llegar hasta la habitación de Gala, pero quería evitarse un problema mayor con los guardias, y luego con Ezlang, al desobedecerlo.
—Maldito hijo de puta —gruñó—. Majier, iremos hasta el Valle del Viento —le dijo a su general.
Mofak nunca salía sin su comitiva.
***
—Lo que me faltaba, estar encerrada en esta habitación, como si de Rapunzel se tratara. ¿Qué demonios se supone que haga? —bufó molesta, mientras caminaba de una punta a la otra.
Hasta le habían puesto guardias en la ventana, del lado de afuera, para que la castaña no intentara escaparse como la última vez.
—Y hoy es el día libre de Tariel, que aburrimiento.
Se tiró en la cama y observó el techo... Sus padres debían estar desesperados por saber de ella, de seguro estarían preparando todo para llegar hasta las costa de la isla e intentar encontrarla.
Y claro, la darían por muerta al ver el estado de su campamento.
Que estúpidos habían sido con bajar de ese barco, ni siquiera Steven que estaba armado había podido sobrevivir a esas bestias.
Y le fue imposible no recordar en ese momento lo que esos animales le hicieron, comenzando a sentir que el aire le faltaba, sin poder respirar, desesperandola.
Salió de la cama, y fue hasta la puerta, abriéndola y encontrándose con dos guardias, mientras se hiperventilaba.
—A-Ayuda, por favor.
Uno de ellos la observó, indiferente.
—¿Qué tienes?
—Me falta el aire, a-ayuda por f-favor, no puedo... N-No puedo respirar, m-me asfixio.
—¿Qué deberíamos hacer? El rey volvió de muy mal humor, si lo molestamos por una estupidez como esta, él-
Gala cayó arrodillada al suelo, tomándose del cuello, y fue entonces que comprendieron que ella no estaba fingiendo. Uno de ellos la tomó en brazos y la llevó hasta la habitación real, dónde su soberano estaba recibiendo el masaje de una sierva.
—¿Cómo entras de ese modo a mi habitación sin antes siquiera tocar la puerta o anunciarte? —gruñó.
—Algo le ocurre a la humana.
Al escuchar aquello, apartó a la chica de su lado y fue hasta el guardia que estaba en la puerta. El muchacho la acostó en el suelo, y Gala seguía del mismo modo, intentando respirar, con los ojos cerrados.
—Gala ¿Qué tienes? —le preguntó Ezlang arrodillándose junto a ella, antes de levantar la cabeza y mirar a su guerrero—. ¿Qué le ocurrió?
—No lo sabemos, estuvo sola en su habitación como usted lo ordenó. Salió recién de ella, pidiendo ayuda porque no podía respirar y la traje aquí.
—Parece que no puede respirar muy bien —pronunció la jovencita, mirando a Gala—. ¿Quiere que lo ayude, señor?
—No, salgan ambos de la habitación.
La tomó en brazos y la llevó hasta la cama, acostándola con cuidado.
—Tranquila, estás a salvo, ellos no pueden llegar aquí.
—¿E-Ezlang? —pronunció en un hilo de voz.
—Sí, aquí estoy contigo —le dijo apoyando una de sus manos sobre su mejilla, antes de acomodarle el cabello y abrir suavemente su túnica, sin quitarla por completo, sólo desprendiendola al frente.
Observó el cuerpo expuesto de Gala, y ahogó un gruñido en su garganta.
Se sentó junto a ella y se obligó a mirarla únicamente a los ojos, apoyando su mano sobre el pecho de ella, sin ejercer presión.
—Respira despacio, da una profunda respiración, y luego suelta el aire lentamente. Estás a salvo.
Intentó seguir las ordenes de él, y luego de unos minutos, ya cansada, su respiración volvió a la normalidad, abriendo lentamente los ojos.
—Lo siento —susurró cansada.
—No debes pedirme disculpas, debe ser muy difícil para tí tener que atravesar esto sola... Sólo han pasado unos días.
—C-Creo... Que hubiese preferido morir.
—Imagino que sí, pero estás viva y eso debe ser por algo también.
—Sí, porque me salvaron —pronunció con lágrimas en los ojos—. No sé quién lo hizo, o porqué me trajeron aquí, pero supongo que alguien tuvo piedad.
Ezlang la miró a los ojos, confundido.
—¿No recuerdas lo que ocurrió?
—N-No.
—Yo fui por ti.
—¿Q-Qué?
—Le debía un favor a Mofak, y él me informó que los Clivents habían atacado tu campamento. Yo no iba a interferir, pero él insistió en que te quería para poder tener un heredero, es por eso que me ví obligado a preparar mi guardia real, e irte a buscarte.
—¿Mofak me rescató? —sollozó.
—No, él ni siquiera fue a pelear —gruñó—. Mi hermano no hace tipo de cosas.
Gala lo miró atónita, sentándose.
—¿T-Tú... Me salvaste?
—Estábamos a trescientos metros del territorio de los Clivents, cuando dejamos de escuchar tus gritos. En ese momento pensé que habían acabado con tu vida, y corrí lo más rápido que mis piernas me lo permitieron. Cuándo llegué, me encontré con lo que sabía que harían, pero deseaba que no fuera así... Estabas tendida en el suelo, no sólo siendo ultrajada por seis de ellos, sino también que estabas cortada y golpeada, sucia y completamente desnuda. Esos seis fueron los primeros en morir, de muchos otros que luego se abalanzaron sobre mí.
Los labios de la castaña temblaron, y continuó llorando en silencio, escuchándolo.
—Mi comandante después de eso no me dejó seguir peleando, tú estabas muy débil y sangrado, es por qué me dijo que te llevara lejos de la pelea y buscara ayuda. Te limpié como pude en ese momento, colocando una comprensa en tu intimidad, la más dañada en ese momento, y te traje hasta aquí, en dónde los médicos no sólo desinfectaron y vendaron tus heridas, sino que también cosieron... Parte de tí. Es por eso que te dolía cuando orinabas o defecabas.
—P-Pero ¿Qué médicos? ¿Hay humanos aquí? ¿Entonces hay humanos que saben de su existencia y conviven con ustedes?
—No, hubieron humanos, para ya no más. Existen médicos de otras especies aquí en la isla. Tal vez tú crees que somos ignorantes, pero no es así, todos hemos estudiado y aprendido conocimientos básicos, y luego están los profesionales como ellos.
—¿Y por qué Mofak no quiso siquiera ir a buscarme, sin interferir en la pelea? ¿Soy sólo un objeto para él?
Ezlang la miró y luego negó con la cabeza.
—No todo es lo que parece, pero yo no soy quien para hablar de otros.
...
