6.- Infierno

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DANTE

Mi hermana me lanza una mirada que deja muy en claro que no habrá nada en el mundo que pueda hacerla cambiar de opinión.

—No sé en qué punto, comenzaste a tener más control de mi vida que yo —mascullo con molestia

Carina sonríe.

—Desde que pareces no ser responsable —me señala —te recuerdo que habíamos quedado en un acuerdo y tu decidiste ser imprudente.

Ruedo los ojos.

—Fue un accidente.

—Si, bueno, no quiero más accidentes para mi hermanito —me lanza una sonrisa inocente —y es por eso, que mañana vas a conocer a tu enfermera.

Aprieto la mandíbula.

—Por favor, no seas un idiota con la pobre chica. ¿Por favor? Ella solo hará su trabajo...

—Si la enfermera va a estar aquí, entonces ya no te necesito.

La sonrisa de Carina se borra. Sé que es probable que esté siendo muy injusto con mi hermana, pero la idea de que esté tomando más decisiones de las que le corresponden comienzan a hacerme perder el control.

Es como si desde el accidente, no fuese capaz de tener ni voz ni voto en las decisiones que claramente me involucran.

—Dante...

—Ya tendré a alguien que me vigile así que no tienes que quedarte —la miro con dureza —¿es lo que querías, cierto? Que tuviera una maldita niñera las veinticuatro horas del día.

Carina suspira. Puedo ver lo agotada que está, pero en este punto, no me importa demasiado. El constante mal humor que me acompaña desde la noche del accidente no desaparece, al contrario, parece hacerse cada vez más fuerte y no puedo hacer nada al respecto. No sé qué hacer al respecto.

Y eso hace que termine desquitándome con las personas que no lo merecen.

—Dime por favor que esta actitud es solo por el accidente —dice mirándome casi suplicante —por favor, porque odio la idea de que sea por culpa de esa mujer, odio la idea de que hayas dejado de ser el hombre que siempre has sido y que a partir de ahora seas este hombre malhumorado que odia al mundo.

En otras circunstancias me hubiese reído. Pero la mirada que mi hermana posee en estos momentos solo revela lo genuinamente preocupada que está.

—No lo sé —sacudo la cabeza —en serio Cari, no lo sé.

Sus ojos adquieren un dejo más de preocupación.

—Lo que esa mujer hizo no tiene nada que ver con el tipo de hombre que eres —dice con firmeza —Sienna tomó sus decisiones...

—Es solo que no puedo dejar de preguntarme por qué —cierro los ojos brevemente —toda la vida he visto como papá adora a nuestra madre, crecí con su ejemplo e intenté seguirlo, intenté ser lo mejor para ella, ¿y esto es lo que recibo a cambio? ¿Se supone que tengo que estar bien con eso? ¿Simplemente aceptarlo? Se pueden ir a la mierda todos los que digan eso, porque me rehúso.

Carina se acerca, se desliza hasta colocarse al costado de la cama y se sienta. No habla de inmediato, su mano se coloca sobre la mía y me acaricia levemente antes de mirarme.

—No se supone que las cosas sean así, no se supone que las personas a las que amamos nos fallen de esa manera, pero las personas tienen poder de decisión, Dante. No podemos controlar sus acciones, y tampoco tenemos que aceptarlas. Lo único que podemos hacer es seguir adelante, porque el hecho de que tomen decisiones no está relacionado con las quienes somos, porque ellos saben perfectamente las consecuencias de las acciones que llevan a cabo, el mundo no es justo, casi nunca lo es. Pero no por eso tienes que dejar de ser quién eres, porque entonces, eso sí es tu responsabilidad.

Un desastre llamado amor.(SL#6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora