Ofrenda

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Vampire Week #2: Cyberpunk (que de cyberpunk no tiene nada jaja)


"Ofrenda"

GTOP


Desde que Kwon Jiyong nació, su destino estaba escrito. Como segundo hijo de la familia Kwon era su deber, y todo un honor, ser criado para cumplir con su misión de vida: Al cumplir 18 años sería dado en ofrenda al milenario ser de las montañas.

Nadie sabía que era exactamente, pues ningún tributo había regresado al ser entregado, pero sus ancestros habían dejado las indicaciones claras. Cada año tendrían que ofrecer a uno de los suyos al monstruo, y así éste les protegería de las amenazas que había en el bosque que rodeaba su pequeña aldea. Una vida a cambio de todas las demás.

"Es un honor, Jiyong" decía su madre en cada cumpleaños, y él sólo podía asentir y sonreír. ¿Qué más podía hacer? Intentar escapar era una locura, el bosque que rodeaba su hogar estaba lleno de horrores más grandes, no llegaría muy lejos. Además, amaba a sus padres y hermana mayor, quién recientemente había dado a luz a un pequeño niño hermoso. Lo haría por ellos.

Aun así, con esa motivación, a su corazón le resultaba difícil aceptar su destino. Nunca se le había permitido salir mucho, mucho menos hacer amigos o tener una pareja, a cambio, le habían instruido en tareas domésticas y entretenimiento, como si el ser de las montañas fuera a pedirle que bailara o creara arte para él. Ninguna ofrenda regresaba, era evidente su destino.

La muerte.

Hacía muchos años que había aceptado que su vida se terminaría a los dieciocho, por lo que esa mañana, al cumplirlos, no opuso resistencia, mientras su madre y hermana le bañaban en aguas perfumadas y le vestían con finas telas blancas. No pudo evitar sentirse como una novia siendo escoltada en la marcha nupcial, en una pequeña carroza a través de las montañas.

Al llegar a las afueras del enorme castillo, Jiyong estaba más que maravillado, enterrando el miedo y nerviosismo muy al fondo de su mente, de cualquier manera, jamás conseguiría escapar, no tenía caso llorar e implorar, ya no era un niño.

Sus padres le abrazaron, mientras que, entre cánticos, se fue adentrando a las enormes puertas del castillo. Caminó por los enormes jardines, deleitándose con la presencia de una vasta flora, envolviéndose entre sus aromas. Era un lugar hermoso para morir, mucho más bello que su hogar y cualquier lugar donde hubiera estado antes. A lo lejos, vislumbró una figura imponente, un hombre alto que esperaba en las puertas principales, refugiado de la luz y el exterior. El corazón de Jiyong comenzó a latir como loco, percatándose de que, con cada paso, se acercaba más a su final.

El camino a través del jardín era largo, y si sus pasos fueron más lentos no parecieron ofender a nadie, por lo que se deleitó con la vista y el aire puro, era como si ahí dentro la primavera se hubiera quedado para siempre, en contraste con el denso bosque que rodeaba la propiedad, con sus oscuras garras amenazando con devorarlo todo.

Al llegar a la entrada, la silueta del hombre había desaparecido y, para alguien como Kwon Jiyong, quien nació marcado con la fecha de su muerte, entrar por su propio pie al hermoso castillo no significó ningún inconveniente.

Era enorme y bien conservado, resultaba evidente que alguien cuidaba la limpieza, pues no había ni una mota de polvo en ningún cuadro o adorno, sin embargo, notó que no había personal a la vista. Siguió avanzando, preguntándose si debía decir o hacer algo en concreto, pero su línea de pensamiento se detuvo al llegar a lo que parecía el salón principal. Ahí, junto a una chimenea ardiente, había un hombre. El hombre más hermoso que los ojos de Jiyong habían visto. Su piel pálida y pulcra, labios delgados y rojizos como una cereza, un rostro enmarcado por una mandíbula ancha y cejas pobladas, hicieron a Jiyong titubear.

Gotas de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora