Capítulo 46

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-¿Cuánto tiempo necesitas
para olvidar a alguien?

-Depende de cuánto lo
hayas querido.

~Anónimo.


Jake.

El ulular de las sirenas se hizo más fuerte, desgarrando el aire con su lamento urgente. Las luces rojas y azules parpadeaban cegándome por completo, y a la vez pintando la escena de un tono surrealista. La ambulancia frenó en seco, y de ella surgieron paramédicos, moviéndose con una eficiencia que contrastaba con el caos que los rodeaba. Se abrieron paso entre la multitud de curiosos, sus rostros serios y concentrados.

Me gritaban palabras que no entendía, lo único que podía apreciar era que ellos querían arrebatarme a mi chica, a mi amada. A mi niña de ojos divinos...

Entre lágrimas la miré soltar un suspiro que me devastó y me desgarró por completo, un escalofrío recorrió mi espalda dandome a entender que yo no podía hacer nada, así que me alejé de ella y dejé que hicieran su trabajo.

Me aparté, permitiéndoles hacer su trabajo, pero sin perderlos de vista. Cada movimiento, cada gesto, lo observaba con una ansiedad que me apretaba el pecho. Los paramédicos trabajaban con rapidez, colocando un collarín, conectando cables, estabilizando su cuerpo. Quería gritarles que se dieran prisa, que la salvaran, pero las palabras se me atascaban en la garganta.

Uno de los paramédicos volteó a mirarme, con sus ojos llenos de una compasión que a mi parecer era lastimera, me preguntó en un susurro.

-¿Es usted su familiar? -preguntó, con el nudo en la garganta e incapaz de hablar susurré.

-Es mi novia -Él asintió sin decir nada más, mientras que yo tenía el corazón paralizado en la mano observando la situación.

-Necesitamos llevarla al hospital. Está perdiendo mucha sangre, su situación es grave. -Las palabras que salieron de su garganta me paralizaron por completo, 'está grave', ambas resonaron en mi mente con un eco ensordecedor. La subieron a la camilla, y yo asentí como una sombra, aferrándose a la esperanza de que todo saldría bien. Subí a la ambulancia, con la mirada fija en ella. Le tomo la mano, y la apreto con delicadeza. La puerta de la ambulancia se cerró, y las sirenas volvieron a ulular, llevándose consigo su mundo.

-Por favor, no me dejes -susurré con la voz quebrada. -Te necesito...

Seguía tan perdido en mis pensamientos que no me dí cuenta cuando llegamos al hospital. Seguí la camilla en donde traían a Sam, a como de lugar me mantuve siempre cerca, hasta que llegaron al mismo pasillo de la sala de urgencias en donde estaba mi familia.

-A partir de aquí no puede pasar -la enfermera posó su mano en mi pecho impidiendo mi paso y me detuve mientras las veía entrar con Sam a la sala de emergencias llevándose consigo el mundo tras cerrar las puertas, o mejor dicho, se llevaban mi mundo con ellas. Las piernas me flaquearon y me derrumbé en el piso, había caído de rodillas.

-¿Esa no es... -la pregunta de mi padre quedó en el aire cuando lo observé desde el suelo -Hijo... -la mano de mi padre se posó en mi hombro y esa fue la gota que derramó el vaso, me derrumbé totalmente, y comencé a llorar a tal punto del que mi padre me terminó abrazando.

-Le fallé, no pude hacer nada, dije que la protegería papá, pero no lo hice, le mentí, le fallé, tal vez si no me conociera nada de esto estuviera pasando-susurré, me sentía ansioso, dolido y nervioso, al igual que aquella noche que la conocí.

-Cariño, no le fallaste, no hiciste nada malo, fue cosa del destino, todo pasa por algo y no puedes controlar todo en la vida, no podías ir en contra del destino, ella es fuerte, va a estar bien, pero tienes que estar bien para ella-las palabras de mi padre hicieron efecto y sonreí débilmente, pero no sonreí por él, sonreí por ella y porque sin intentarlo siempre estaba presente.

Una Ilusión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora