"—No, no, por favor —pronunció con lágrimas en los ojos, negando.
—Él no va a tomarte a la fuerza, descuida, estarás bien.
—¡No quiero estar con un hombre que no conozco!
—Bueno, conócelo entonces —le dijo con obviedad.
Gala observó al rey y comenzó nuevamente a llorar, confundiéndolo.
—¿Qué te ocurre?
—Por favor, dejame ir, en seis días vendrá un barco a buscarnos, por favor, llévame hasta la costa entonces, y deja que me vaya —le suplicó.
Él la miró a los ojos unos segundos, y luego negó con la cabeza.
—Lo siento, este es tu nuevo hogar."
Observó por la ventana de la habitación donde se encontraba, y se sintió tan vacía... Todo lo que alguna vez había conocido y querido, ya no podría volver a verlo jamás.
¿De qué servía saber que los Mutans eran reales, si no podía compartirlo con el mundo? O más importante aún, si no podía siquiera advertir al mundo de las bestias asquerosas que allí vivían.
Bueno, quizás no todos eran así, porque esta raza de felinos tenían más características humanas que animales, a diferencia de los que la habían violado y asesinado a sus amigos.
—Debe tomar esta infusión —pronunció una jovencita entrando a la habitación, con un recipiente hecho de madera—. Es necesario que lo haga.
—¿Qué es? —le inquirió sin mirarla, en un tono bajo.
—Es para evitar la descendencia de... Los Clivents —murmuró con cierto pesar, al ver cómo la castaña se estremecía—. Y luego de que lo haga, debo realizarle sus curaciones.
Gala asintió con la cabeza y tomo aquella especie de vaso de madera, bebiendo suavemente la infusión, un té realmente amargo.
***
—Muchas gracias, hermano —pronunció con una suave sonrisa Mofak, inclinándose hacia su rey—. ¿Me da permiso de conocerla?
—No, la hembra humana aún está muy traumatizada.
—Es por eso que me gustaría estar con ella, para poder explicarle la situación.
—Tendrás que esperar, Mofak.
El muchacho levantó la cabeza y observó a su hermano con desaprobación, haciendo gruñir al líder.
—Te traje lo que querías, mi deuda contigo está saldada, y aún así, tendrás que esperar de todos modos por ella. La humana está gravemente herida, y su trauma es tan grande, que no está lista para estar en contacto con machos ahora.
—Deja que eso lo determine yo, hermano.
—No necesitas comprobar nada por tu cuenta, cuando tu propio rey es quien te está informando de la situación. ¿O es qué acaso dudas de tu soberano?
—No... Señor —pronunció bajando la cabeza, apretando los dientes.
—Retírate entonces, y regresa a tus funciones. Cuando la hembra esté lista para estar en contacto contigo, yo mismo seré quien te avise.
***
—
—Una semana después—
