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"—No me siento seguro durmiendo aquí, luego de lo que oímos hace un rato.

—Tenemos cámaras y micrófono rodeandonos, lo que sea que lo haya producido, quedará registrado si se acerca —pronunció con calma Gala.

Steven observó a la castaña con una ceja arqueada, antes de echarse una carcajada.

—No sí, porque las cámaras y los micrófonos van a defendernos de esas bestias salvajes, que ridícula eres a veces, Gala —rio acomodándose en su colchón inflable, ignorando los insultos de la jovencita—. Cómo sea, fue un día agotador para mí, yo me iré a dormir, buenas noches.

—Descuida, Toby, estaremos bien, dudo que sean tan estúpidos de acercarse sabiendo que se expondrían al mundo. No nos atacaron cuando llegamos, mucho menos lo harán ahora."

Estaban los cuatro plácidamente durmiendo, cuando el sonido de un castañeo despertó a Gala, poniéndola alerta.

—Steve, Toby, Marco, despierten —murmuró sacudiéndolos uno por uno—. ¡Abran los ojos ya!

—Deja dormir —balbuceó Steven, girándose hacia el otro lado.

—¡Despierten, maldita sea! Hay algo rodeando la carpa.

Marco se sentó rápidamente en ese momento y antes de que Tobias se sentara, las luces de los reflectores que rodeaban el campamento, se apagaron una por una.

—Ay Dios —murmuró la castaña con temor, comenzando a entrar en pánico.

—Rápido, fíjate que están captando las cámaras infrarrojas —le dijo Marco a Tobias, quien estaba encendiendo su laptop.

—¿Qué es eso? ¿Son pasos? —preguntó Gala con temor, comenzando a escucharlos más cercanos—. Dios, sí, son pasos, algo se está acercando a la carpa.

—N-No hay señal —pronunció aturdido Tobias—. Las cámaras fueron removidas.

—¿Cómo que removidas? ¡Si estaban ocultas! —exclamó Gala con temor, antes de dar un grito cuando vio una sombra acechándolos.

—Ya deja de gritar, maldita llorona —se quejó Steven sentándose—. De seguro sólo es un perro salvaje o algo así que entró al campamento.

—¿Qué haces? ¡Steven! ¡Ni lo pienses! —le gritó la castaña al ver que tomaba su cuchillo de caza e iba hacia el cierre de la carpa, para abrirla—. ¡Steven!

—No pasará nada, sólo ¡Ah-!

Algo del otro lado lo jaló con fuerza de una de sus piernas hacia afuera y lo último que se escuchó del muchacho, fueron sus gritos antes de un gran golpe.

—No, no, no quiero morir —lloró Gala abrazándose a Marco—. Esto no está bien, se suponía que las alarmas iban a sonar si alguien-

Su voz se apagó cuando la figura de cinco individuos aparecieron del otro lado de la carpa, pegadas al cierre de apertura de la misma.

Ellos ya estaban allí.

***

—Mi rey —pronunció una bonita morena de ojos color ámbar, haciendo una leve reverencia ante el hombre que estaba sentado frente a ella.

Su líder, un hombre de ojos verdes, cabello castaño oscuro y piel trigueña, le hizo una seña con su mano para que se acercara.

—Mi reina —expresó en un tono bajo, tomándola de una de sus manos, acercándola a él.

Ella le sonrió suavemente y le acarició el pecho desnudo, pasando con delicadeza la punta de sus dedos por sus pectorales.

—¿Está al tanto de lo que está pasando en la zona noreste, mi señor?

El castaño afiló su mirada, cambiando su semblante tranquilo, por un serio.

—¿Por qué sería importante para ti lo que ocurre allí?

—Era sólo una pregunta.

Levantó la mirada y la observó a los ojos, tomándola del rostro con la mano que antes tenía en la muñeca de ella.

—¿Aún piensas en él?

—No.

—¿O es qué acaso te preocupa su heredero?

—Izlang, me estás... A-Aprentando fuerte.

—¿Debí matarlo? Tiene la edad suficiente como para revelarse y luego querer tomar venganza —le dijo con rabia, arrugando la piel sobre su nariz.

La joven morena gruñó bajo, enseñándole su dentadura blanca, acompañada de unos pequeños colmillos filosos.

—Suéltame, Izlang.

—Agradece que llevas a mi cachorro en tu vientre, porque de lo contrario... —le dijo antes de soltarla y hacerla hacia atrás con brusquedad—. Y si, estoy al tanto de lo que está pasando en la zona de mi hermano.

La muchacha se tomó del rostro, mirándolo con rabia.

—Cambia esa expresión, sabes que no le permito a nadie verme de ese modo —le advirtió antes de ponerse de pie y darle la espalda, caminando por su salón—. Son cuatro humanos, tres machos y una hembra. No son peligrosos, al parecer, sólo son reporteros o algo así.

—¿Y si están armados? ¿O si luego llegan más?

—El imbécil de Ezlang tiene a sus guerreros para hacerle frente. Además, antes de que lleguen a su reino, deben pasar por la frontera de Tezka, y es imposible que unos simples humanos sin equipo especial puedan conseguirlo.

Ella lo observó en silencio y él se giró para mirarla.

—Tu hijo estará bien, los humanos no son un peligro.

...

MutansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora