Desde que fue dejado en un orfanato por Albus Dumbledore, desde ahí fue que el destino cambio su rumbo.
Fue adoptado por los Dursley, Petunia y Vernon Dursley, y ahora era el hermano adoptivo de Dudley Dursley. Pero preferían llevarse como primos...
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—Tus padres no son las mejores personas... ¿Sabes, pequeño?
Un anciano de barba larga llevaba a un pequeño bebé de ojos verdes y Pequeños cabellos azabaches revoltosos hacia un orfanato en esa noche de tormenta.
—Es por tu bien... Aunque, también es por mis propias intenciones. Pero, al menos no creceras en un ambiente oscuro y lleno de sangre. Mereces al menos vivir en un lugar digno.
Invocó una canasta con sus poderes, el objeto era lo suficientemente grande como para que el bebé azabache entrara perfectamente.
Depósito al bebé dentro de la canasta, envolviendolo con la pequeña manta. Tocó el timbre del lugar antes de desaparecer en un pestañeo.
Una señorita, joven, de cabellos castaños y ojos miel, salió a ver. No esperaba encontrarse con un bebé en la puerta, era nueva trabajando en el lugar.
—Oh... Pobre pequeñín... Ven, vamos adentro, hace mucho frío para ti aquí afuera bebé...
Lo tomó entre sus brazos, sorprendiendose de que el bebé no llorara como habían otros bebés normalmente. Alzó la vista al ver como la lluvia y la brisa fría del viento comenzaban a aumentar.
Entró rápidamente con el bebé, cerrando la puerta con su pierna derecha.
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—Pequeño Harry... Unas personas quieren verte, ¿Vamos, pequeñín?
Un pequeño de cinco años, dejo de jugar con los demás niños para tomar la mano de la señorita. Estaba notificado de que ese día seguramente lo adoptarían, así que no estaba sorprendido.
—Ellos son Vernon Dursley y Petunia Evans. El es Harry.
Los señores allí demostraban un aura blanca, pura, muy bonita a los ojos del azabache; amabilidad y tranquilidad.
—Hola, soy Dudley... Dudley Dursley.
Un niño regordete se acercó hacia el, extendiendo su mano con una sonrisa. Harry le extendió la suya, algo avergonzado de estar sucio.
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—DONDE DIABLOS ESTA MI HIJO, TOM.
—No lo sé querido, estoy seguro de que todo esto fue obra del viejo de Dumbledore. No voy a esperar al plan, lo voy a matar con mis propias manos.
Un señor de porte firme, elegante y de mirada firme junto a un brillo peligroso, salió del salón golpeando la puerta. La ira se acumulaba en cada parte de su cuerpo.
—Harry... Mi bebé... Mi pequeño Harry...
Las lágrimas se deslizaron del rostro de otro hombre, azabache y de ojos marrones. Agarrando con fuerza, un jarrón que contenía flores, tirandolo contra algún lado de la habitación.
—Te voy a encontrar hijo... Cueste lo que cueste.
Le dijo a las estrellas.
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