Dante Lombardi lo tenía todo: una prometedora carrera, un futuro estable y la mujer con la que planeaba casarse... hasta que la encontró en la cama con su mejor amigo.
Atrapado entre el orgullo y la rabia, tiene la certeza de que el amor no es más q...
Quisiera decir que eso significó un alivio, pero lo cierto es que solo hizo que tuviera que enfrentarme a todo de lo que estaba intentando huir.
Había decidido trabajar desde casa, mi familia no estaba muy de acuerdo con eso, pero necesito algo, cualquier cosa, que me distraiga del todo el jodido caos. Creí que en la soledad de mi hogar podría tener un poco de calma, pero no conté con que mi familia creyera que necesitaba de los cuidados de alguien.
Sí, tengo una maldita férula en la pierna, pero puedo arreglármelas solo.
—No necesito ayuda —mascullo con molestia —estaré bien.
—Sí, bueno eso no es lo que parece —dice Carina con una sonrisa —me quedaré contigo hasta que te recuperes.
—Tu esposo seguro va a echarte de menos —respondo intentando convencerla de que no se quede.
—Mi esposo estará bien —debate con una sonrisa.
—¿Qué hay de Louise? Va a extrañar a su mamá.
—Deja de intentar espantarme —dice con una sonrisa —no va a funcionar.
—¿Puedes dejarme solo?
Mi hermana suspira, Carina Lombardi puede ser muy persistente, es difícil de que se dé por vencida, pero parece saber que, en esta ocasión, no hay nada más que pueda hacer.
—Nada de lo que ocurrió fue culpa tuya —dice con firmeza —dime que lo entiendes, por favor. Porque odio la idea de que te consideres responsable de lo que esa mujer hizo.
—Estoy agotado Cari —sacude la cabeza, no dice nada mientras me da la espalda y sale de la habitación.
Escucho sus pasos alejarse, apoyo la cabeza contra la almohada y aprieto los párpados.
Nada de lo que ocurrió fue culpa tuya.
Sus palabras se repiten en mi mente, una y otra vez. Yo también he intentado convencerme de eso, pero es complicado lograrlo cuando hay una voz que no deja de decir que claro que soy el responsable. Que hubo algo... aunque sea una pequeña cosa que orilló a la mujer que amaba a traicionarme.
He rememorado las discusiones, los reclamos, he tratado de recordar cada pequeña cosa que pueda darme una respuesta, pero no lo he conseguido. No hay nada. Y la sensación de no saber es tan malditamente desesperante. Busco un motivo, un error, una señal de advertencia que debí haber visto antes de que todo se fuera al carajo. Pero no hay nada. Nada tangible, al menos.
Y eso lo hace peor.
Si pudiera señalar algo, si tuviera una respuesta concreta, tal vez podría hacer las paces con esta jodida incertidumbre. Porque necesito saber qué fue lo que me faltó para que ella decidiera buscar a alguien más. Para que cruzara esa línea, para que todo lo que construimos juntos no fuera suficiente.
—A la mierda —mascullo apretando más fuerte los párpados.
Papá lo dijo, tal vez no exista una respuesta. Y por muy jodido que eso sea, tengo que aprender a vivir con una interrogante sin resolver.
Cierro los ojos, esperando que el sueño venga y me arrastre lejos de todo esto, aunque sea por unas horas.
Tal vez mañana sea un poco menos jodido. Tal vez.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.