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—Algunos años después—

—Estamos con nuestro equipo, dirigiéndonos a un grupo de islotes que se encuentra en el océano Atlántico, entre el continente africano y américa central. No fue fácil conseguir el permiso para poder adentrarnos aquí, pero luego de insistir e insistir ¡Lo hemos conseguido! —exclamó con una gran sonrisa, una bonita muchacha castaña, mirando hacia la filmadora que sostenía uno de sus amigos—. Será toda una odisea poder llegar hasta la costa de la isla principal, que la conocen cómo "Sangre negra", esto es debido a que sus playas son de arena negra. Así como lo oyen amigos ¡Es negra! —sonrió emocionada.

—La arena negra no es común en este tipo de playas, pero gracias a la actividad volcánica de la zona, la naturaleza nos brinda esta maravillosa vista —pronunció otro muchacho, siendo enfocado por la cámara, antes de señalar la isla y que pudiesen apreciar lo que estaba explicando.

—Los nativos de la zona nos han advertido que estas playas sí se encuentran habitadas, y que nadie ha tenido acceso a ellas, debido a que sus habitantes son hostiles y reacios a las visitas... Sí, chicos, no estamos arriesgando al entrar aquí —sonrió incómoda la castaña—. Pero si todo marcha según lo estipulado, demostraremos que los Mutans, son reales.

—Y en caso de que la situación se ponga difícil, ofreceremos a Gala como sacrificio —pronunció otro de los muchachos, haciendo reír a los demás.

—¡Oye!

La risas continuaron en el barco, junto con chistes y burlas... Humor que no compartía en lo más mínimo el hombre que les estaba haciendo de guía "turístico".

—Hasta aquí es lo maximo que puedo acercarlos, tendrán que ir en lancha hasta la orilla —les advirtió—. Aunque... Yo les recomendaría que no usaran el motor.

—¿Por qué? —le inquirió curiosa Gala.

—No les gustan los sonidos fuertes y molestos.

Los ojos de la castaña brillaron con emoción y chilló de felicidad, abrazando a su amigo.

—Usaremos los remos, vamos, vamos.

El tipo observó a la jovencita, y guardó silencio.

Esa sería la última vez que vería a esos jóvenes, como ya había pasado antes con tantos turistas, y curiosos, que habían querido adentrarse a la isla de sangre.

Bajaron la lancha, y subieron primero los tres muchachos, acomodando el equipo de grabación, algunas provisiones, y la carpa que usarían para acampar.

Y antes de que Gala bajara del barco, el guía apoyó una de sus manos en su hombro.

—¿Estás segura de lo que harán?

—Por supuesto —sonrió, mirándolo con confusión—. ¿Por qué me lo pregunta.

—Nadie ha regresado con vida de allí, esta es su última oportunidad de retractarse.

—Descuide, señor Luwston, estaremos bien —le aseguró—. Y como lo habíamos acordado, lo veremos aquí en una semana.

—De acuerdo —pronunció bajo, viendo como la muchacha era ayudada por sus amigos a bajar, antes de que los jóvenes comenzaran a remar hacia la costa de la playa.

Qué irracional podía ser la juventud a veces... Pobre de sus familias.

—¡Esto será increíble! —exclamó Gala viendo con ilusión la isla.

Finalmente demostraría que los Mutans, eran reales.

...

MutansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora