RYKER
Me miré nuevamente en el espejo admirando mi aspecto, el traje me quedaba excelente y me veía fabuloso, Pipo a mi lado ronroneaba en mi pie como si supiera que hoy día me convertiría en una super estrella y su vida estuviera asegurada hasta su último suspiro.
Por fuera me veía muy confiado, pero mi madre desde el cielo sabía muy bien que tenía los nervios a flor de piel. En mi vida había dado una exposición, las de la escuela no contaban, las de la universidad mucho menos. Esto era otra cosa, había llegado a grandes ligas.
Salí de mi habitación y le puse la correa a Pipo, tenía que estar presente en el momento que su padre marcaría historia. Miles se encontraba abajo desajustando un poco su corbata. Cuando se enteró empezó a llorar de alegría, y se enojó por no haberle dicho antes. Y me sorprendió llegando hoy por la tarde a casa.
—¿Puedes ser un poquito más humilde y dejar ese traje de Saint Laurent, y optar por una camisa con huecos?
—¿Qué, por qué? —aseguré bien a Pipo que se sacudía porque su pequeño moño le estorbaba. Mi hijo también debía ir de gala.
—¿Tu crees que Van Gogh usaba trajes caros?
Me reí por su comentario.
—Es mi gran referente y siempre amaré cada una de sus pinturas, pero los tiempos han cambiado, además a mamá le hubiera gustado verme en traje presentando una exposición.
Sus ojos se cristalizaron, pero lo supo controlar. A mi también me dolía.
—Es verdad. Idalia hubiera hablado con el mismísimo fundador para que lo confeccione.
—Lo hubiera traído de vuelta a la vida para que lo haga, porque amigo, Ives, está muerto.
Se rio, y en el silencio de la habitación, escuchamos a Gia con el rítmico resonar de sus tacones contra la madera.
—Hice mi mejor intento siguiendo un tutorial de maquillaje de YouTube, no se rían. —Dijo mientras descendía con gracia por las escaleras.
Ayer me tuvo criticando vestidos durante horas, sacando prenda tras prenda de su armario, analizándolas desde todos los ángulos, girando frente al espejo y preguntándome cuál era la mejor opción. Pero ahora, al verla, supe que había elegido bien.
Gia vestía un elegante vestido blanco, largo y ceñido hasta las caderas, donde la tela caía con suavidad en un corte recto que le daba un aire etéreo. La espalda estaba apenas descubierta, lo suficiente para insinuar sin revelar demasiado. Su cabello caía en ondas suaves, y aunque intentaba restarle importancia a su maquillaje, el sutil resplandor de su piel y el brillo en su mirada hablaban por sí solos.
—Te ves preciosa.
Su sonrisa se tambaleó un poco, como si no esperara el cumplido.
—Gracias... —murmuró, con una mezcla de sorpresa y timidez.
—Estoy aquí, por si no lo notaste.
La voz de Miles me sacó una breve sonrisa, pero no aparté la vista de Gia.
—¿Y eso cambia algo? —respondí con total calma.
Escuché su bufido, pero no me molesté en mirarlo. Porque en ese momento, solo había una persona que me importaba en esa habitación.
Gia desvió la mirada por un segundo, como si buscara algo en el suelo o intentara ocultar la forma en que sus mejillas se encendían. Pero luego la levantó otra vez y me sostuvo la mirada. No me esquivó, no intentó restarle importancia a mis palabras.

ESTÁS LEYENDO
Somos Arte
Teen FictionLa vida amorosa de Gia está por los suelos. Descubrió a su novio engañándola con su mejor amiga, y luego de unas largas vacaciones de verano empieza su último año de preparatoria donde tiene que enfrentarse a esta nueva pareja. Así que para demostra...