CAPÍTULO | 06

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☀︎︎Camino Al Vacío☀︎︎

Maeve Dunbroch

Las paredes doradas del palacio de Auradon brillaban con el reflejo del sol. No importaba cuánto sonriera o cuánto fingiera encajar en este mundo de normas y expectativas. Odio esto.

Y si alguien entendía eso, era Mal.

La encontré en los jardines, sentada bajo un árbol con las rodillas dobladas contra el pecho. No dije nada al principio, solo me dejé caer a su lado, dejando que el viento despeinara mi cabello rojizo.

—¿Otra vez peleaste con tu mamá? —preguntó Mal sin mirarme.

Solté una risa amarga.

—Cuando no estoy peleando con ella, es porque estoy demasiado cansada para hacerlo.

Mal bufó, pero no de burla, sino de entendimiento. Ambas estábamos atrapadas en un lugar asfixiante.

La observé de reojo. Entre la presión de ser la hija de Maléfica y la de convertirse en lo que Auradon quería que fuera, Mal parecía una cuerda tensa a punto de romperse.

—Deberíamos irnos —dije de repente.

Mal frunció el ceño.

—¿Irnos a dónde?

—A la Isla.

Ella solo me miró como si estuviera loca.

—¿Estás bromeando?

—Para nada. — Dije girandome hacia ella — Piénsalo, Mal. Ahí no hay reglas absurdas, ni princesas perfectas, ni expectativas imposibles. Solo seríamos nosotras. Podríamos hacer lo que quisiéramos, sin que nadie nos diga cómo debemos ser.

Mal apretó la mandíbula.

— No puedo dejar aquí a mamá...

— ¡Entonces la llevamos con nosotras!

Mal no respondió, pero pude notar que poco a poco la estaba convenciendo. Ella solo buscaba excusas para evitar lo que siempre ha querido hacer.

—¿Y Ben? —preguntó Mal tras un momento.

—Ben lo superará. — dije empeza do a dudar —  Él no entiende lo que es sentirse atrapada entre lo que eres y lo que esperan que seas.

Mal mordió su labio.

—¿Y tú? —preguntó con cautela—. ¿Por qué quieres irte?

Aparté la mirada. No iba a decirle que llevaba días viendo luces azules hacia la Isla, ni que algo dentro de mí, me dice que mi destino está más allá de Auradon.

—Porque estoy cansada de fingir. Porque aquí solo soy una copia de mi madre.

El silencio se alargó. Mal tenía una tormenta en los ojos, se perfectamente que se esta debatiéndo entre la razón y el deseo de salir corriendo de todo esto.

Finalmente, exhaló con cansancio.

—¿Cómo propones que lo hagamos?

—¿Recuerdas la moto qué te regaló Bennybo?

El viento se hizo más fuerte mientras observo a Mal, quien me mira con los brazos cruzados y una ceja arqueada.

— ¿No puede ser en limusina?

— No.

— ¿Carruaje?

— Desde hace siglos que no ocupamos carruajes, Mal.

The Bear KingdomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora