Capítulo 52: Mente despejada

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Yoon-Ah

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Yoon-Ah

In-ho me había insistido en que saliera a despejarme, que me haría bien, aunque sinceramente no me sentía capaz de relajarme. Desde hace días, mi mente no encontraba descanso. El peso de mis pensamientos era abrumador: mi padre, mis amigos, Jun-hee... ¿Habría dado a luz ya?

Pensé en ir a otro sitio, pero mis pensamientos me llevaron una vez más al único lugar que parecía ofrecerme un poco de paz: la librería. Había algo en la calidez de sus luces, en el sonido de las páginas al pasar, en el aroma del café que se entremezclaba con el perfume de los libros nuevos y antiguos, que me hacía sentir protegida del mundo exterior.

Como siempre, Alfred me llevó hasta la entrada y se quedó esperándome afuera. Esta vez, en lugar de hojear un libro al azar y marcharme, decidí quedarme. Escogí uno de los sillones mullidos cerca de la cafetería, donde el suave murmullo de las conversaciones y el silbido de la máquina de café creaban un ambiente reconfortante.

Me sumergí en la lectura, perdiéndome entre las líneas de tinta. Los minutos pasaron sin que me diera cuenta, hasta que sentí un ligero toque en mi hombro izquierdo.

Un escalofrío recorrió mi espalda.

Por favor, no...

Tragué saliva antes de girarme lentamente. Pero antes de que pudiera ver quién era, su voz llegó primero.

—Yooni.

Mi cuerpo se tensó de inmediato.

¿Disculpa?

Levanté la vista y ahí estaba él: Jun-ho. Genial, lo único que me faltaba.

Me observaba con una sonrisa fácil, como si me conociera de toda la vida, como si hubiera algo entre nosotros que le diera derecho a esa confianza que no tenía.

Fruncí levemente el ceño.

—¿Disculpa? —repetí con un tono seco, dejando claro que no me gustaba aquella familiaridad.

Jun-ho no pareció inmutarse. Se sentó frente a mí con la naturalidad de alguien que cree ser bienvenido.

—¿Ya no me recuerdas?

Resoplé suavemente y cerré el libro sobre mi regazo, con la portada hacia abajo.

—Claro que sí, Jun-ho. —Le sostuve la mirada—. Pero... "Yooni". ¿Desde cuándo tienes tanta confianza conmigo?

No pude evitar que mi molestia se filtrara en mis palabras. Me incomodaba que hablara como si fuéramos cercanos. Nos habíamos visto un par de veces y, sin embargo, se comportaba como si me conociera de años. Peor aún, solo una persona me llamaba así, y él no tenía ningún derecho de usar ese apodo.

Jun-ho alzó las manos en un gesto conciliador, su expresión cambió levemente.

—Lo siento mucho, ¿te molesta? No lo haré más.

Just for you | Hwang In-ho Donde viven las historias. Descúbrelo ahora