Capítulo 34

3.7K 348 211
                                    

Lucía

— Lucía, estás sangrando… — no me importa ahora mismo lo que diga mi madre; mi mente está en blanco, viendo un punto fijo de las paredes del frío hospital.

Mi padre va de un lado a otro; la madre de Noah no ha venido, me pregunto si le importa tan poco su hija.

Hasta que ella y el monstruo entran por aquella puerta del hospital.

— Lucía… — no me importa de quién es aquella voz; todos mis músculos se tensan, quiero matarlo, quiero verlo en el lugar de Noah.

Mis pasos son muy rápidos, no dejo que mi padre me detenga, ni Miguel, ni las súplicas de mi madre.

Él no me ha visto aún; le grita a su esposa, y ella, con lágrimas, no dice nada. ¿Quién pensaría que el supuesto creyente de Dios iba a hacerle eso a su propia hija?

De un empujón lo aparto de su esposa.

— ¡No la toques! — me pongo como el escudo de ella; tal vez es porque, en parte, Noah se parece a su madre.

Él, como un toro furioso, va a acercarse hasta mí.

— ¡No te atrevas a tocar a mi hija! — mi padre se planta delante de mí, fuerte e imponente.

— Tu hija… — suelta una risa sin gracia — ¿Ese demonio es tu hija? — aprieto mis puños — ¿Sabes qué ha estado haciendo tu hija? ¡Ella ha contagiado a mi hija!

Se atreve a decirle hija a Noah después de hacer que llegue a un hospital…

— Yo, simplemente estaba sacando el mal de mi hija, pero ¿sabes qué me dijo? Que no le importaba, que ella amaba a esta porquería — mi padre es quien lo golpea cuando yo quiero hacerlo.

— ¿Cómo es posible que creas que eres un padre? El amor de los padres es incondicional, ¡¿no es lo que te ha enseñado la iglesia?! ¡No eres más que basura humana! No vuelvas a hablar así de mi hija, porque yo no seré gentil.

A pesar de que parece enojado, no hace nada más que mirarnos con odio.

— Me gustaría que mi hija muriera a que sea una lesbiana, a que la gente me… — aparto a mi padre y ahora soy yo quien se va contra él; si bien es fuerte, mi furia sigue cegándome al punto de no sentir nada.

— ¡No te atrevas a decir eso! ¡No miras lo que has hecho, imbécil?! ¡¿Cómo te atreviste a tocarla?! — en algún punto estoy a nada de terminar con él; su cuerpo no se mueve, y es ahí cuando me apartan de él; los paramédicos vienen y se lo llevan, y mientras escucho a su esposa llorar por él, yo no puedo evitar llorar por pensar que lo que dijo podría hacerse realidad.

Estoy tan alterada, no quiero que nadie me toque; intento safarme de todos, quiero ver a Noah, quiero ver su sonrisa y decirle que esta vez sí le daré los besos que quiere, que sí puede quedarse conmigo…

Debió quedarse conmigo.

Termino por derrumbarme nuevamente.

Sé que este tipo de violencia no es nada nuevo; hay casos similares por todo el mundo; a pesar de que estamos en una época moderna, la homofobia puede llevar a casos como este, y como fanático religioso, aún peor; miles de personas aún siguen escondiendo su orientación, siguen en las sombras, por el miedo. No creí que su padre llegara hasta este punto, pero ahora sé que no volveré a dejar que esté cerca de ella nuevamente.

 *

— ¡Ah! — me quejo.

— Lucía… ¿qué relación tienes con Noah…? — mi madre pregunta con cautela mientras Catalina sigue limpiando mis heridas.

Me quedo callada.

— Mi esposo las vio esta mañana… — comienza a hablar la madre de Noah y todos le ponemos atención, yo me pongo un poco nerviosa. — Llegó furioso, creí que simplemente le daría un sermón, pero… cuando llegó, todo se volvió un caos, no pude pararlo; él dijo que nuestra hija era una pecadora, que merecía un castigo, que eso está mal y Dios no lo aprobaría nunca…

Ella llora después de decir aquello. Me siento aún más culpable; seguramente nos vio aquí, esta mañana.

— Lucía, ¿tú y Noah…? — esta vez es mi padre.

— Noah y Lucía se quieren — mi hermano sale en mi defensa; se lo agradezco, no tengo fuerzas suficientes — Mamá, papá, señora, yo… yo lo sabía; pueden pensar que esto pudo afectarme, y lo hizo, porque quiero a Noah, y por eso mismo lo acepté; ella estaba enamorada de mi hermana, me pregunto si no le parecía algo malo. Somos seres humanos, cometemos errores, pero amar nunca será un error, y nosotros no somos jueces para juzgar a las personas; además, Dios siempre dice que ama a sus hijos, a todos, ¿importa tanto a quién ames? Después de todo él es amor; sé que mi hermana también quiere a Noah, lo demuestra siempre, incluso mejor que yo…

Todos nos quedamos callados; yo mirando a mi hermano por primera vez como mi héroe; sé que tal vez los hermanos mayores deberíamos ser ejemplo, pero a veces, los pequeños son mucho mejores que nosotros.

— Hija… ¡nosotros te queremos como eres! — mi madre se acerca y me abraza — No me importa quién te guste, siempre serás mi hija, sigues siendo mi hija y nada va a cambiar eso.

— Te queremos, Lucía — papá se une al abrazo.

Seguramente están conmovidos por todo lo que ha pasado, y quieren asegurarme que ellos no serán como él.

A pesar de sentir su apoyo, todo mi ser solo quiere que una persona me abrace.

— No sé cómo tomarme eso, pero sé que mi esposo no debió hacer eso — ella sigue lamentándose.

— Sinceramente, su esposo debería estar en la cárcel… — Nataly mira curiosa a la madre de Noah — Pero no se preocupe, ya llamé a la policía.

— Aunque lo ame… — ella mira con melancolía el techo del hospital — No… no quiero estar con un hombre que sea capaz de lastimar a nuestra hija.

— Te apoyaremos en esto — mi padre y madre se acercan ahora a ella; Miguel mira con una sonrisa calmada; Catalina solo observa con cara de "ya lo sabía".

— ¿Profesora? — ¿Sofía? Ella aparece por el pasillo y nos mira a todos. Había olvidado que se quedaría en este hospital por su madre.

— Yo le digo, vamos, Sofi — Miguel se la lleva; yo simplemente suspiro; hasta ahora no tenemos noticia alguna de Noah y eso comienza a molestarme

Mi Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora