Extra: Vuelve el color

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RYKER

El museo Timeless Icarus era lo más nuevo, pero a la vez no era muy visitado. Cuando lo abrieron hace cinco años, vine con mamá a la inauguración. La invitaron a exponer una de sus obras, ya que fue creado para los artistas actuales. El dueño quería darles oportunidad a nuevos pintores para crear una nueva era.

—Ry —dijo mamá tomándome del brazo.

—Ah, sí, sí, lo siento. Todos los cuadros están lindos.

—Sí, pero concéntrate en tu madre —me dio su celular para tomarle una foto al lado de su pintura.

Posó abriendo los brazos y señalando su cuadro. Ella era muy carismática.

—¿Quedó? No quiero quedarme con los brazos así tiesos cuando venga el público.

—Quedó perfecta.

—Ahora tú. —Corrió a quitarme el celular y me empujó a posar al lado del cuadro. —Sonríe grande, le enviaré este video a tu noviecita.

—¿Qué? —El flash me alcanzó y sabía que esa foto salía horrible. —¿De qué hablas? Borra esa foto salgo mal.

Sonrió e hizo algo rápido en su celular antes de que alcance a ver.

—Se lo mandé a Gia, se va a reír con esto.

Sentí como mis mejillas se tornaron rojas. Las cubrí con mis palmas.

—Mamá, ¿es en serio? —me quejé.

—Claro, la pobre niña está estudiando y nosotros aquí disfrutando de este lindo momento.

—No... no me refería a eso, dijiste que es mi novia...

—Prefieres que le diga futura nuera.

Le di la espalda porque estaba ardiendo que parecía rocoto.

Escuché la risa burlona de mi mamá a mi espalda. Ella era imposible.

—Supéralo —alargué la palabra.

—Ay no, es demasiado divertido ver como la quedas viendo por buen rato. Claro, ella no se da cuenta.

—No hago eso.

Sus brazos me rodearon y me samaqueó.

—Claro que sí, ves cómo estás rojo ahora. —me hincó las mejillas.

—Es difícil, sabes, no es como que yo le guste.

—Cambia el destino, y fuérzalo.

—No podría, Miles me colgaría del techo, vendería mis órganos.

Se burló colocándose a mi lado.

—Qué lástima que no tuve una hija, hubieran quedado bien juntos.

Me llevó al lado del cuadro para poder tomar una nueva foto.

—Sonríe, está va para mi fondo de pantalla.

Tomó la misma foto unas cinco veces hasta que estuvo satisfecha y levantó el pulgar.

—Por qué mejor no le envías esa foto.

—Y luego yo soy la loca que digo tonterías.

Me crucé de brazos y me alejé.

—Oye, no te enojes. Hasta puedo ayudarte a planear una romántica declaración de amor. Pinto un cuadro gigante que diga "¿Me haría es honor de ser tu increíble, aristocrático, perfecto, artístico, carismático, romántico y perfecto novio?" Claro, aquí mismo, y yo me esconderé detrás de esa columna para cuando diga que si lanzo confeti.

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