El sol se filtra por la ventana alta y enorme, deslizándose en haces dorados sobre el suelo, iluminando el polvo suspendido en el aire. El olor a pintura fresca flota en la habitación, mezclándose con la brisa suave que entra desde el balcón. Ryker está inclinado sobre el lienzo, con la ceja fruncida y un trazo de azul manchándole la muñeca. Su mano se desliza firme, creando formas que solo existen en su cabeza hasta que cobran vida sobre la tela.
Gia lo observa desde el umbral, con los pies descalzos y su cámara colgando del cuello. No dice nada, solo lo mira. Le gusta ver cómo se pierde en lo que hace, cómo sus dedos encuentran los colores exactos, cómo la luz juega con los tonos y sombras sobre su piel. Se acerca en silencio, sintiendo el crujir de la madera bajo sus pasos, hasta quedar justo detrás de él.
Ryker ladea la cabeza sin dejar de pintar. Sabe que ella está ahí, siempre lo sabe.
—Vas a decir que la proporción está mal —murmura con una media sonrisa.
Gia suelta una risa breve y apoya el mentón en su hombro. Su perfume se mezcla con el de la pintura.
—Solo un poco —bromea, deslizando la mirada por el lienzo. El cuadro está inacabado, pero ya tiene su esencia. Es suya. En cada trazo, en cada mancha deliberada, en la mezcla caótica de colores que Ryker nunca teme usar. Y es hermoso.
Él deja el pincel en el borde del tarro y la envuelve con un brazo, atrayéndola hasta quedar atrapada entre él y la tela aún húmeda. No le importa mancharse. Nunca le ha importado.
—No le tomes fotos todavía —le susurra contra la sien—. Aún no está listo.
Gia entrecierra los ojos, disfrutando del calor de su cuerpo. Pero lo fotografía de todas formas, en su mente, como ha hecho tantas veces antes. Atesorando el instante antes de que pase, antes de que se convierta en un recuerdo más.
Desde el pequeño parlante suena una canción suave, una melodía que se filtra entre ellos, envolviéndolos en esa burbuja en la que el tiempo parece doblarse. Afuera, el día sigue su curso, pero aquí dentro no hay prisa.
Y entonces, en los trazos de pintura, en la luz que se desliza por sus pestañas, en la fotografía que aún no ha sido tomada y en el cuadro que aún no está terminado, Gia lo entiende.
Son arte. Siempre lo han sido.
FIN.

ESTÁS LEYENDO
Somos Arte
Teen FictionLa vida amorosa de Gia está por los suelos. Descubrió a su novio engañándola con su mejor amiga, y luego de unas largas vacaciones de verano empieza su último año de preparatoria donde tiene que enfrentarse a esta nueva pareja. Así que para demostra...