Miles insistió en cargar mi maleta mientras Ryker nos guiaba al segundo piso. Caminó por el pasillo y se detuvo frente a una puerta, apoyando la mano en el marco con un orgullo apenas disimulado.
—Tu habitación está lista.
Parpadeé, confundida.
—¿Qué?
Él asintió, señalando la puerta con la cabeza.
—Pasé las últimas dos semanas limpiando toda la casa. Y, antes de que preguntes, sí, también me encargué de tu cuarto.
Fruncí el ceño, más desconcertada que nunca.
—¿Lo hiciste solo? ¿Por eso me hiciste venir sola a casa tres veces?
—Sí, y lo siento, estaba pintando y siempre andaba con la ropa sucia, no puedo presentarme a la sociedad así, qué asco.
—Mi habitación —susurré mirando la puerta blanca.
Ryker soltó un suspiro, como si tuviera que explicarme algo demasiado obvio.
—Gia, siempre has pasado tiempo aquí. Nunca nadie te lo arrebató.
Miles soltó una carcajada baja, sacudiendo la cabeza.
—Esto es tan típico de ti...
Ryker lo miró mal.
—¿A qué te refieres?
—A que finges ser un gruñón, pero eres un maldito sentimental —respondió Miles con una sonrisa burlona.
Ryker bufó y se giró hacia mí antes de que pudiera decir algo más.
—¿Vas a entrar o no?
Tragué saliva y asentí antes de empujar la puerta.
La habitación era sencilla, pero perfecta. Las paredes estaban limpias, el suelo impecable y la cama bien hecha, con sábanas frescas y acolchonadas. Había un pequeño escritorio junto a la ventana y un armario gigante esperando a ser llenado.
Mi habitación.
Me llevé una mano a la boca, sintiendo un nudo en la garganta.
—Ryker...
Él se rascó la nuca, evitando mi mirada.
—Si no te gusta, podemos cambiar cosas, no es gran cosa...
Antes de que pudiera seguir, me giré y lo abracé con todas mis fuerzas.
Ryker se tensó por un segundo, pero luego dejó escapar un suspiro y me devolvió el abrazo.
—Gracias —murmuré contra su pecho.
Él se encogió de hombros.
Miles nos miraba con una sonrisa de lado, apoyado en el marco de la puerta.
—¿Y mi cuarto?
Ryker le lanzó una mirada de fastidio.
—Obviamente, también está listo, no seas ridículo.
Miles asintió con aprobación.
—Bien. No quería tener que dormir en el sofá. Te iba a robar tu habitación.
Los tres nos quedamos en silencio por un momento, hasta que solté un pequeño suspiro y me dejé caer sobre la cama.
Miles dejó mi maleta en el suelo y miró alrededor de la habitación con una sonrisa de aprobación.
—Está bastante bien. —Asintió, cruzándose de brazos—. Mejor de lo que esperaba viniendo de ti, Ryker.
Ryker le lanzó una mirada de fastidio.

ESTÁS LEYENDO
Somos Arte
Teen FictionLa vida amorosa de Gia está por los suelos. Descubrió a su novio engañándola con su mejor amiga, y luego de unas largas vacaciones de verano empieza su último año de preparatoria donde tiene que enfrentarse a esta nueva pareja. Así que para demostra...