Capítulo 41

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Sam

—¿Te he dicho lo mucho que te amo? —en un susurro Jake habló a mi oído y me hizo temblar. —Lo siento —una risa llenó su pecho y comenzó a vibrar, sonreí ante ello ya que yo estaba con la cabeza recostada en el. Traía una manta encima que él me había regalado, aquellos dibujos de círculos que estaba dibujando en mi hombro me mantenían relajada. Los besos consecutivos en la cabeza me hacían sonreír. Pero nada de ello me quitaba aquella preocupación.

¿Qué diablos había hecho?, mamá iba a matarme si se enteraba de esto, yo... no había podido cumplir mi promesa de "virgen hasta el altar".

—¿Todo en orden? —al ver sus ojos avellana mirarme con anhelo aquella pregunta se esfumó. No me arrepentía de nada, había hecho el amor con el hombre que amo, y me había hecho sentir especial. Como nadie lo había hecho jamás.

—Lo está —sonreí. Subí lentamente para dejar un beso en sus labios y sentarme de espaldas a él en el borde de la cama mientras veía la luz de la luna. –Es hermosa.

—Lo es —sonreí al oír su voz, él me dio una sonrisa de vuelta y el frío escaló mi cuerpo cuando la manta cayó. —Tápate porque dudo que aguantes el segundo round —sonrió y me jaló hasta él para envolverme en sus brazos suavemente y comenzar a besarme.

—Opa, opa, caballero —sonreí cuando comenzó a tomarme de la cintura con desespero —¿no te apetece cenar? —una sonrisa adornó su rostro de una manera impresionante, ¿eso le alegraba?

—Hora de comer —de un saltó salió de la cama, me tomó de la mano y me levantó como si fuera una muñeca pequeña. Me deslizó una camisa blanca de manera rápida y dejó un beso en mis labios —yo hago la cena —salió de la habitación casi casi saltando de la emoción. Deslicé mis bragas las cuales yacían en el borde de la cama y salí tras él, lo vi de espaldas a la nevera y desde el umbral de la cocina podía ver aquella enorme sonrisa.

—¿Te alegra cenar? —sonreí al ver la emoción en su rostro. Él se volteó, llegó hasta a mí y me tomó de la cintura para levantarme como si fuera una pluma, como si no pesara nada. Me sentó en la encimera frente a él y se abrió paso entre mis piernas.

«me cargó como si fuera una pluma»

Repetí intentando creérmelo.

—No, me alegra que quieras cenar —su sonrisa causó un huracán de emociones en mi pecho y me besó dulcemente.
 
—¿Qué deseas cenar, mi amor?

—No lo sé —reí.

—Pues a ver que me invento.

—-Confío en ti —murmuré, observándolo mientras sus manos acariciaban suavemente mis muslos, como si quisiera prolongar aquel momento.

Sus ojos se encendieron con un brillo travieso antes de dar un paso atrás. Me sentíinstantáneamente desprotegida sin su calor, pero antes de que pudiera quejarme, deslizó sus manos por mi cintura y me bajó lentamente de la encimera, asegurándose de que nuestros cuerpos se rozaran en el proceso.

—Espero que confíes también en mi cocina —dijo, entrelazando nuestros dedos y llevándome hasta la nevera.

—Eso está por verse —reí, apoyando mi barbilla en su hombro, poniéndome de puntillas, mientras él comenzaba a sacar los ingredientes.

—Voy a sorprenderte —susurró y giró el rostro hasta que nuestras narices se rozaron.

—Ya lo haces —admití, perdiéndome en la calidez de su mirada antes de que su boca tomara la mía en un beso pausado y lleno de promesas.

La cena podía esperar.

Jake se separó de mí con una sonrisa en los labios, pero sus ojos seguían brillando con deseo.

—Voy a prepararte una cena que nunca olvidarás —dijo con voz grave, mientras sus manos se movían con precisión y elegancia.

—Eso espero —respondí con una sonrisa, observándolo mientras se movía por la cocina con una gracia felina. Cada uno de sus movimientos irradiaba confianza y sensualidad.

Mientras él cocinaba yo tomé asiento nuevamente en la isla y lo miraba en silencio, él me comentaba que aprendió a cocinar a los nueve porque a su mamá le tocaba trabajar.

—La comida es una forma de expresión —dijo con entusiasmo—. Me gusta jugar con los sabores y las texturas para crear experiencias únicas.

—Me parece increíble que seas tan talentoso en todo lo que haces —admiré, sintiéndome afortunada de estar a su lado.

—Aún no has probado mi comida —replicó con una sonrisa traviesa—. Pero te aseguro que no te decepcionará.

Sonreí cuando comenzó a terminar aquel plato mientras hablaba y hablaba, no me molestaba en absoluta que hablara tanto, en su lugar me parecía increíble lo fácil que le era decir lo que quiere y lo mucho que ama hacerlo.

—Buen provecho —dijo Jake cuando me extendió un plato de camarones al ajíllo con una salsa de vegetales cortados finamente. Tomé el plato entre las manos y lo repasé a él de arriba a bajo. Ahora se encontraba apoyado en el frente de la isla en donde estaba yo, tenía la mano en la boca porque estaba nervioso.

Tomé el cubierto y metí un camarón en mi boca, él me analizaba como si estuviera ansioso por mi respuesta. Yo tardé en decirle ya que él había preparado un plato exquisito que despertó todos mis sentidos. Cada bocado era una explosión de sabor y cada aroma me transportaba a un mundo de placer.

—Eres un hombre increíble —susurré con la voz entrecortada por la emoción—. No solo eres guapo y talentoso, sino que también eres una persona maravillosa por dentro.

—No digas eso —respondió con modestia—. Solo soy un hombre que intenta hacer lo que le gusta. ¿Te gustó?

—Pues lo haces muy bien, y me encantó —insistí, tomándolo de la mano y acercándolo a mí—. Eres perfecto.

Jake me miró a los ojos, sus acercó a mí, me quitó el plato de las manos y me besó con pasión. Sus labios se movieron con suavidad y ternura, pero también con una intensidad que me hizo temblar.

—Te quiero —susurró contra mis labios—. Eres la mujer de mi vida.

—Yo también te quiero —respondí con el corazón latiendo a mil por hora—. Eres el hombre que siempre soñé.
—La noche continuó entre risas, caricias y confesiones. Jake me hizo sentir especial, deseada y amada. Me demostró que era un hombre en todos los sentidos de la palabra, un hombre que me haría feliz para siempre.

Pero la pregunta era, ¿cuánto dura nuestro "para siempre"?

Una Ilusión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora