Capítulo 46: Silencio y Tensión

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Yoon-Ah

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Yoon-Ah

El aire estaba tenso, opresivo, y la frialdad de las palabras de In-ho seguía resonando en mis oídos. Nos quedamos allí, mirándonos sin mirarnos realmente, como dos desconocidos atrapados en un conflicto del que no sabíamos cómo salir. El sonido de su respiración era lo único que se escuchaba, cada uno perdido en sus pensamientos, evitando la mirada del otro, sin saber qué hacer ni qué decir. Finalmente, fue él quien dio el primer paso, girándose y caminando por el pasillo para salir del hospital hacia la camioneta.

Sin una palabra, In-ho me abrió la puerta del vehículo. No hubo una mirada, no hubo un gesto más allá de la acción de su mano que tocó la puerta, la movió suavemente hacia atrás. Aunque seguía molesto, su sentido del deber parecía prevalecer. Mi pecho se apretó al ver su gesto, pero no respondí. Me subí sin decir nada, ni siquiera mirándole. Sabía que en ese momento no valía la pena hablar, pero no dejaba de preguntarme qué estaba pasando en su cabeza.

El viaje en la camioneta estuvo en silencio. Los minutos parecían interminables mientras el sol iluminaba en el horizonte. Mi mente no dejaba de dar vueltas a la pelea, a sus palabras, a lo que había sucedido en el doctor. Un nudo en mi estómago me recordaba que no podía ignorar lo que estaba pasando. Yo también estaba enojada, sí, pero más que eso, sentía una especie de vacío. La situación se volvía cada vez más complicada, y no sabía cómo afrontar todo esto.

In-ho conducía con la vista fija en la carretera, su expresión completamente cerrada. No me miraba, no decía nada.

El peso de la pelea todavía estaba sobre nosotros. No había llegado a ningún lado. No había una conclusión, solo un muro entre los dos.

Apreté los labios y desvié la mirada hacia mi regazo. No tenía fuerzas para seguir peleando, pero tampoco podía simplemente aceptar lo que él quería.

El viaje se hizo eterno.

Cuando por fin llegamos a casa, In-ho apagó el motor y bajó sin decir una palabra. Me quedé unos segundos en el asiento, sin querer enfrentar la realidad de lo que estaba por venir. El de nuevo al bajarse se dirigió a mi lado de la camioneta y sin siquiera verme volvió a abrir mi puerta.

Dentro de la casa, la tensión era aún más asfixiante.

In-ho se quitó la chaqueta y la dejó sobre el sofá antes de dirigirse directamente a su oficina. Cerró la puerta tras de sí sin mirarme ni una sola vez.

Bien. Si él no iba a hablar, yo tampoco.

Fui a nuestra habitación y me cambié de ropa a una más cómoda. La sensación de su ausencia se filtraba en cada rincón de la casa, aunque técnicamente él estaba ahí. Pero la barrera invisible entre nosotros hacía que se sintiera como si estuviéramos en extremos opuestos del mundo.

El día transcurrió en un silencio amargo.

No nos cruzamos, no nos dirigimos la palabra. Ni siquiera nos miramos.

Just for you | Hwang In-ho Donde viven las historias. Descúbrelo ahora