Cuando el timbre sonó anunciando el final de la clase, recogí mis cosas con desgano. Kasia no tenía ganas de seguir con el día y prefería observar a su amor platónico hasta que terminara de entrenar. La tuve que arrastrar a la puerta y seguimos por los pasillos abarrotados.
—Vamos, Historia no es tan malo —dije, acomodándome la mochila en un hombro—. Solo tienes que fingir interés mientras el profesor divaga sobre civilizaciones antiguas.
—Prefiero idiomas, es mejor y entretenido. Historia me da sueño, prácticamente mi cuaderno está vacío.
—Es porque prefieres dormir que escuchar la clase—murmuré, sintiendo una punzada extraña en el estómago.
—¿La que se queda dormida en matemáticas me está diciendo eso?
—¿Ya te dije que eres mi hermana perdida?
Nos reímos esquivando a los demás estudiantes.
—Me duele mucho la panza.
—¿Comiste algo que te ha caído mal?
—No, pero siento que mi estómago está a punto de rebelarse contra mí.
Kasia me lanzó una mirada de alarma.
—¿Nivel "voy a morir" o nivel "puedo sobrevivir sin drama"?
—Iba a decir que puedo sobrevivir, pero... —Hice una mueca cuando otro dolor punzante me recorrió el abdomen—. Cambio de planes. Esto se siente como una puñalada interna.
—¿Quieres ir a la enfermería?
Negué con la cabeza.
—No quiero llamar la atención. Vamos a clase y si empeora, veré qué hago.
Kasia no parecía muy convencida, pero no insistió. Entramos al aula, y apenas me senté, sentí otra punzada, más intensa esta vez.
—Oh, no... —susurré, inclinándome ligeramente sobre el escritorio.
—Gia, tu cara está pálida.
—Mi alma también.
Me doblé un poco más, apretando los ojos con fuerza. Kasia se inclinó hacia mí, preocupada.
—Esto no es normal. ¿Segura que no quieres salir?
—Si me levanto ahora, probablemente termine en el suelo.
—Pues mejor en el suelo que muerta en esta clase aburrida.
Intenté reír, pero otro calambre me cortó la respiración. Dios, esto no era solo un simple dolor. Algo estaba realmente mal.
No sé si la madre de Ryker me cuidaba desde el cielo, porque desde luego mi madre no era la que me hizo soportar como una guerrera tres horas de clase hasta que la campana sonó y todos salieron disparados a comer.
El dolor se intensificó de golpe, como si alguien me estuviera retorciendo las entrañas con una mano invisible. Apoyé los codos en el escritorio y dejé caer la frente sobre mis brazos, respirando con dificultad.
Ya no podía con esto.
—Gia... —susurró Kasia—. Esto no es normal, te juro que pareces a punto de desmayarte. Ya sonó la campana, podemos salir.
Intenté responderle, pero otra punzada me dejó sin aire. Se sentía como si mi estómago estuviera siendo apuñalado desde adentro. Mi piel estaba fría y un sudor pegajoso empezó a formarse en mi nuca.
Kasia se puso de pie de inmediato.
—Dios, Gia... —Rodeó mi espalda con un brazo y me ayudó a incorporarme—. Vamos, no te caigas ahora.

ESTÁS LEYENDO
Somos Arte
Teen FictionLa vida amorosa de Gia está por los suelos. Descubrió a su novio engañándola con su mejor amiga, y luego de unas largas vacaciones de verano empieza su último año de preparatoria donde tiene que enfrentarse a esta nueva pareja. Así que para demostra...