🖌 12. Hora del chisme

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Busco a Kasia entre las demás personas y la melena rubia platinada resalta entre los demás. Se detiene en los casilleros que es donde por fin me ve y alza la mano dramáticamente para que todos vean.

—Te tengo que contar algo que me pasó ayer. —Susurro mirando a todos lados.

—Ryker te propuso matrimonio.

—¿Qué? No.

—Bueno, seguiré guardando mi fabuloso vestido para ser tu testigo.

La tomé de los hombros.

—La parejita ayer me torturó.

—¿Qué? ¿Te lastimaron?, ¿Estás bien?, ¿Ryker lo sabe?

—No, sí y no.

—Si quieres que le saque las muelas a esa serpiente, tú solo dime.

—Por supuesto, no lo hagas sin mí. Me dan ganas de agarrarla de las extensiones y arrastrarla por toda la escuela.

—No amiga, merece más que eso. La odio.

Dejo mis cosas en el casillero a la vez que la campana suena.

¿En serio me demoré tanto hablando con Ryker en el auto? Ya estoy en el aula cuando la campana suena.

—¿Tan rápido suena la campana?

—No lo sé, yo llego minutos antes de que suene, a veces estoy entrando al aula.

Corremos al aula de matemáticas que es el curso que más odio y nos sentamos al último de la clase, como siempre, para que la maestra no me pregunte nada y dormir a gusto.

Darla llega con sus tacones haciendo mucho ruido, detrás de ella la maestra y cierra la puerta.

—Bien, cuéntame todo y exagera. —Se pega más a mí.

—La encontré en el baño cuando salía, bebí mucho jugo ayer y debía ir al baño, ella entró y empezó a decir: "Vi que estás saliendo con Ryker."

—¿Te habló así sin más? ¿Después de lo que hizo?

—Sí.

Kasia me miró con los ojos entrecerrados, como si estuviera decidiendo entre prenderle fuego a Darla o inscribirse en el mismo gimnasio solo para espiarla.

—Yo sabía que ella no tiene sangre en la cara. Dice que hace cardio, pero no entiendo por qué lo practica si no tiene corazón. No le hace efecto.

Solté una risa, pero el enojo seguía ahí, latente.

—Lo peor fue su cara de "no hice nada malo." Como si no hubiera pasado semanas coqueteando con Koen mientras aún estábamos juntos.

Kasia resopló.

—¿Y qué te dijo exactamente?

—"Solo pienso en lo gracioso que debe ser para tu hermano verlo con su pequeña hermanita.", como si nada. Como si no hubiera destrozado lo poco que quedaba de mi paciencia con ella.

—¿Y cómo no la empujaste por las escaleras?

—Porque no quiero antecedentes penales. Aún.

—Eres más fuerte de lo que pensaba, Gia.

Se cruzó de brazos y negó con la cabeza, indignada.

—Es que, en serio, Darla tiene talento. Un talento asombroso para hacerse la víctima. Es como si cada vez que hace algo activara un escudo de "yo no fui."

—Y lo peor es que la gente le cree.

Kasia puso los ojos en blanco.

—Por supuesto, porque se hace la dulce, la buena, la niña que "jamás haría algo así."

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