Capitulo 42: Persona Nueva

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Yoon-Ah

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Yoon-Ah

El sonido del reloj en la mesita de noche fue lo primero que escuché. Un tic-tac pausado que rompía el silencio de la habitación.

Parpadeé varias veces, sintiendo mis ojos pesados. La luz que entraba por la ventana era tenue, como si aún fuera temprano.

Moví mi brazo, buscando a In-ho a mi lado, pero el espacio estaba vacío.

Fruncí el ceño.

Aún podía sentir el leve calor en las sábanas, pero ya no estaba ahí.

Me incorporé lentamente y, cuando giré el rostro, vi una pequeña nota en el buró.

Me incliné, tomándola entre mis dedos con cierto recelo.

"Al llegar a casa, hablamos."

Lo leí varias veces, intentando encontrarle algún significado más allá de lo evidente.

No había despedida, ni un "nos vemos luego", ni siquiera algo que suavizara esas palabras. Solo una frase corta y directa.

Suspiré y dejé la nota de vuelta en la mesa.

A pesar del cansancio que aún sentía, decidí levantarme. Me puse una sudadera holgada y salí de la habitación.

La casa estaba en completo silencio.

Fui a la cocina y me preparé un café, pero ni siquiera tenía ganas de beberlo. Mi mente estaba atrapada en ese mensaje.

Sacudí la cabeza.

No iba a pasarme el día preocupándome por eso.

Decidí salir.

Me di un baño refrescante para olvidar todo lo de la nota y me arreglé para salir.

Alfred ya estaba esperándome afuera cuando bajé.

—Buenos días, señorita. —Su voz siempre tenía ese tono educado y sereno.

—Buenos días, Alfred. —Le dediqué una pequeña sonrisa mientras me subía al auto.

—¿A dónde la llevo hoy?

—A la librería de la otra vez.

Él asintió y puso el auto en marcha.

El trayecto fue tranquilo, con la música clásica sonando suavemente en la radio. Apoyé la cabeza contra el vidrio, viendo las calles pasar, mientras intentaba distraerme.

Al llegar, Alfred se estacionó frente a la entrada.

—La esperaré aquí.

—Gracias. —Le sonreí antes de bajarme.

El sonido de la campanilla al abrir la puerta resonó en mis oídos, pero no le di demasiada importancia. La librería tenía ese ambiente que siempre me relajaba: el murmullo bajo de las pocas personas que hojeaban libros, el olor a papel nuevo y viejo mezclado con un ligero aroma a café.

Just for you | Hwang In-ho Donde viven las historias. Descúbrelo ahora