SEVERANCE +𝟭𝟴 || NETEYAM AND READER || AVATAR THE WAY OF WATER

𝟬𝟳 || 𝗠𝗜𝗦𝗦𝗜𝗢𝗡

Al llegar a la sala de descanso, tomó una botella de agua y la bebió con desesperación, dejando que el líquido helado aliviara su garganta reseca, luego se secó el sudor con una toalla y finalmente, al levantar la vista, se encontró con su reflejo en el espejo.

Por un momento, se quedó inmóvil.

La niña que una vez fue ya no estaba allí. Su rostro había perdido la redondez infantil que antes tenía, sus facciones eran más afiladas. Sus ojos, aunque siempre intensos, carecían de ese brillo curioso, siendo ahora más fríos. Su cabello, que solía ser rebelde y desordenado, caía con más suavidad alrededor de su rostro. Se veía bien.

Pero no importaba, Nyx apartó la vista del espejo sin darle más vueltas. Su reflejo no cambiaba nada, solo era prueba de que el tiempo había pasado.

Respiró hondo, cerró los ojos unos segundos y luego salió de la sala.

El sonido de sus botas se mezclaba con el zumbido de las máquinas en funcionamiento y las voces lejanas de los científicos que murmuraban entre ellos. Llegó al laboratorio sin necesidad de que nadie le indicara el camino. Ya sabía lo que seguía.

Al entrar, un grupo de científicos la recibió con la misma indiferencia de siempre. Uno de ellos le hizo un gesto para que se sentara en la camilla metálica en el centro de la habitación y sin protestar, Nyx obedeció.

Después de sentarse, sintió el pinchazo de la aguja en su brazo derecho y observó con apatía cómo el líquido recorría lentamente el tubo hasta desaparecer en su piel. Años atrás, esto le habría causado un terrible mareo y hasta pérdida de conciencia. Ahora, su cuerpo lo recibía con naturalidad.

—¿Cómo te sientes? —preguntó uno de los científicos, sin realmente esperar una respuesta.

Nyx no contestó. En cambio, su mirada se posó en una esquina de la habitación, donde el Escáner NeuroSect E7 permanecía inactivo. Con solo verlo le provocaba una leve presión en la cabeza.

Actualmente recordaba muy pocas cosas de su infancia. Rostros, voces, momentos que parecían pertenecer a otra persona. A duras penas podía recordar el nombre de Kyare. Intentó imaginar su rostro, pero la imagen se desvanecía antes de poder tomar forma. Además, había otras caras en su mente, borrosas, irreconocibles. A veces, soñaba con ellas, pero al despertar, todo se esfumaba.

—Su cuerpo está en óptimas condiciones —anunció otro científico después de escanearla con un dispositivo portátil—. Las últimas vitaminas han reforzado correctamente su sistema inmunológico, su musculatura y sistema nervioso también están en buen estado.

Nyx no reaccionó. No era la primera vez que escuchaba ese reporte, así que únicamente suspiró y bajó la mirada a su brazo, observando la marca de la inyección.

La noche cayó sobre las instalaciones de la RDA con la misma monotonía de siempre. Las luces blancas parpadeaban en los pasillos, los monitores rezumbaban con suavidad y el sonido de pasos lejanos se perdía en la inmensidad del lugar. Nyx completó su rutina nocturna y se acostó en su cama, dejó que su cuerpo se relajara contra las delgadas sabanas. El día había sido duro, pero productivo. Admore estaba satisfecha, y eso significaba que Nyx estaba cumpliendo con lo que se esperaba de ella, y pensar en eso le sacó una pequeña sonrisa.

Finalmente, pronto podría salir a Pandora.

Finalmente, podría terminar con todos esos detestables salvajes.

Ella no era como ellos. No era una de esos Na'vi débiles que se aferraban a supersticiones absurdas. Los humanos habían intentado ayudarles, pero ellos lo rechazaron una y otra vez.