Capítulo 30

4.9K 340 120
                                    

Lucía

El viernes pasa más rápido de lo que quiero admitir, después de llegar a casa, recibo la noticia de lo que ha pasado con Valeria.

No la veré por quince años, espero que en ese tiempo pueda mudarme y, si es posible, cambiar mi bello rostro.

Tomar las cosas con humor es una forma de afrontamiento, me permito llorar esa noche, no por alegría, sino por todo lo que ha pasado, la psicóloga me ha dicho que sentirme vulnerable no es malo ni me hace más débil, o algo parecido.

El sábado salgo con Jean y Catalina, algo que me pone de mejor humor, sube mis ánimos. Las novedades de ambos son que Catalina sigue siendo un desastre en atención al cliente, no lo dudo, Catalina tiene un temperamento… explosivo, no en plan malo, solo, simplemente no le gusta que le lleven la contraria.

Jean, por el contrario, dice que un niño de la guardería le mordió la mano, lo cataloga como un pequeño monstruo con rabia, ha exagerado tanto que quiere ir a un veterinario para saber si en realidad no tiene rabia o algo parecido, nos burlamos diciéndole que no es necesario ir a un veterinario a menos que sea un animal.

Claro que Jean no para de preguntar con quién estoy saliendo, y como si se tratara de una investigación policiaca, se ponen a rememorar toda mi vida pasada creando teorías sobre quién es el “galán” que, según ellos, por fin me ha conquistado, no logran nada porque no les doy más detalles, sin embargo, Catalina es demasiado observadora; me da miedo que en cualquier momento suelte el nombre de Noah.

No pasa. Pero estuvo cerca.

Ya en mi cabeza se reproduce: “Woop-woop, that’s the sound of da police”.

Jajaja… voy a ir a prisión.

El domingo, cuando por fin pude verla (sé que suena a exageración, pero son algo más de veinticuatro horas sin ella) parecía que estaba alucinando porque la vi justo como en los k-dramas, bueno, no me molesta parecer ridícula ante ella.

Y a mi tonta sonrisa tampoco le importó ese día.

No pude hablar mucho con ella más allá de un saludo cordial, y al final tampoco, porque está hablando con la señora del lindo bebé.

Aunque sí pasó algo incómodo con Samir y algo gracioso con ella.

Flashback

—Eres una mujer maravillosa, Lucía. —¡Samir! ¡Que no me gustas!

—Si lo sé, soy muy maravillosa. No necesitas recordármelo, me lo digo a diario cuando me veo en el espejo.

Aparte de su traje elegante, también su risa lo es.

—Me gustaría salir algún día.

—Qué bueno, el cambio de ambiente te hace muy bien, haz un retiro espiritual.

Ok, puede que esté siendo un poquito mala con él, pero… no hay peros, no me agrada de ese modo.

—Me refería a nosotros dos, podemos salir algún día si quieres, claro, hay un restaurante increíble que…

—No —lo detengo—. Tengo mucho trabajo, ya sabes, soy maestra y tengo que estar muy centrada en mis muchachos, sobre todo ahora que están en las finales, mucho trabajo.

Hago un gesto algo incómoda por la situación.

—Oh, sí, sí, tu padre me comentó muy orgulloso que estabas enseñando en uno de los mejores colegios.

Padre, te quiero y te adoro, también a mi madre, pero deberían dejar de repartir información sobre mí.

Qué vergüenza.

—Podría ir a visitarte en algún momento.

—Nunca —debo dejar de ser tan así, o sea, tan yo.

—¿Qué? —su rostro está desconcertado y yo buscando soluciones.

—Que casi nunca tengo tiempo libre, yo te aviso, eh—veo detrás de él, a la chica que nos ayudó a cuidar a los niños—. ¡Oh, mira! Allá está Salba, ¿por qué no sales con ella?

Al momento en que se da la vuelta para mirarla, salgo de ahí, si yo fuera una ninja, que lo admito, en algún momento de mi vida quise serlo, definitivamente fracasaría.

¡Aleluya!

—Noah —creo que tengo problemas, pues su mirada está seria, con el ceño fruncido parece un gatito enojado.

—¿Así que Samir? —miro alrededor, pero nadie mira y Samir ya se ha ido rendido.

Vuelvo mi atención hacia Noah.

—Qué pesado, considerando que cree en Dios, no creí encajar en su perfil de persona ideal —suspiro cansada.

—Bueno, eres como la tentación para todos los chicos aquí —mira el piso algo triste.

—Qué pena que no me interesen —subo su mirada con mi mano—. Yo estoy enamorada de alguien con quien ningún ser humano podría siquiera compararse. Es una diosa para una simple mortal como yo…

Su sonrisa cálida vuelve y mi mano va a su mejilla.

—Adorar a otros dioses es pecado — dice ella, arderé en el infierno, estoy segura.

Me inclino para abrazarla, pero mi objetivo es acercarme a su oído.

—Uhmm, qué pena, porque yo me pondría a rezar ante ella —estoy por morir, pues Noah deja escapar un pequeño jadeo que me hace cortocircuito.

¡Ayuda!

—Lucía… —me aparto rápido de ella y salgo corriendo.

—¡Ve a confesar tus pecados!

Huyo antes de caer en la tentación de besarla, ¡no se puede!

No ahora.

Fin del flashback.

Me río recordando eso; ella es tan tierna.

 *

—Miguel, asegúrate de llevar todo lo necesario, Lucía, cuida a tu hermano y a Noah también, deberíamos invitar a su familia otra vez.

Meto un agua en mi mochila, mi bolso ya está en el auto de papá.

—Considerando que Miguel atrae a los mosquitos, creo que morirá en los primeros dos días.

No es broma, Miguel es como un imán para los mosquitos, y para colmo tiene alergia a las abejas.

—Lucía… —papá, aún riendo por lo que dije, me pasa una pequeña caja.

La tomo sin darle importancia.

—Papá, es verdad, Miguel no está hecho para irse de viaje, es delicado —abro la caja y sonrío por su contenido, son unos mochis—. Si esta es la paga por cuidar a mi hermano, acepto.

—Lucía, por favor, cuídense, esos viajes son peligrosos —mamá nos mira con preocupación.

—No te preocupes, mamá, cuando yo fui, llegué bien, ¿lo recuerdas? No pasará nada, además, estarán a mi cargo, no contrato incompetentes —sé que se refiere a los accidentes automovilísticos.

Ella pellizca mis mejillas. ¡Odio eso!

—¡Ah! ¡Sé que me quieres, pero esa no es forma de mostrar amor! —¡duele cuánto me hacen eso!

—¿Cómo que no? —papá me pellizca de la otra mejilla—. Hacíamos esto cuando eras niña.

Los comprendo, después de decirles lo de Valeria, se han vuelto más cariñosos.

—¡Ah! ¡Ya crecí! ¡Háganle eso a Miguel!

—Ni te preocupes por eso, ya lo hicimos más temprano —cuando por fin me sueltan, toco mis mejillas sintiendo ardor, si es que es posible, ¡deben estar rojas!

—Haremos una oración antes de que se vayan y los llevaré yo para traer el auto a casa.

—Sí —respondemos Miguel y yo.

 *

—¿Papá, has pensado en hablar con mi abuela? —miro a Miguel algo sorprendida.

Él se encuentra en el asiento trasero del auto y yo estoy de copiloto, si bien no es tan pegado como yo a ella, sé que la quiere.

—Estoy muy avergonzado para verla, sé que fue un error, pero no puedo volver el tiempo atrás, ojalá no le hubiera hecho caso a mi hermano —suspira—. Mi padre me mataría si estuviera vivo.

Su voz muestra arrepentimiento genuino, es la primera vez que lo oigo hablar sobre ella, y yo, en lo personal, no he intentado hablar de eso con él.

—Sé que no se puede volver el tiempo atrás, pero siempre puedes hacer algo por ella ahora. El futuro es impredecible. El momento de hacer algo no es mañana, sino hoy.

Es muy común que Miguel haga esas referencias, sobre todo porque será un futuro médico, sabe que el tiempo de las personas no es eterno, menos el de mi abuela…

—Mi abuela no es para siempre, por primera vez estoy de acuerdo con Miguel —papá vuelve a suspirar aún con la atención en el camino.

—Sé que han ido a verla —Miguel y yo nos miramos asustados, pero el hecho de que no haya mencionado nada más nos tranquiliza—. Lucía, me he comido las galletas de tu habitación, reconocería el sabor de la comida de mi madre en donde fuera.

¿Qué ha dicho qué?!

—¡Y yo creía que era una rata! Si vuelves a entrar a mi habitación, procura no comer nada, he dejado galletas con veneno.

Miguel y papá ríen, y yo culpando a una rata imaginaria.

—Y no vuelvas a entrar a mi cuarto —papá asiente.

—Bueno, ahora que estarán lejos y pasaré más tiempo en casa, puede que le pida consejos a su madre sobre la situación con su abuela.

—Cof, gobernado, cof. Ay, creo que tengo tos —Miguel suelta una carcajada ahí atrás por mi comentario, papá solo sonríe.

—Ustedes serán así cuando se enamoren, ¿no has visto a Miguel? Noah podría gobernarlo si ella quisiera —claro, a Miguel…

Me quedo callada y Miguel también, decirles a mis padres… no lo he planteado aún; sé que no son homofóbicos, pero hay muchas otras razones por las que posiblemente no aceptarían que Noah y yo fuéramos algo más.

Puf. Bueno, no es hora de pensar en eso.
~~~~~~~~~~

Pregunta: Noah o Lucía? Quien les gusta más? Me ha nacido la duda.

Y sobre la expresión de "tsk" Es una expresión tipo irritación, les dejo esta imagen como referencia.

Me gustan los gatos, no me juzguen

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me gustan los gatos, no me juzguen. Jajaja

Mi Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora