Capitulo 36: El peso de lo no dicho

2.4K 242 165
                                    

Yoon-Ah

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Yoon-Ah

El doctor nos acompañó hasta la salida, dándonos algunas últimas instrucciones. Todo el camino, sentía la nota quemándome en el bolsillo, como si fuera un recordatorio constante de que la paz que buscaba estaba fuera de mi alcance.

Una vez en el estacionamiento In-ho me abrió la puerta antes que nada, y poco después en la parte de atrás metió las maletas. Subió al auto, In-ho tomó el volante con su calma habitual. El motor rugió suavemente, y el hospital quedó atrás. Por primera vez en semanas, el aire fresco llenó mis pulmones, pero no fue suficiente para disipar la sensación de inquietud.

—Así que... ¿Señorita Hwang?—Le pregunté para romper el silencio—.¿Por qué me llaman así? —pregunté con tono neutral, aunque por dentro mi mente ya estaba enredada en mil suposiciones.

Él, que hasta ese momento parecía relajado, soltó un leve suspiro antes de responder.

—Porque así estás registrada en el hospital —dijo sin rodeos.

Fruncí aún más el ceño.

—¿Qué? ¿Por qué?

In-ho pasó una mano por su nuca, como si intentara encontrar la mejor manera de explicarlo.

—Este hospital es privado... y bastante caro. —Hizo una pausa, mirándome a los ojos para después volver a ver el camino—. Tu seguro no cubría los gastos, y necesitabas atención urgente.

Mi respiración se ralentizó.

—¿Y qué hiciste?

—Te registré como mi esposa.

Me tomó unos segundos procesarlo.

—¿Qué?

—Mi seguro cubre a mi cónyuge —dijo con tranquilidad, como si no fuera gran cosa—. Fue la forma más rápida de asegurarnos de que te atendieran sin preguntas.

Me quedé viéndolo, sin saber si quería reír por lo absurdo de la situación o enfurecerme porque ni siquiera me había consultado.

—Así que... ¿para este hospital, soy la señora Hwang?

Él asintió con una leve sonrisa.

—Básicamente.

Negué con la cabeza, incrédula.

—Y si alguien pregunta... ¿qué les dices?

—Que mi esposa es muy terca y no le gusta que la llamen por mi apellido.

Puse los ojos en blanco, pero no pude evitar que una pequeña sonrisa se formara en mis labios.

—Eres increíble...

—Lo sé.

—Eres un idiota.—Sonreí ligeramente.

—Y tú eres mi esposa.—El sonrío aún más, sabiendo que lo hacía para molestarme.

Just for you | Hwang In-ho Donde viven las historias. Descúbrelo ahora