Extra Vyd y Nolan

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*ADVERTENCIA: alto contenido +18 erótico. 


Meses después del final de la historia...

Vyd entró corriendo a la cabaña.

—¡La tengo, por fin la tengo, y es perfecta! —exclamaba con emoción. Sus pasos descalzos hacían crujir la madera mientras que él agitaba en el aire la fotografía polaroid que acababa de tomar—. ¡Ven a verla, Nolan, ven!

Rápidamente llegó a la mesa que se encontraba en medio de la cocina. Sobre ella tenía un desorden de más de cien fotos, una cámara digital nueva, una cámara desechable de las antiguas, rollos, paquetes de películas para recargar, un álbum portable, porque desde que había empezado a viajar con Nolan, había estado tomando fotografías sin parar.

Él primero no sabía nada sobre cámaras fotográficas, por supuesto, pero justo antes de tomar el primer avión hacia las primeras vacaciones de su vida, Nolan le había regalado una cámara y le había explicado cómo usarla. A partir de allí, Vyd había quedado absolutamente enamorado del hecho de poder capturar momentos de esa manera y se había convertido en su pasatiempo favorito.

Tenía fotos de todos los lugares que habían visitado. Ya habían conocido dos países. Este era el tercero, y llevaban cuatro días en esa playa privada (regalo de la ahora millonaria señora Mack), alojados en esa cabañita.

El lugar tenía una sola habitación, una pequeña sala, un baño y una cocina. También calefacción por si al clima se le antojaba ponerse frío, y ventanas grandes que dejaban ver el mar y las olas. El olor a agua salada y arena que inundaba todo hacía sentir el ambiente fresco, y el espacio acogedor, íntimo, perfecto.

—¿Por fin tienes la del atardecer? —Nolan apareció desde la habitación. Venía mirando su celular porque había recibido nada más ni nada menos que una fotografía de Ax, así que de inmediato giró el teléfono para que Vyd viera la pantalla—. Espera, mira a Ax al fin friendo un huevo correctamente.

Vyd contempló encantado la fotografía. Mack se la había tomado de espaldas, por lo que se veía a Ax, sin camisa por supuesto, frente a la estufa, sosteniendo con una mano la sartén y con otra la espátula. El huevo frito en cuestión lucía cocinado, milagrosamente.

—Solo le tomó veinte huevos quemados, eh. —Vyd se echó a reír. Luego volvió a admirar la foto que había puesto en el centro de la mesa. Cabía destacar que no llevaba ningún pañuelo cubriendo su rostro. Iba tan libre como lo era su ser—. ¡Ah, no puede ser, me quedó increíble! ¡Finalmente!

Nolan apagó la pantalla y dejó el móvil. Mientras rodeaba la mesa puso toda su atención en la polaroid de Vyd. En ella estaba capturado un atardecer hermoso, veteado de naranjas, con el sol poniéndose tras el mar azul.

—Más que increíble, es perfecta —opinó Nolan, admirándola. Se detuvo entonces detrás de Vyd, deslizó su mano por su cintura hasta su abdomen y lo apegó a él. Ambos no llevaban camisa por el clima de playa, sino unos shorts de tela suave, por lo que Nolan pudo sentir contra su piel el material transparente de la espalda modificada de Vyd—. Querías el punto exacto en el que el sol estuviera en la mitad sobre el mar, y lo lograste.

—Y solo me tomó treinta fotos fallidas. —Vyd soltó otra risa, aunque de inmediato emitió un suspiro de alivio—, pero esta es la definitiva. Tengo el atardecer perfecto. Así que ya puedo avanzar a mi siguiente objetivo: tú frente al atardecer.

Nolan alzó las cejas con sorpresa. El suave y natural aroma del cuello de Vyd que ahora tenía bajo su barbilla, entró por sus fosas nasales y lo hizo esbozar una sonrisa algo embriagada.

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⏰ Última actualización: Jan 25 ⏰

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S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora