"Just for You"
Cuando las deudas empujan a Yoon-Ah, a los letales Juegos del Calamar, jamás imagina que su lucha por sobrevivir despertará los sentimientos más oscuros del líder, el misterioso Jugador 001.
Frío, poderoso y obsesivamente protector, é...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Yoon-Ah
—Como vamos a quitárselas.—Preguntó Young-il.
—Atacaremos... cuando comience la pelea. Será nuestra oportunidad.
"Las luces se apagarán en 5 minutos"
Todos comenzamos a irse a sus lugares. Menos nosotros... Recordé lo que dijo Gi-hun hace un rato.
"Tenemos que esperar hasta que la pelea haya terminado. Recuerden que ustedes no se deben meter en la pela. Si nos involucramos en la pelea, y mueren o se lesionan algunos de nuestro equipo, fracasará todo este plan. Si ellos nos superan en número entonces no tenemos oportunidad de ganar."
El silencio de la habitación era abrumador, solo interrumpido por la respiración pausada de los demás jugadores. Nos acostamos en nuestras camas, separados por apenas unos centímetros, pero yo me sentía a kilómetros de distancia de cualquier paz. El miedo me consumía. Era un miedo visceral, como si algo dentro de mí presintiera que lo que estaba por venir podría destruirlo todo. Cerré los ojos con fuerza, intentando bloquear los pensamientos oscuros que se acumulaban en mi mente.
De repente, sentí un ligero roce en mi mano. Mi cuerpo se tensó al instante, pero cuando abrí los ojos, lo vi. Young-il estaba en la cama de al lado, mirándome con una calidez que solo él podía transmitir. Sus ojos, oscuros pero llenos de luz, estaban fijos en los míos, y en ese momento, todo mi caos interno pareció detenerse.
Sin decir nada, tomó mi mano con cuidado, como si fuera algo frágil, algo que debía proteger. Llevó nuestras manos juntas hacia su pecho, justo donde podía sentir los latidos de su corazón. Era fuerte, constante, y con cada latido parecía querer decirme algo que las palabras no podían expresar.
No hubo incomodidad, no hubo dudas. Todo fue tan espontáneo, tan natural, que ninguno de los dos cuestionó el hecho de que mi mano estuviera ahora sobre su corazón. Nos mirábamos fijamente, como si el tiempo se hubiera detenido solo para nosotros.
—Yoon —susurró, su voz baja, casi reverente—, mi corazón late por ti, late a la misma frecuencia que el tuyo.
Mis labios se entreabrieron, pero no pude decir nada. Sus palabras eran como un bálsamo, calmando las heridas que llevaba enterradas en mi alma.
—No tengas miedo —continuó, su mirada nunca apartándose de la mía—. Estaré para salvarte de cualquier cosa. Yo te amaré en tus días buenos, en tus días malos, en los que sientas que no puedes más, en los que no te ames ni a ti misma... o incluso el día que no me ames a mí.
Su voz era suave, pero cada palabra llevaba un peso que me hacía temblar.
—Yo no podría amar a alguien más, Yoon. Hiciste que sintiera que, si no eres tú, no quiero nada. Estoy totalmente enamorado de ti, Yoon-Ah. Cada vez que sonríes, me dan ganas de entregarte mi vida. Y me pregunto cómo es posible que no haya alguien más loco por ti, cómo es que las personas que tuvieron el privilegio de conocerte no se han enamorado perdidamente de ti.