Lucía
Disociación, ¿qué es?
Suele ser un mecanismo de defensa ante traumas extremos. Es algo que tu cerebro hace como forma de defenderte, rompiendo cada fragmento del trauma, dispersándolo en un millón de pedazos que lanza al vacío, haciendo que te sea difícil unir los fragmentos y recordar el trauma.
Es como olvidar… pero no completamente, el recuerdo se queda borroso, no es concreto, no sabes cuándo pasó, por qué pasó y quién lo hizo.
En mi caso, mi mecanismo de defensa ante todo lo que me decían y lo que había pasado con Valeria era reprimir y olvidar rápidamente eso. No sé cómo lo hacía, no sé si era un superpoder que había adquirido, no había un adulto que me protegiera de aquello, y no quería que mis abuelos se preocuparan por mí, me había acostumbrado a eso, a solucionar las cosas yo sola sin la ayuda de nadie.
No es una debilidad… creo.
Sin embargo, reprimir mis emociones no me deja procesar adecuadamente el dolor, sé que eso tendrá consecuencias si sigo haciéndolo.
No he olvidado en su totalidad… recuerdo la arena en mis pies, el calor del sol en todo mi cuerpo, la risa de Jean como una distorsión lejana, no podía culparlo… él no sabía las intenciones de ella. Recuerdo la mirada de Valeria, fría e inquietante. No recuerdo los detalles de lo que pasó, lo que podría definir como un pequeño infierno que pasé, aquellos detalles han sido enterrados, nunca fueron abiertos, tampoco tuve la intención de hacerlo. Me creé una nueva imagen de Valeria, una en la que no había pasado mis límites, una en la que tenía empatía por esa niña de 15 años.
No es un simple olvido, todo se siente tan disperso, sin hallar las piezas correctas, siempre hubo una barrera, una cápsula que separaba el trauma de toda mi vida. Es como si yo no hubiera vivido aquello… sino ella, aquella versión mía que tenía 15 años.
La versión de mi vida que ha sido más dolorosa. Es una experiencia… irreal, porque incluso pareciera que puedo verla aún con miedo, un miedo que siempre he ignorado, pues no quería sentirlo, y si no lo sentía, podía seguir con mi vida, ¿no?
Toda mi vida me he encargado de no sentir aquello, creando nuevas experiencias que hicieran de aquella algo que no sucedió. Ir a la playa suponía recordarla, pero ir con mi abuela suponía armar castillos de arena. El crujir de las tablas de alguna cabaña era recordar, pero jugar con Catalina en la casa del árbol de mi abuela, que igualmente parece una cabaña, significa risas. A veces hay cosas que me lo recuerdan… un olor, un sonido, me he asegurado de crear experiencias bonitas con todo lo malo para nunca recordarlo.
Cada cosa me recordaba que no había caído en la locura, pues sabía lo que había pasado, aunque no lo recuerde con exactitud, sabía lo que Lucía… yo, a los 15 años, había experimentado.
Olvidar no es lo mismo que sanar.
Lo sabía.
Olvidar era como enterrar lo malo en un jardín, no lo ves, pero muy en el fondo afecta a tu vida, sigue ahí, arrastrando a las flores del hermoso jardín, consumiéndolo con su impureza.
Así era mi recuerdo de ella, por eso no quería recordar más allá de lo debido, ahora que ha vuelto, siento que arrasa con todo mi ser.
Su recuerdo me arrastra a momentos que nunca quisiera revivir, no he sanado.
Sanar implica arrancar de raíz a Valeria de mi vida, sé que debo procesar mis emociones aunque no se sienta bien. También sé que necesito ayuda profesional, pues el trauma de todo lo que me hizo pasar Valeria se vuelve a abrir como una herida que cicatrizó, pero nunca se cerró.
Y Noah, como un ángel que ha venido desde el cielo a darme la fuerza necesaria para enfrentar mis miedos, está aquí, a mi lado, el tacto suave de su mano calla las voces que me arrastran al pasado, calma la tormenta que trae consigo Valeria.
Ahora que he decidido enfrentarla, toda mi ira, todo ese miedo, todos los nervios no son más que la fuerza que necesito para ponerle fin a esto. Creí que nunca volvería, que ese era el fin, y aunque mi mente me autoengañaba, encontrando bondad en cada persona, esta vez no dejaré que me lastimen, esta vez no dejaré que me hagan daño.
Noah
—Valeria. Creo que tú y yo tenemos una charla pendiente. — La seguridad de Lucía no tambalea, pero se sigue viendo un leve nerviosismo, uno que tal vez solo yo veo y que la psicópata disfruta ver.
—Me encanta la idea. ¿Quieres que lo hagamos aquí? — ¡Tsk! ¿Cómo se atreve…?
—No. Acompáñame, Noah, vuelve al salón.
¿Qué? No, ni de broma.
—No. — Lucía me mira seria, lo entiendo, no quiere que me involucre con la loca. —Solo déjame acompañarte.
—¿Estudias aquí, ¿no? Deberías ir a tus clases, esto es una conversación de adultos. ¿Por qué no vas con su hermano Miguel? — Cállate.
—Qué te importa.
—¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera…? — Iba a acercarse a mí, no sé con qué intención realmente, pero Lucía se interpone.
—No te atreves a levantarle la voz, o siquiera a tocarla. — Toma esa, loca.
Ella frunce el ceño.
—Bien, tal vez me exalto demasiado rápido. — Me mira de pies a cabeza, cruzándose de brazos.
Lucía se gira hacia mí.
—Noah, ve al salón, estaré bien…
—Pero ella…
—Noah… — Advierte de manera calmada. —Ve, puedo con esto.
No puedo luchar contra esa mirada, es capaz de desarmarme con solo decir eso.
Asiento resignada, ella sonríe, una sonrisa que calma mi corazón con ganas de asesinar a Valeria, Lucía es la medicina que borra el horrible veneno que es Valeria.
Ambas se van a otra dirección, y yo, con los pies pesados y sin ganas, tomo la dirección hacia el salón.
Lucía
Me aseguro de prender la grabadora de forma disimulada, si dice algo como una amenaza, tendré pruebas.
La sala de teatro es perfecta, nos detenemos en medio del extenso pasillo, las luces están prendidas, no sé por qué, supongo que siempre suele estar así.
El solo hecho de estar cerca de ella crea un torbellino de emociones dentro de mí, ninguna es buena, por supuesto.
—Bien. — Me doy la vuelta, la sonrisa de Valeria no ha desaparecido, no voy a dejar que me intimide. —¿Qué haces aquí, Valeria?
Mantiene su distancia, lo cual agradezco. No quiero llegar a empujarla o algo parecido. Las clases de boxeo no han sido en vano, pero no quiero recurrir a la violencia.
No soy el tipo de persona que le hace daño a otra sin ningún motivo, a pesar de que si tuviera motivos… quiero desligarme completamente de ella, ni siquiera quiero respirar el mismo aire o siquiera tocar una parte de su cuerpo, quiero hacer lo contrario, alejarla de mí, muy lejos.
—Uhm, pues vine a enseñar a los alumnos. — No le creo, borra su sonrisa, ya aburrida de su teatro. —Bien, yo… he venido también por ti.
Da un paso, el mismo que yo retrocedo. Trata de mostrar arrepentimiento y tristeza, es difícil descifrar sus emociones realmente, siempre ha sido así, por eso Jean también la catalogó como loca.
No voy a dejar que el miedo se apodere de mí, no como antes, no ahora.
—Está bien, no contacto físico. — Acomoda su cabello, aún con su rostro triste. —Quiero arreglar las cosas contigo, Lucía… lo siento por todo lo que te he hecho pasar, no fue lo correcto, esta vez quiero hacerlo correctamente, quiero enamorarte, dame esa oportunidad.
No le creo, ¿cómo podría hacerlo? dice una cosa y hace otra.
—¿Crees que esto se soluciona con un “lo siento”? ¿Todo lo que tuve que pasar por tu culpa se arreglará con eso? ¿En serio? — A pesar de sentir dolor, no lo voy a demostrar, si demuestro algo, ella intentará tomar el control, lo sé.
—¡Lo hacía porque te amo! ¿No lo entiendes, Lucía? ¡Todo lo que te hice es porque estaba ciega de amor por ti! — Está loca, en definitiva, se ve muy desesperada. —¡Solo quería amarte y me equivoqué! Lo sé.
—¿Amarme? ¿En serio? ¿Eso fue amor? Nunca te di alguna señal para que sintieras amor por mí, ¡eras la novia de Jean! ¡Mi mejor amigo! Solo quería que no te sintieras insegura de mí, que seas mi amiga.
Esta vez se sostiene de mis brazos y me mira suplicante.
Siento la necesidad de empujarla, pero algo que no sé qué es, me detiene de hacer eso.
—Hice todo por ti, Lucía, las flores, las cartas, mi música habla de ti, yo haría lo que fuera por ti, solo dame la oportunidad de borrar los malos recuerdos y dame una oportunidad de amarte, te daré mi mundo si me lo pides, solo…
—Regálame tu mundo, ponme tu universo a mis pies, derrocha amor por mí, dedícame tus besos, tus canciones y versos, no importa lo que hagas, nunca te amaré. — Veo cómo las lágrimas se asoman a su rostro. Dudo que sean reales.
—Haga lo que haga… — Sus lágrimas no paran. —¿Jamás seré suficiente para que me ames?
—Escúchame bien, Valeria, nunca serás suficiente para alguien que no te ama, sin importar que le des todo de ti, jamás serás suficiente.
A pesar de que llora, una sonrisa se le forma en los labios, una que hace recorrer un escalofrío.
—Bien, si no quisiste por las buenas… tal vez volver a lo malo te haga recapacitar. Vamos, ¿crees que soy una persona que se rinde fácil? — El enojo comienza a aparecer, presiona mis brazos lo suficiente para dejar un poco de dolor.
Mi chaqueta lo amortigua lo suficiente para que sus uñas no se claven. Cada músculo de mi cuerpo se tensa, siento el peligro inminente de que Valeria esté cerca de mí.
—Ya no soy una niña, Valeria, no dejaré que me hagas esto, quiero que te largues de mi vida, o por lo menos lleves la fiesta en paz lejos de mí. Si tanto dices amarme, aléjate de mí, esa ha sido la única manera de disculparte y hacerme feliz.
—Lucía, tú vas a ser mía, ¿entiendes? Sé que me amas, solo estás ciega. ¿Es esa chica? Es…
—Profesora… — Spider-Man, como un superhéroe, se levanta de entre todas las sillas del teatro.
¿Cuánto tiempo estuvo ahí?
—¿Qué haces aquí? — Valeria habla con enojo, si Spider-Man ya estaba con miedo, el que Valeria le hable la asusta más.
Y yo me asusto por lo que Valeria pueda hacerle ahora que seguramente ha escuchado algo.
—Yo… he escuchado todo. — Se acerca a nosotras con un poco de temor, Valeria me suelta. —Deja en paz a la profesora Lucía, lo he grabado.
Muestra su teléfono, no solo es la grabación de un audio, sino un video.
—Puedo llamar a la policía si es necesario, tal vez mi profesora tenga un poco de bondad para no hacerlo, pero yo no la tendré. No te conozco, y no me importará si te vas a prisión por amenazas.
—¿Prisión? — Habla con burla, pero cambia su postura a una más defensiva. —Tú no sabes nada, niña, mocosa, no te metas en esto, créeme que no es difícil arruinar tu vida.
—Créeme que no es difícil arruinar la tuya, esta a solo una llamada. — Como si Spider-Man fuera mi defensora, se pone por delante de mí. —Conozco a personas como tú, no me asustan, no sé qué le hiciste a mi profesora, pero estoy segura de que pagarás por ello si no te alejas de ella, ya te dijo que no te quiere cerca.
La idea inicial era yo enfrentarme con Valeria, pero no sabía que necesitaría de alguien, sin duda, el apodo de Spider-Man no era en vano.
El enojo de Valeria es más notorio. No había notado que a pesar de tener el valor de enfrentarla, no estaba totalmente lista, pero lo he hecho bien, ¿no? No me permití sentir tanto temor como antes, o eso creo.
—¿Sabes qué? Tú y Lucía váyanse a la mierda. — No sé si es alguna estrategia para que Spider-Man no llame a la policía o hagan la denuncia, pero me alegra que se vaya.
Por fin, mi corazón puede latir con tranquilidad.
—¿Qué hacías allá? — Spider-Man sonríe apenada.
—Me han castigado. — ¿Cómo es posible que siendo presidente hiciera travesuras? —Y escuché lo que le dijo… lo siento, no debió ser fácil para usted, comprendo su reacción, tuve que denunciar a mi padre por abusos, ahora vivimos con mis tíos, no es fácil enfrentarse a las personas que nos hicieron daño, mucho menos si en algún momento creímos que eran parte importante de nuestras vidas. Es lo que siempre dice mi madre.
Admiro a Spider-Man; ayer me había contado que siempre quiso una hermana mayor, y la idea de tener una como yo le agrada.
Sé que no me gusta el contacto físico, pero me permito abrazarla por esta vez, compartiendo un dolor que es casi similar, supongo.
Necesito ayuda profesional, lo sé, estos días buscaré un psicólogo, y presentaré la denuncia formal ahora que tengo pruebas, no quiero a Valeria cerca, y esta vez voy a arrancarla de raíz.
Sé que ahora tengo el apoyo de mis amigos, de Noah y Spider-Man. Y creo que es hora de decírselos a mis padres, hallaré la ocasión para hacerlo. Si bien no estoy segura de qué es lo que vaya a hacer Valeria ahora, ya no me siento con tanto miedo, sino con la valentía suficiente para ponerle un alto, y con la ayuda profesional, estoy más que segura de que podré sanar aquello que simplemente intenté olvidar, también me ayudará a procesar mejor mis emociones, no reprimirlas, sino vivir cada una.~~~~~
Por algo soy fan de Spider-Man 😌💗

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Mi Ángel
Teen FictionNo crei que el amor me llegaría a los 24, mucho menos que era una niña de 17. ¿Problemas? Uno: es menor. Dos: es hija del pastor. Tres: a mi hermano le gusta. Cuatro: ¡es mi alumna! Y cinco: es una chica... Aunque lo último a mi no me importab...