ᴇᴄᴏ ᴅᴇʟ ᴘᴀꜱᴀᴅᴏ

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LA NOCHE en el bosque era densa y fría. Kurai y Akane corrían sin detenerse, sus pasos resonando contra las hojas secas del sendero. Las sombras de los árboles se alargaban bajo la pálida luz de la luna, creando un ambiente opresivo. A pesar del cansancio acumulado, Akane intentaba mantener el ánimo en alto, sus ojos grises llenos de determinación.

—¡Vamos al este!—. gritó Akane, mirando brevemente a Kurai mientras corrían. —El sol saldrá pronto, y los demonios no podrán acercarse. Si llegamos a un lugar abierto, podremos descansar un poco cuando amanezca.

Kurai asintió, ajustando el ritmo para seguirle el paso. Pero algo no estaba bien. Había una sensación extraña que la invadía, un escalofrío recorriéndole la espalda. Sus sentidos, entrenados por Kaijiro Okamura, comenzaron a activarse. El aire se sentía más denso, y aunque no podía ver nada, sabía que no estaban solas.

De repente, se detuvo en seco, extendiendo un brazo para detener a Akane. —Espera...—. murmuró con voz baja, su mirada escaneando el bosque. —Algo está aquí.

Akane, aunque confiada, también comenzó a mirar a su alrededor, apretando los puños. —¿Dónde?—. susurró. Pero antes de que Kurai pudiera responder, ambas escucharon un ruido sobre ellas: el crujir de las ramas y un pesado salto.

—¡Arriba!—. gritó Kurai, justo cuando una figura oscura descendió a gran velocidad hacia ellas. Ambas reaccionaron al instante, lanzándose en direcciones opuestas para esquivar al demonio, que aterrizó entre ellas con un golpe que levantó hojas y polvo.

La criatura era grotesca, con una piel pálida y venas oscuras que recorrían su cuerpo. Su boca se torcía en una sonrisa sádica, mostrando una fila de dientes afilados. —Vaya, vaya... Dos pequeñas humanas. Qué delicioso festín me espera esta noche.

Kurai y Akane quedaron separadas, con el demonio entre ambas. Pero antes de que cualquiera pudiera moverse, Kurai sintió otra presencia, aún más cerca que antes. Su instinto la obligó a girarse justo a tiempo para esquivar las garras de un segundo demonio que había aparecido detrás de ella.

El nuevo demonio era más alto y delgado, con brazos largos que terminaban en afiladas uñas negras. —¡Este es mi territorio!—. rugió, mirando al primer demonio.

—¿Tu territorio?—. replicó el primero con una risa burlona. —No seas ridículo. Estas humanas son mías.

Los dos demonios se miraron con furia, sus cuerpos tensándose como si fueran a lanzarse uno contra el otro. —Yo llegué primero. Tú búscate tu propia presa en otro lugar—. gruñó el demonio alto.

—¡Ja! Como si fuera a dejarte disfrutar de este manjar.—. El demonio más bajo lamió sus labios, mostrando los colmillos mientras evaluaba a Kurai y Akane con ojos hambrientos.

Aprovechando el momento de discusión entre los demonios, Kurai y Akane se miraron desde la distancia. Sin necesidad de palabras, ambas entendieron lo que debían hacer. En un movimiento sincronizado, desenvainaron sus katanas, el sonido del metal cortando el aire resonó en la quietud del bosque.

𝕰𝖑 𝖙𝖊𝖗𝖗𝖔𝖗 𝖉𝖊 𝖑𝖔𝖘 𝖉𝖊𝖒𝖔𝖓𝖎𝖔𝖘 || Kyojuro RengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora