Noah
Desayunar con la abuela de los hermanos Pérez es muy agradable. Los aromas de las delicias que ha hecho despiertan mi apetito; nunca he comido tanto. Ella, tan linda, con su cabello canoso y sonrisa cálida, me hace sentir como una nieta más. Al parecer, antes asistió a la iglesia y me conoció, aunque no lo recuerdo, pero finjo que sí.
Llegamos a la iglesia. Lucía, tan amable como siempre, abre la puerta del taxi, cada pequeño acto que hace es tan noble. Mi pequeño corazón, más que feliz, late acelerado, lo comparo con un pajarito que ha estado toda su vida enjaulado y ahora puede revolotear con alegría.
—¡Profesora Lucía! — Los tres giramos para ver quién dice eso.
¡Ella!
—¿Spider-Man? — Al contrario que yo, que la miro seria, Lucía y Miguel miran confundidos a la chica naranja que viene corriendo con una sonrisa.
Al parecer, tiene más intenciones que simplemente acercarse a saludar. Antes de que ponga sus manos sobre Lucía, me pongo delante de ella.
—¿Qué haces aquí? — No son celos, es curiosidad.
—Uhm… — Me mira con miedo, pero no quita su sonrisa. —Mi madre ha decidido seguir a Cristo, jajaja, ya sabes, estoy obligada a estar aquí. Quería irme sin que lo sepa, pero ahora que los veo, ¡será más divertido!
Entrecierro mis ojos. Es muy raro, últimamente está muy cerca de Lucía.
—Bienvenida, chica Spider-Man. — Ella sonríe por lo que dice Lucía, y al parecer Miguel ha notado que estoy un poquito celosa, pues veo cómo aguanta su risa.
—De hecho, profesora, mi nombre es Nataly, mucho gusto. — Extiende su mano.Lucía va a tomarla.
—Soy Miguel. — Él toma su mano, evitando que Lucía lo haga. Qué bien se siente tener a alguien de tu lado. Aunque no sé realmente qué intenciones tiene la naranja con Lucía, no voy a dejar que la aparte de mí.
—¿Entramos? — Asiento ante la pregunta de Lucía, pegándome más a su brazo.
*
Varios chicos de la iglesia están viendo a la naranja. Para su mala suerte, el padre da un discurso que habla sobre la nueva moda "indecente" de los jóvenes. A ella no parece importarle, ni a Lucía, ninguna de las dos cumple con el código de vestimenta de la iglesia, sobre todo porque la naranja trae una falda corta.
Lucía está en el medio, yo y la naranja a sus costados. A veces, le susurra cosas a Lucía, lo cual es muy raro. ¿Desde cuándo se conocen?
—Noah… — La voz suave de Lucía me distrae de mis pensamientos. Miro sus lindos ojos miel, con un leve gesto, me indica que mire hacia abajo.
Y ahí está, otro origami. Esta vez, el de una mariposa. Lo tomo, en definitiva, Lucía hace maravillas con las manos, desde el hermoso vestido que llevo puesto, hasta esta figura de papel. La primera vez que me lo dio, me dio curiosidad del porqué me lo hizo y del porqué me había hablado, sin duda, lo agradezco, pues ese fue el comienzo de nuestra historia. Una historia que apenas comienza.
Sonrío sin poder evitarlo, su firma está ahí otra vez, su marca personal.
—Mire, profesora, hice una también. — La Naranjita empieza a fastidiarme.
*
—Noah, hija, qué bueno verte con Miguel. ¿La pasaron bien ayer? — ¡Oh, no, papá!
—Claro que sí, señor, la cuidé muy bien. — Miguel pasa su mano por mis hombros. Lucía se despide de mí con la mirada, la naranja ya ha corrido detrás de su madre.
—Me alegra saber eso. Sé que la cuidas muy bien, Miguel. Bueno, Noah, vamos, tu madre ayer estuvo preocupada, pero se tranquilizó cuando le dije que te quedarías con Miguel.
No parece sospechar de nada, más bien, parece muy feliz de que haya convivido con Miguel. Si él supiera lo que realmente pasó… me hace un exorcismo, me manda al otro lado del mundo y seguramente comete una locura contra Lucía. Un horroroso escalofrío eriza mi piel solo de pensarlo.
—Bien, hasta mañana, Noah, cuídate. Hasta luego, señor, nos vemos.
Se aleja, finjo seguirlo con la mirada, pero en realidad busco a Lucía.
¡Qué sorpresa! La Naranjita está cerca de ella, parecen hablar de algo muy interesante, pues ambas sonríen. ¿Por qué le tocas la cabeza, Lucía?
Le da leves golpesitos, un gesto demasiado cariñoso a mi parecer. Puff.
Cálmate, Noah, no hay por qué alarmarse.
Aún quiero hablar con Lucía, pues no sé qué somos… ¿Seremos novias? ¿Me lo pedirá? Ojalá.
—Noah, qué lindo vestido. ¿Miguel lo compró, verdad? Te dije que es un buen chico, te cuida y mira las cosas que hace. No lo pienses mucho, hija, ese muchacho te conviene.
Está muy calmado, no voy a arruinar eso diciéndole que el vestido está hecho por Lucía, que ella me ha cuidado. No, seguramente muero.
Asiento dándole la razón, por ahora, no pensaré en cómo se lo diré a mis padres.
Lunes.
Ah… Estoy un poco nerviosa, emocionada a la vez, desde ayer quiero verla.
Muchos estudiantes corren, en pocos minutos va a tocar el timbre. Es culpa de Lucía que haya llegado tarde, pase pensándola todo el camino.
Me apresuro, no quiero llegar tarde, sería mi primera vez llegando tarde.
—¡Noah! Unos minutos más y añades una tardanza a tu expediente, corre. — Sofía me sobrepasa corriendo, seguramente ha ido al baño o algo así, no trae su mochila puesta.
Tener la primera hora con Lucía es lo que más me pone feliz.
Tomo asiento, Miguel ya está ahí, escribiendo, al parecer, no ha hecho la tarea. Me da cierta risa, siendo hermanos, son muy… muy contrarios, pero se parecen físicamente y en algunas actitudes, iguales pero contrarios.
Alguien entra, pero no es Lucía, es la secretaria.
—Buenos días, jóvenes, silencio, por favor. — Todos dejan de hacer sus cosas para poner atención a la señorita. —Su tutora está… arreglando un asunto, por lo que no podrá darles las clases correspondientes. Sin embargo, infórmales que esta semana las actividades escolares disminuirán. Como saben, el concurso de talentos será este viernes, fomentando el talento de nuestros jóvenes. Podrán inscribirse con distintos talentos como: canto, baile, teatro, magia e incluso stand-up comedy. Las inscripciones son libres, y para darles un poco de apoyo, los que se inscriban en la categoría de canto contarán con el apoyo de una cantante reconocida. — Los murmullos comienzan, y yo ya sé quién es. — Se le dará presentación a la hora de salida, deben quedarse. Las inscripciones, recordarles, solo serán hasta la hora de salida, y mañana comenzarán con los ensayos. Tienen acceso libre al teatro, no es una actividad obligatoria, pero esperamos que todos nuestros jóvenes puedan sacar a relucir sus talentos.
Comienzan a celebrar, sé que están más felices porque las clases se reducirán por los ensayos que por mostrar sus talentos en sí.
—Noah, el director te necesita en su oficina. Los demás jóvenes, por favor, no salgan de su salón; confío en ustedes por ser de último año, nos vemos a la hora de salida.
Con su mano, la secretaria me pide que la acompañe, no sé el motivo, no creo que sea por mis notas, he recuperado mi ritmo sin mucho esfuerzo.
El resonar de los tacones de la secretaria me pone nerviosa. ¿Y si es malo? No lo creo.
No tardamos en llegar; el director, con su típica sonrisa, me recibe.
—Noah, perdón por interrumpir tus horas de estudio. — Se levanta de su silla, qué raro. —Siéntate, por favor.
Tomo asiento bajo la mirada atenta de él y la secretaria, ellos parecen los nerviosos ahora.
—Noah… lamentamos mucho lo que pasó en la fiesta, es la primera vez que pasa algo así. — ¡Oh! Era eso. —No queremos tener problemas legales con la institución, te pedimos que no presentes una denuncia, haremos lo que usted pida contra los jóvenes que cometieron tales actos.
No pienso hacerlo, ni siquiera sé quiénes lo hicieron, hacer una denuncia sería un gran problema, no quiero que mis padres lo sepan.
—Tampoco quiero problemas, señor, yo… no sé quiénes lo hicieron.
—Yo sí sé quiénes fueron. — Lucía entra a la habitación, era mi imaginación… o cuando ella aparece, todo el mundo se ve borroso, y la única que destaca es ella. —Buenos días, señorita Sandoval, director, señorita.
Dos chicos están detrás de ella, junto a dos hombres con trajes, uno un tanto joven y el otro ya más mayor.
—Director, estos son los jóvenes. — Ambos chicos dan un paso adelante con miedo. No son de aquí, el uniforme los delata.
—Señor director, usted y yo sabemos que solo fueron travesuras de chicos, no causaron muchos problemas…
—¿No lo hicieron? — Veo el creciente enojo de Lucía, se cruza de brazos y con una mirada que mataría a cualquiera mira al señor más joven que ha hablado. —Permítame decirle que las bebidas alcohólicas en ese tipo de eventos están completamente prohibidas. Ustedes fueron testigos de cómo estuvo Noah.
—Si me permite, no hay pruebas de que mis alumnos hayan sido los causantes de esto. — El otro señor, más viejo que venía con ellos, interfiere, Lucía sonríe.
—Bien, ¿quieren pruebas? Déjenme decirle que la casa entera está llena de cámaras de seguridad; podríamos pedir las grabaciones y ver si sus alumnos fueron o no los causantes. — Los chicos niegan asustados, y ambos hombres que los acompañan miran enojados a Lucía. —Noah, aún es menor de edad y consumió alcohol sin saberlo, lo cual la convierte en una víctima. Hace aún más grave el hecho de que Noah haya experimentado su primera vez con las bebidas alcohólicas de esta forma, ella no estaba preparada. Puede que sus alumnos no hayan hecho esto con la intención de dañar a Noah específicamente. Pero el hecho de que lo hayan hecho sin ninguna autorización y sin advertencias puso en riesgo a Noah, y si no hubiera sido ella, hubiera sido cualquier otro alumno. — Se acerca a los dos hombres. —El hecho de que digan que son solo travesuras de jóvenes minimiza y normaliza un acto que pudo tener consecuencias peores. Ambas instituciones deberían tener presente que debemos brindarles a todos nuestros alumnos seguridad, y ser responsables incluye no decir que simplemente son "travesuras de jóvenes". Investigando las normas de ambos colegios, están prohibidas las bebidas alcohólicas, y la expulsión de los estudiantes es el castigo que deben pagar.
—¡¿Qué?! ¡No! ¡Esto no es justo! ¡Es nuestro último año!
Poco o nada le importa a Lucía el reclamo de uno de los chicos.
—¿No es justo?, Jóvenes, podríamos estar en un juzgado, ¿eso sería algo que les gustaría? Una demanda a la institución por no educar y supervisar a sus jóvenes estaría bien, ¿no lo creen? — Los cuatro agachan sus cabezas ante las palabras de Lucía. —Supongo que para ninguna institución sería beneficioso. La expulsión de estos jóvenes es algo justo, no solo por las consecuencias que deberían tener, sino también porque así evitamos futuros problemas. Bien, ¿están de acuerdo?
—Ambos… serán expulsados. — El señor viejo mira a ambos chicos. —Discúlpense con la señorita.
A pesar de ver el enojo en sus rostros y la frustración, se disculpan, yo estoy sorprendida, creí que este problema sería olvidado.
Lucía sonríe con satisfacción, yo no puedo evitar mirarla con admiración.
¿Cómo puede ser tan perfecta?
—Bueno, esto está solucionado, te agradezco, Noah, por no causar problemas más graves, puedes volver a tu aula. Profesora Lucía, simplemente agradezco por toda la dedicación que ofrece, sin duda, necesitamos más educadores como usted, que cuiden y respalden la seguridad de nuestros jóvenes.
El director, al igual que yo, mira con admiración a Lucía.
—Solo es mi trabajo, si me disculpa, debo volver con mi salón.
Lucía y yo salimos de ahí, los demás seguramente tendrán una charla más sobre su expulsión.
—Muchas gracias, Lucía. — Me detengo en medio del pasillo. —No esperaba esto, simplemente pensaba dejarlo pasar.
—Es lo mínimo que merecen, aunque una parte de mí lo agradece… — Mi ritmo cardíaco se vuelve loco, sé por qué lo dice, si no hubiera sido por eso, tal vez nunca le habría dicho que me gustaba.
—Sobre eso, aún no hemos hablado. — Mis manos quieren estar abrazándola, así que las pongo detrás de mí, aquí no puedo hacer eso.
—Uhm, tienes razón… ¿Te parece…? — Inclina su rostro hacia mí, necesito un cardiólogo, voy a morir. —¿Una cita?
¿Será nuestra primera cita?
—¡Sí! — Suelta una risita que simplemente hace que me guste más y más.
—¡Oh, Noah, no es cierto? — Esa maldita voz. —Lucía… qué gusto verte, siempre es encantador verte.
¿Tenías que arruinar el momento con mi novia que aún no es mi novia?
Miro con enojo a la psicópata, que ni siquiera piense que va a estar cerca de Lucía.

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Mi Ángel
Teen FictionNo crei que el amor me llegaría a los 24, mucho menos que era una niña de 17. ¿Problemas? Uno: es menor. Dos: es hija del pastor. Tres: a mi hermano le gusta. Cuatro: ¡es mi alumna! Y cinco: es una chica... Aunque lo último a mi no me importab...