"Just for You"
Cuando las deudas empujan a Yoon-Ah, a los letales Juegos del Calamar, jamás imagina que su lucha por sobrevivir despertará los sentimientos más oscuros del líder, el misterioso Jugador 001.
Frío, poderoso y obsesivamente protector, é...
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Young-il
Entre al baño de hombres y pude ver que había una pelea. El bullicio en el baño era ensordecedor, gritos, golpes y el caos reinaban en cada rincón.
Mi corazón latía con fuerza mientras intentaba procesar la escena que se desarrollaba ante mis ojos. A mi derecha, distinguí a Thanos y al 333 enfrascados en una lucha feroz en el suelo. Thanos tenía las manos alrededor del cuello de 333, apretando con fuerza, mientras este último forcejeaba desesperadamente. Antes de que pudiera reaccionar para intervenir, vi cómo 333, en un acto de desesperación, agarró un tenedor y lo clavó hacia Thanos. La sangre brotó de inmediato, y Thanos soltó un grito ahogado antes de desplomarse. Me quedé inmóvil, incapaz de asimilar lo que acababa de presenciar. Aunque Thanos no era precisamente una buena persona y siempre sentí celos de él por su cercanía con Yoon-Ah, no podía evitar sentir una punzada de compasión. Nadie merecía un final así. Ni siquiera yo hubiera hecho eso con él. Pobre chico, a Yoon-Ah no le va a agradar esa noticia. Por cierto, no le preguntaba aún qué había pasado entre ellos.
Sacudí la cabeza, intentando despejarla, y dirigí mi atención a otra parte del baño. Vi a un chico más pequeño siendo brutalmente golpeado por un hombre corpulento. Sin pensarlo, corrí hacia ellos y empujé al agresor, iniciando una pelea para defender al chico indefenso. Intercambiamos golpes y patadas, el sonido de los puños chocando contra la carne resonaba en mis oídos. Sentía la adrenalina recorriendo mi cuerpo, cada golpe que daba estaba cargado de furia y determinación.
De repente, entre la multitud, lo vi. Era el hombre que había dejado a Yoon-Ah fuera en el último juego, el responsable de que casi la perdiera para siempre. Estaba golpeando sin piedad a otro chico más joven. Una ira visceral se apoderó de mí, y sin pensarlo dos veces, me lancé hacia él. Al verme acercar, sus ojos se abrieron con terror, retrocediendo unos pasos.
—No, por favor... —intentó suplicar, levantando las manos en señal de rendición.
Pero sus palabras cayeron en oídos sordos. La imagen de Yoon-Ah, vulnerable y asustada, inundó mi mente, alimentando mi rabia. Sin mediar palabra, le propiné un puñetazo directo al rostro, sintiendo cómo mis nudillos impactaban contra su pómulo. Él tambaleó hacia atrás, llevándose una mano a la cara, pero rápidamente intentó contraatacar, lanzando un golpe que apenas logré esquivar.
La pelea se intensificó. Intercambiamos golpes con fiereza; sentí sus puños golpeando mi abdomen, robándome el aire, mientras yo respondía con patadas y puñetazos dirigidos a su torso y cabeza. En un momento, logró derribarme al suelo y se abalanzó sobre mí, intentando inmovilizarme. Forcejeamos, rodando por el suelo sucio del baño, hasta que logré invertir las posiciones, quedando encima de él.
Con la respiración entrecortada y la visión nublada por la ira, saqué el tenedor que había recogido previamente. Sin darle tiempo a reaccionar, lo levanté y, con un grito de furia, lo clavé en su cuello. La sangre brotó de inmediato, caliente y pegajosa, manchando mis manos. Sus ojos se abrieron con sorpresa y dolor, mientras intentaba inútilmente detener la hemorragia con sus manos temblorosas. Retrocedí, observando cómo su vida se desvanecía lentamente, sintiendo una mezcla de satisfacción y horror por lo que acababa de hacer.