"Just for You"
Cuando las deudas empujan a Yoon-Ah, a los letales Juegos del Calamar, jamás imagina que su lucha por sobrevivir despertará los sentimientos más oscuros del líder, el misterioso Jugador 001.
Frío, poderoso y obsesivamente protector, é...
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Yoon-Ah
El no estaba lejos de mi, de hecho solo estaba un escalón arriba que yo. El también veía la pelea de palabras que tenían los dos equipos. Había algo en su postura que me resultaba familiar, pero no sabía si era porque ya lo había visto tantas veces o porque, de alguna manera, había un lazo entre nosotros que no podía ignorar.
Me acerqué con pasos lentos, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba con cada paso. Tenía tanto miedo de lo que estaba a punto de decirle que me temblaban las manos.
—¿Te molesta si me siento aquí? —le pregunté, intentando sonar casual, aunque por dentro sentía que iba a explotar.
Él levantó la mirada, sorprendido al principio, pero luego me hizo un gesto para que me sentara.
—Claro, si es que puedes soportar mi compañía —dijo con esa sonrisa cansada que ya le conocía.
Me senté junto a él, abrazando mis rodillas y mirando al frente. No sabía cómo empezar. Había tantas cosas que quería decirle, pero ninguna parecía encajar.
—Este lugar... —empecé, sin mirarlo—. Este lugar te obliga a pensar más de lo que quieres, ¿no?
Él asintió, aunque no dijo nada. Sentí que me estaba escuchando, pero también que no quería hablar de sí mismo.
—A veces pienso que lo peor de estar aquí no son los juegos, ni el miedo... sino todo lo que no puedes dejar atrás. Es como si cada cosa que intenté ignorar en mi vida decidiera perseguirme aquí.
Noté que me miró de reojo, como si algo de lo que dije le resonara.
—Eso suena... familiar —murmuró.
Por un momento, nos quedamos en silencio. Yo jugueteaba con mis dedos, sintiendo cómo las palabras se atoraban en mi garganta.
—¿Qué es lo que tanto te persigue? —le pregunté al fin, sin mirarlo.
—Muchas cosas —respondió después de un largo silencio—. Personas, sobre todo. Personas a las que les fallé.
Me atreví a mirarlo, y su expresión era dura, pero no fría. Había algo en sus ojos, algo que me hacía sentir que realmente entendía lo que estaba diciendo.
—¿Por qué les fallaste? —insistí, porque necesitaba saber más, aunque no estaba segura de por qué.
—Porque fui un cobarde —respondió, sin rodeos. Su voz era grave, llena de arrepentimiento—. Pensé que alejarme era lo mejor, pero estaba equivocado.
Sentí que mi pecho se apretaba. Sus palabras resonaban demasiado cerca de lo que yo había sentido toda mi vida.
—¿Y si tuvieras la oportunidad de enfrentarlo ahora? ¿Lo harías?
Él me miró, sorprendido por mi pregunta.
—Sí —respondió, con una sinceridad que casi me dolió—. Haría cualquier cosa para arreglarlo, pero... las oportunidades no siempre regresan.