ᴇʟ ᴍᴏɴᴛᴇ ꜰᴜᴊɪᴋᴀꜱᴀɴᴇ

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ALGUNOS MESES ANTES

El salón estaba en penumbra, iluminado únicamente por la luz suave de las lámparas de papel. Kaijiro Okamura permanecía de rodillas en el centro de la habitación, inclinado con respeto frente a Kagaya Ubuyashiki, el joven líder del Cuerpo de Cazadores de Demonios. A pesar de sus apenas seis años, Kagaya emanaba una calma y una sabiduría que pocos adultos podían igualar. A su lado estaban dos de sus hermanas mayores, siempre presentes para asistirlo debido a su corta edad.

Kaijiro, un hombre curtido por la batalla y marcado por las cicatrices de innumerables enfrentamientos, mantenía la cabeza baja. Había peleado contra demonios durante más tiempo del que podía recordar, pero esa reunión era quizás la misión más delicada de su vida.

—Kaijiro Okamura—. dijo Kagaya, con su voz suave y tranquila, —me han informado que deseas hablar conmigo sobre Kurai Yamamoto. Por favor, levanta la cabeza y dime qué es lo que tienes en mente.

Kaijiro alzó la mirada lentamente, encontrándose con los ojos serenos de Kagaya. Aunque el líder era apenas un niño, había algo en su presencia que le exigía respeto.

Kaijiro respiró hondo antes de hablar.
—Mi señor Ubuyashiki—. comenzó, con un tono solemne, —vine a hablarle sobre Kurai, la niña que vive bajo su protección. Primero, permítame expresar mi gratitud hacia usted y su familia por haberla rescatado de la injusticia. Si no fuera por ustedes, habría sido imposible que ella tuviera una segunda oportunidad.

Kagaya asintió con un leve movimiento de cabeza. —Kurai es una niña especial. Su espíritu es fuerte, incluso después de haber pasado por tanto. Pero entiendo que has estado entrenándola. Dime, Kaijiro, ¿qué opinas de ella?

Kaijiro dejó escapar una ligera exhalación. —Kurai tiene el potencial para convertirse en una cazadora extraordinaria. Es fuerte, dedicada y está impulsada por una voluntad que rara vez he visto en alguien tan joven. Pero también necesita guía. Disciplina. He intentado ofrecerle eso durante nuestro entrenamiento, pero creo que para desarrollarse por completo, necesita algo más: una figura constante que la acompañe durante su camino.

—Y tú quieres ser esa figura—. dijo Kagaya con serenidad, como si ya conociera la respuesta.

—Sí—. respondió Kaijiro, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto. —Sé que ha vivido bajo su protección, pero estoy aquí para pedirle su permiso para tomar la custodia de Kurai. No es una decisión que tome a la ligera. Sé que ella confía profundamente en usted y su familia, pero quiero llevarla conmigo para continuar entrenándola y prepararla para lo que le espera como cazadora de demonios.

El silencio llenó la habitación por unos instantes. Kagaya parecía meditar las palabras de Kaijiro, su expresión tranquila pero pensativa. Sus hermanas permanecían calladas, observando con atención.

𝕰𝖑 𝖙𝖊𝖗𝖗𝖔𝖗 𝖉𝖊 𝖑𝖔𝖘 𝖉𝖊𝖒𝖔𝖓𝖎𝖔𝖘 || Kyojuro RengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora