Los últimos dos ganadores del juego viven con la búsqueda de las personas encargadas de los juegos de matanza. ¿Qué pasaría si ambos terminan involucrados sin intención con el líder de estos juegos?
(Every breath you take - The Police)
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[Capítulo narrado por "______"]
Las horas después de la votación pasaron lentas, llenas de una calma engañosa que no hacía más que tensar mis nervios. Intenté distraerme, hablar con los demás del equipo, pero la presencia de Young-il era como una sombra constante. Desde aquella conversación en la fila, todo había cambiado. Ahora sabía que realmente me gustaba. No era solo un capricho, ni una atracción pasajera. Cada mirada suya, cada sonrisa cargada de significado, me hacía perder la compostura. Pero no podía ceder a esos pensamientos, no aquí, no en este lugar donde nuestras vidas pendían de un hilo.
Buscando una excusa para alejarme y olvidar la tensión, avisé a Jun-hee que iría al baño, algo fuerte así que escucharon los de mi grupo. Fue mi oportunidad para alejarme un momento de todo, especialmente de él. Necesitaba aire, espacio. Sin decir nada, caminé hacia los pasillos, sintiéndome un poco más ligera con cada paso que daba.
El baño de mujeres estaba vacío, como esperaba. Cerré suavemente la puerta tras de mí y me apoyé en ella por un instante. Dejé salir un suspiro largo, tratando de calmar mi mente. Era absurdo pensar en estas cosas ahora, pero desde que supe lo que sentía por Young-il, parecía imposible dejar de hacerlo. Me miré en el espejo, estudiando mi propio reflejo, como si eso pudiera darme alguna respuesta.
Mientras tanto, en el baño de hombres, no muy lejos, Jung-bae, Dae-ho y Young-il discutían.
—Está lleno, no vamos a entrar en un buen rato —gruñó Dae-ho, mirando con fastidio la fila que avanzaba a paso de tortuga.
—Podemos esperar —sugirió Jung-bae, encogiéndose de hombros.
—¿Y perder el tiempo aquí? —interrumpió Young-il, que hasta entonces había permanecido en silencio. Levantó la mirada hacia el baño de mujeres y señaló con la barbilla—. El baño de mujeres está vacío.
Ambos lo miraron como si estuviera loco.
—No puedes estar hablando en serio —dijo Jung-bae, frunciendo el ceño.
—¿Por qué no? —Young-il se encogió de hombros con esa calma característica que a veces podía ser exasperante—. Estamos en una situación de vida o muerte, ¿de verdad creen que importa en qué baño entremos?
Dae-ho bufó, pero no dijo nada más. Antes de que pudieran detenerlo, Young-il ya había avanzado hacia la puerta del baño de mujeres y, con total naturalidad, la empujó y entró.
El sonido de la puerta abriéndose me hizo girar de inmediato, y ahí estaba él, como si fuera lo más normal del mundo. Mis ojos se abrieron de par en par, y mi primera reacción fue de desconcierto.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, mi tono mezclando sorpresa e indignación.
Él cerró la puerta detrás de sí y se apoyó en ella, cruzándose de brazos.