Valeria

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Primer encuentro

— ¡Basta, Valeria! ¡Basta! ¡No hablo con nadie, ¿está bien?! ¡Calma tus celos, por favor, todos nos están viendo! — Jean, mi novio, grita furioso, ¿pero cómo puede decir eso? Lo he visto enviando mensajes a alguien que obviamente no soy yo.

— Solo quiero que me dejes en claro que no me engañas, solo te pido eso — tengo ganas de llorar; todas estas inseguridades han sido obra de mis relaciones pasadas, para todos fui un objeto, pero, claro, los demás solo creen que soy una cualquiera.

— A ver, por favor, cálmense, no quiero que peleen, ustedes hacen linda pareja, Jean, ella solo se siente insegura, no debes gritarle por eso, simplemente demuéstrale que la amas. Vamos, discúlpate.

Y entonces, llega ella, sé quién es, semanas pasadas he sentido celos de ella, pues siempre que está cerca de Jean, ambos sonríen, y ella… ella es demasiado bonita, dudo de mi novio, pues cualquiera se enamoraría de ella.

Y ahora, por alguna razón, no la veo como una rival, tal vez porque siempre la observaba de lejos, ¿ella siempre fue linda de cerca? ¿Siempre tuvo esa sonrisa tan encantadora? ¿Siempre fue así de amable? No lo creo, porque tiene fama de no ser tan sociable, eso no quita el hecho de que medio colegio quiere hablarle, inteligente, bonita, simplemente perfecta.

Desvío mi mirada al piso, ella siempre destaca por sus atuendos, pues, a pesar de que nos prohíben ciertas cosas, ella hace lucir el uniforme como una reliquia que todos quieren tener, esas botas, las medias altas, la falda por encima de las rodillas y la camisa con ciertos botones sueltos, muchas chicas quieren su estilo, y yo era una de ellas, o tal vez no quería su estilo…

— Tienes razón, lo siento, mi vida — Jean me acerca a él y me da un abrazo, con el plus de un beso en la frente que casi siempre suele darme.

Y ella, ella sonríe, victoriosa.

Ella, mi excepción.

Ese día fue el comienzo de una “amistad”; una muy hermosa, lo sé, me gusta ella, es tan diferente a los chicos que me han gustado, ella se toma el tiempo de escucharme, ella me pone atención, ella no solo ve una cara bonita en mí, no ve los rumores de mí, no me ve como un objeto como los chicos, no me ve como una escoria como las chicas, ella me ve a mí.

— ¿Lucía tiene novio? — pregunto discretamente a Jean, quien no para de besarme el cuello. Me siento incómoda.

— No, no tiene — dice entre besos.

Así que no tiene novio, eso es ventajoso, pues si lo hubiera tenido, habría tenido que hacer algo para separarlos.

No me gusta que otras chicas o chicos se le acerquen, y como somos amigas, se lo digo, como toda una amiga celosa, le exijo que no la quiero cerca de alguien que no sea yo.

Y, por un momento, piensé que se enojaría como todos los chicos a los que se lo he pedido. Sin embargo, me hace caso, incluso me pide perdón cantándome una canción. Estoy segura de que yo la atraigo también como ella a mí. Porque me trata más lindo que a todos, bueno, no es que sea alguien sociable, pero, aún así, ella me hace sentir especial, con todas las pequeñas cosas que ha hecho.

— ¡Noou!, olvidé mi dinero, tengo mucha hambre.

— Lo siento, aún no me han pagado nada, la próxima te compro todo lo que quieras — Jean me abraza, eso no quita mi hambre; realmente quiero algo.

— Mientras yo viva, no tienes que pedir nada, solo tómalo, yo lo pagaré — ella, nuevamente ella, al verme sonríe, y yo también, es tan amable conmigo.

*

— ¿Lucía? ¿Qué haces aquí? — digo corriendo a abrazarla.

Hoy es la presentación de talentos.

— Pues, ¿cómo creías que iba a olvidarlo? Vine por ti, a verte, vamos, sé que puedes, tengo mucha fe en ti, sé que no me decepcionarás. Jean no ha podido venir, así que yo reemplazaré a tu novio hoy.

Podrías reemplazarlo toda la vida, porque desde hace mucho que ya no siento nada por él, solo lo tolero porque así puedo estar cerca de ti.

*

— ¡Quiero probar tu helado! — exijo a Lucía, Jean, ella y yo hemos salido, yo le pedí a Jean que la invitara también, pues inicialmente solo íbamos a salir él y yo.

— ¡No! ¡Pídele a tu novio! ¡Jean! ¡Jean!! — ella sale corriendo, y yo tras ella, a Jean poco le importa, está más concentrado mirando su teléfono.

Logro atraparla, pues ella es un poco más pequeña que yo, le quito el helado, y lamo la parte que ella ha estado comiendo.

— ¡Iugh!, no quiero, quédatelo, compraré otro — dice sonriendo, si sigue sonriendo, no soportaré no probar sus labios.

Mi Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora