Capítulo 18

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Lucía

— ¿Por qué no jugamos?

Después de aquella charla, le he propuesto pintar; ahora cada una se centra en su cuadro, no soy muy fan de las acuarelas, pero aún así lo pinto, el sonido de las aves, el sol dando a su rostro angelical, y entre todo el hermoso paisaje del lugar, lo más bello que veo es ella.

Creo que ya he rebasado todas las fases del enamoramiento, pero no debo ni puedo admitirlo.

Miro su rostro, sus facciones relajadas, muy concentrada en el cuadro que hace, sus labios entreabiertos y ese rojo que seguramente la frutilla que hemos comido la hace resaltar.

— ¿Qué quieres jugar? — pregunto, obligándome a concentrarme también. Aunque me es imposible si la tengo tan cerca de mí.

— Hagamos preguntas — siento su mirada en mí, por lo cual asiento aún mirando mi cuadro, donde ya empiezo a dar color a sus labios — ¿Qué color es tu favorito?

— Negro — respondo de inmediato — Y el rojo, ¿muy básico, no? ¿Cuál es el tuyo?

— Rosa — me lo imaginé realmente — ¿Comida favorita?

— No tengo, o no lo sé, me gustan los postres.

— ¿Y qué no te gusta? — me mira, quitando la atención a su cuadro, memorizo los colores de su rostro para seguir pintando.

— Las aceitunas, las hamburguesas, me molesta que algún platillo lleve frutas, por eso no me gusta la pizza con piña, también odio que lleve leche, no me disgusta la piña, podría comerla sin problema alguno, siempre y cuando no esté con comida. Tampoco odio la leche, pero si está en alguna comida, no puedo comerla.

Recuerdo por qué no puedo hacerlo, es algo tonto realmente.

— ¿Por qué?

— Supongo que mi organismo está acostumbrado — resto importancia — ¿Qué te gusta a ti?

— Uhm, pues, me gusta la pizza con piña — niego sonriendo — Amo las pastas, y creo que solo eso, no me gusta el chocolate, los pepinillos, los champiñones; no tengo problema con lo demás.

Un silencio se instala después de eso, no es incómodo; cada una sigue concentrada en lo que hace.

— ¿Por qué no te llevas bien con tu hermano?

Habla nuevamente, suspiro.

— Cosas que pasaron, era la hija única, y de repente, vino mi maravilloso hermano — ya casi termino el cuadro — No lo odio, simplemente no lo soporto, mis padres le dieron toda su atención a él, y cuando se dieron cuenta de que habían hecho las cosas de la forma incorrecta, ya tenía 18, tal vez por eso soy más apegada a mis abuelos, bueno, ahora solo a mi abuela.

Se queda en silencio.

— Háblame de ti.— le pido.

La veo dudar por unos segundos.

— No tengo mucho que contar, nací aquí, vivo aquí, y probablemente me quedaré aquí para siempre, papá es demasiado estricto con las cosas que hago, con las cosas que veo, aprendo, o que quiero hacer. Aparte de Miguel y Sofía, no tengo más amigos, aunque quisiera, no podría, papá se encarga de eso.

— ¿Qué hay de tu madre? — indago.

— Pues, mi madre tampoco está en contra de lo que hace mi padre, es por mi bien, es lo que dicen, a veces me gustaría que no fueran así. Nunca me faltó nada, pero siento que no tengo nada. Es ese sentimiento extraño de no saber quién eres, ni a dónde perteneces. No tengo recuerdos memorables con ellos, simplemente, nuestra vida ha sido lo mismo todos los días. Supongo que por eso no recuerdo muy bien mi infancia.

De cierta manera, siento la necesidad de abrazarla ahora, sus padres tienen a una hija increíble, talentosa, y a ellos les da igual siempre y cuando ella haga lo que le ordenan.

La miro, sus ojos están perdidos en el cuadro, da pinceladas con una confianza increíble, me sorprende que sus emociones no cambien, que esté tan pacífica contándome esto. Sé lo que hace, reprime todo lo que siente, porque nunca le han dado la libertad de sentir en el momento en que lo hace; tal vez por eso dice que conmigo sí se permite ser ella.

— ¿Quién te gusta? — la pregunta sale de mí, sin ningún permiso.

Ella vuelve a mirarme, me hace sentir nerviosa, no quiero delatar que me disgusta que alguien que no sea yo le guste.

— ¿Por qué quieres saberlo? — y esa sonrisa que me trae a sus pies aparece.

¿Qué excusa puedo inventarle?

Oh, quiero saberlo para darle un concierto gratis de Michael Jackson.

— Porque me gustaría saber quién logró conquistarte; mi hermano no pudo, en años, ¿cómo una persona podría gustarte tan rápido?

Ella muerde el pincel (obviamente la parte de atrás, no con la que pinta)

— Tampoco lo sé, solo pasó, no quise que pasara, creí que estaba mal que me gustara, y apareció alguien que me dijo que no era incorrecto, no tengo razones para amar a esa persona, y no las necesito, si tuviera una razón para que me gustara, un día tal vez se pierda y mi razón para amar se perdería, por eso, no me fuerzo por buscar razones, simplemente quiero, por primera vez, dejarme llevar por lo que siento, no sé si siente lo mismo por mí, pero quiero gustarle y que me quiera de la misma forma en que yo lo hago. Creo que el amor a veces no necesita explicaciones lógicas, ¿no?

Bien, la perdí, trago saliva y siento como algo daña mi corazón, claro,  es la primera vez que me gusta alguien, la primera vez que creo que estoy enamorada, y la primera vez que quería exterminar a alguien.

Mi Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora