Lucía
— ¿Qué se supone que se lleva a un picnic? — me pregunto en voz alta mientras recorro los pasillos del supermercado.
Suspiro, ¿por qué se me ocurrió?
Saco mi teléfono, pongo en el buscador “qué llevar a un picnic con…”.
¿Con amigos? Supongo que este es.
Uhmm…
¿Con mi novia? No, aún no. Siguiente.
¿Con mi… qué?! ¿Quién va a un picnic con su ex?!
Anoto mentalmente lo que llevaré.
Cosas que llevar a un picnic:
Mantel a cuadros (típico, de preferencia rojo. Mamá lo tiene) Listo.
Canasta (para la comida, supongo; también la tengo en casa) Listo.
Outfits de picnic (¿qué? ¿Eso existe? No, denegado, además, Noah puede ir con lo que más se sienta cómoda) No aprobado.
Platos, vasos, copas (también en casa) Listo.
Cojines (¿vamos a dormir?) Listo.
Cámara y flores (si internet me dice que debo darle flores a Noah, ¿quién soy yo para negarme?) Comprar las flores.
Bien, en cuanto a comida… bueno, llevaré de todo un poco, así tendrá variedad para escoger.
Uhmm, ¿juegos?
¿Jugar Uno? No; nunca supe cómo se jugaba, así que no.
¡Uh! Pero la idea de pintar lienzos no es mala.
— Bien, vamos — empujo el carrito para buscar lo que será, sobre todo, la comida.
Frutas, uh, fresas, sí, definitivamente, uvas… uhmm, arándanos, oh, iré a comprar algunos postres también.
Compro las cosas necesarias y tomo rumbo a la repostería donde he conseguido los muffins de arándanos, también compraré otras cosas que he visto en internet.
Después de comprar en la repostería, llego a la floristería, no sé qué flores le gustan. ¿Y si le gustan las rosas? ¿Tal vez los tulipanes? ¿Girasoles?
Golpeo mi cabeza contra el volante del auto, llevo más de cinco minutos frente a la floristería pensando en qué le gustaría.
Miro mi teléfono: 2:17 PM. De pronto, un recuerdo a medias llega a mi mente, no recuerdo si fue en una película o serie, pero había una flor que, de acuerdo a la cantidad, su significado cambiaba.
Gerberas.
Sí. Vagamente recuerdo que una flor significa “me gustas”; es perfecto, será un secreto. Bajo del coche ahora con una sonrisa.
— ¡Hola! ¡Bienvenida! — una chica joven con una sonrisa radiante me recibe.
— Uhm, hola — miro todo el lugar, lleno de flores, el aroma de muchas flores llega a mi nariz, haciendo que estornude, ¡puff!, nunca me había pasado — Perdón, eh, ¿podrías crear un ramo con una gerbera?
La chica me mira con ilusión, ambas manos cubren su boca, como si estuviera sorprendida.
— ¡Siempre esperé que alguien supiera el significado de las gerberas! ¡El chico debe ser muy afortunado! — habla con emoción, incluso puedo notar que una lágrima se asoma.
— Eh… Es para una amiga… — toco mi nuca un tanto nerviosa. Ni yo me creo eso, y al parecer, ella tampoco, pues su sonrisa simplemente se ensancha.
Ella lo sabe, por supuesto, si ella sabe el significado de las gerberas, obviamente se da cuenta de que me gusta mi supuesta “amiga”.
— Oh, claro — finge creerme, posiciona todo para formar el ramo frente a mí — “Pinceladas de amor” me dejó hecha un mar de lágrimas, ¡jum!, desde que la vi, quise que mi chico me regalara gerberas, nunca pasó, pero me alegra que, por lo menos, a alguien se las regalen. Esa chica debe gustarte mucho.
Y lo recuerdo: “Pinceladas de amor”, aquella película que me había roto el corazón, Dios, ojalá no lo hubiera recordado, pues tengo ganas de llorar por aquella película. Me ha tocado el alma, con razón recuerdo las gerberas, cuando la vi, recuerdo que me dije a mí misma que las gerberas también serían mi forma de expresarme.
— Ten — miro el ramo que ha hecho, a pesar de ser solo una flor, está decorada de una forma que la hace ver más especial, le pago luego de apreciar la gerbera — ¡Tenga un bonito día, señorita! Ojalá más personas regalen algo tan bonito. Por lo general, solo llevan rosas.
Asiento, aún mirando la gerbera.
— Gracias, hasta luego — me sonríe por última vez; salgo del lugar; espero que no se marchite o algo por el estilo.
Ya casi son las tres, he guardado lo necesario, tachando todo de mi lista mental, pongo todo en la cajuela del auto. No quiero que vea algo, sobre todo la flor.
El clima está a mi favor, a pesar de estar soleado, se siente bien, lo suficiente para disfrutar de una bonita tarde. Pienso ir a un parque cercano, uno muy conocido donde la gente va justamente a eso, a hacer picnics.
— ¡Boo! — mi corazón casi se sale cuando unas manos me rodean por detrás.
— ¿Qué haces? — miro la puerta de mi casa esperando que Miguel, por nada del mundo, salga, por suerte, su habitación da al otro lado, el contrario del mío que sí se ve la calle.
Mis nervios aumentan cuando se niega a soltarme, ¿qué tiene? No me molesta, pero ¿por qué ahora y de la nada?
— Noah, ¿por qué me abrazas? — trato de relajarme, no puedo verla y es lo que más quiero.
— Porque sí — hace una pequeña pausa relajando su agarre — Las amigas hacen eso, ¿no?
Y ahí está eso de nuevo; claro, amigas.
— Aún no he aceptado tu propuesta, si salimos, es porque… — pienso un momento en el porqué. Ella por fin me suelta y se pone frente a mí, ¿por qué siempre me recuerda a un ángel? Suspiro, pero parece más un suspiro enamorado, Lucía, control — Porque quiero conocerte.
Su sonrisa… me derrite. El sol ilumina su cabello, y este se ve como si brillara. Me encanta cómo sus labios tienen un tono rosita, el mismo que he apreciado una vez, cuestionándome por qué lo hice, ahora lo sé. Es tan… perfecta. Incluso la forma en que lleva su bolso me parece encantadora. Se ve tan feliz, y solo de verla a ella, mi corazón da saltitos de alegría por ver su sonrisa.
Arruga su nariz, parece un cachorrito enojado, sonrío mirándola, verla es tan hipnotizante, podría quedarme horas simplemente contemplando cada facción de su rostro.
— Entonces… — relaja sus facciones — ¿A dónde iremos?
— A un lugar, sube — me dirijo a abrirle la puerta, ella entra al auto con una sonrisa.
Enciendo el auto, ella se pone el cinturón de seguridad.
— Puedes poner música, toma mi teléfono — le extiendo el teléfono, no tiene contraseña, así podrá elegir lo que a ella le guste, comienzo el camino.
— No conozco muchas canciones — se ruboriza, me centro más en el camino, no puedo distraerme.
— Entonces, descubre qué te gusta. Inténtalo — sé que lo digo porque su conocimiento en canciones se limita a las canciones cristianas.
Ella asiente feliz, viendo mi teléfono. Sonrío.
Llegamos al parque, podemos meter el carro, así que eso me será más fácil, no tendré que llevar las cosas. Bajamos viendo el lugar, no hay muchas personas y me aseguro en estacionar algo alejados de los demás. Voy directo a la cajuela, saco la cámara que traje de casa, un regalo de papá.
— ¿Dijiste que te gustaría tomar fotografías, no? ¿Por qué no tomas algunas fotos mientras preparo las cosas? — su mirada brilla al ver la cámara, la toma como si fuera una reliquia — Tranquila.
— ¿Segura de que no quieres que te ayude? — niego, ella, sonriente, se aleja unos metros para tomar las fotografías.
Bien, tengo que ser rápida. Saco el mantel para extenderlo; mamá no tenía uno a cuadros y terminé trayendo uno blanco, tuve que soportar sus preguntas del porqué necesitaba ese mantel y otras cosas, por suerte, logré distraerla y dejó de preguntar.
Acomodo todas las cosas de manera que se vea bonito, sonrío satisfecha. Noah toma fotos a un sauce, está de espaldas a mí. Tomo el ramo escondiéndolo detrás de mí.
— ¡Noah! — se da la vuelta de inmediato — ¡Está listo!
Ella viene caminando lentamente, o de esa manera lo ve mi mente, cualquiera en mi lugar terminaría a sus pies, simplemente verla es un privilegio.
— Wow, trajiste muchas cosas — mira todo con fascinación.
No encuentro las palabras para darle las flores, si digo una tontería no me sorprendería, dioses, denme valor.
— Yo… ¡te he traído esto! — extiendo la flor. Ella deja la cámara y toma la flor, admirándola, esa sonrisa me dice que he hecho las cosas bien.
— Gracias… — las toca con delicadeza — ¿Gerberas?
Asiento, ella admira la flor, y yo la admiro a ella.
— Tienen un significado especial — sé que ella no lo sabe, su mirada de extrañeza me lo confirma.
— ¿Y cuál es?
— Tendrás que descubrirlo — me lanzo al mantel cerrando los ojos por el sol, me da justo en la cara.
Escucho el sonido de la cámara. La miro, sonríe traviesa, sé que me ha tomado una foto a mí. Se sienta.
— No sabía que te gustaba, elegí la gerbera por algo, que no te diré… por ahora — me siento — Este es mi primer picnic.
— El mío también, mis salidas se limitan a las salidas de la iglesia. Nunca he tenido uno así — toma una fresa y la muerde — ¡Uhm! Está dulce.
Tomo una también.
— Una vez quise hacer un picnic con mis amigos, pero a Catalina no la dejaban salir, creo que tú y ella se llevarían bien, es agradable, y Jean, pues trabajaba mucho en ese entonces, así que no solía tener tiempo, además, siempre estaba con alguna de sus novias.
— ¿No tienes más amigos? — niego tomando un muffin — Te ves muy sociable.
— ¿En serio? — sonrío, pues mucha gente me dice eso, pero a la hora de conocerme, difícilmente me sacan una conversación — Las apariencias engañan. ¿Qué te dice mi apariencia? ¿Qué piensas de mí al verme?
Lo piensa, muerde uno de sus dedos, ¿por qué siempre hace eso?! Altera mi cerebro.
— Pues, si no te conociera… — me mira a los ojos — Pensaría que eres de las chicas que dice muchas groserías, tal vez que cada fin de semana vas de fiesta, que tienes mil amigos, que fumas, ¿tal vez? Jajaja, lo siento, me guío por lo que me han dicho. Papá dice que las chicas así siempre van por el mal camino, creí que simplemente era un estereotipo. Y lo confirmé contigo, eres el claro ejemplo de “no juzgues un libro por su portada”. Quiero saber más de ti, conocerte realmente, no asumir nada, así que preséntate.
Sí, sé que todos asumen eso de mí, incluso Catalina dice que tengo esa vibra de chica mala que simplemente va rompiendo reglas.
— ¿Quieres que me presente? — asiente con una sonrisa.
— Quiero saber todo de ti… — se ruboriza por alguna razón; se ve muy tierna con las mejillas rojas.
— Uhm, soy Lucía Pérez, mi segundo nombre es Fernanda, a veces me dicen Lucifer — ella deja escapar una risilla — No me gustan las fiestas, las tolero, no te niego, suelo decir groserías, pero en mi mente, tengo dos mejores amigos, no me gusta socializar demasiado, detesto el alcohol, ni de broma fumaría. Me gusta estar sola, tal vez costumbre, pero tampoco me niego a estar en compañía, me gusta la naturaleza, realmente la amo, me gusta descubrir las cosas por mí misma, no me gusta pedir ayuda, tengo el ego un poquito alto, me gusta lo calmado, ver películas, leer libros. Nada fuera de lo común, supongo.
Se queda mirándome.
— Las apariencias realmente engañan.
— Solo te he dicho lo que me gusta. Además, no han sido todas, solo algunas — me llevo unas uvas a la boca — ¿Qué te gusta a ti?
Lo piensa por unos largos segundos, parece buscar la respuesta correcta.
— No lo sé, sé muy poco de mí, créeme, efectos secundarios de vivir en una burbuja de mis padres — se encoge de hombros.
— ¿Quieres saber qué pienso yo de ti ahora que te conozco un poco? — ella asiente con emoción — Creo que eres la chica más extraordinarias que he conocido en lo que llevo de vida, eres lista, realmente lista, tienes una belleza incomparable, la manera en que hablas, la manera en que sabes lo que quieres me deja sin palabras, pues yo estaría perdida, eres ingeniosa en todas las cosas que haces, eres, simplemente, a mi parecer, alguien incomparable, estoy segura de que cada persona que ha tenido la oportunidad de conocerte ha sido la persona más afortunada del mundo, porque yo me siento así.
— Es porque contigo puedo ser yo. Con los demás no me siento cómoda contando mis sueños, o lo que quiero, debo encajar en un molde, contigo puedo ser yo; no tengo que encajar.
Es la primera vez que alguien, además de mis amigos, se siente seguro conmigo, normalmente no inspiro ese tipo de sentimientos en nadie, pero me siento halagada, pues Noah me está permitiendo ver un lado más… suyo, más real que el que le da a todo el mundo, me siento especial por ser la única.

ESTÁS LEYENDO
Mi Ángel
Teen FictionNo crei que el amor me llegaría a los 24, mucho menos que era una niña de 17. ¿Problemas? Uno: es menor. Dos: es hija del pastor. Tres: a mi hermano le gusta. Cuatro: ¡es mi alumna! Y cinco: es una chica... Aunque lo último a mi no me importab...