¿¡Helado de vainilla!?

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Otro día de trabajo aburrido

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Otro día de trabajo aburrido... Estábamos Marcus, Kevin y yo encubiertos en la tienda  donde supuestamente iban a llegar los narcotraficantes a vender droga. No sé de verdad porque soy tan imbécil para ayudar a estos 2 en sus locuras.

Espero y sean los correctos, no toleraré otro regaño de parte del jefe por culpa de estos 2. Vimos el camión de "Helado'' dónde supuestamente están los distribuidores de droga. Nos pusimos en nuestras posiciones y empezamos el plan.

Había música salsa de fondo lo que utilizó kev para empezar a bailar cosa que obviamente no sabe. Los maleantes entraron a la tienda con unas caras largas.

—¡Epa, epa! ¡Baila conmigo! ¿¡Que tú quieres cabeza hueca!?— exclamó Kevin en español y sacudiendo su peluca.

—¿Dónde está mani?... Dile que.. El de los helados ya llegó— dijo uno de los hombres con su acento ruso.

¡Manolo!— gritó kev.

—¿¡Si papi!?— contestó Marcus de inmediato.

¡Ven aquí!...

—¡Aquí voy azúcar!— gritó Marcus mientras caminaba hacia el otro moreno.

¡Tarati, Tarati! ¡Baila conmigo, baila conmigo!— empezaron a gritar y a bailar como locos.

Cabe aclarar que yo estaba en una esquina haciéndome pasar por "Una trabajadora" de la tienda. Y estaba aguantando las ganas de soltar una carcajada con las locuras de ese par de imbéciles.

¡Danzas de locos, danzas de lo-!... ¡Every time!— gritaron y empezaron a gritar más y a hacer un paso todo raro.

—¡Ya!— gritó el extranjero.—¿No podríamos terminar?— preguntó molesto, se acercó a ellos y dijo en voz baja. —¿Tienen lo poctado?— dijo con el acento ruso muy marcado.

Marcus se sacó el tabaco de la boca y le hizo señas a el heladero de que se acercara a el. —Aqui... ¡Wantanamera!... ¡Ajirawantanamera! ¡Ajirawantanamera! ¡Ajirawantanamera!... Explícale— cantó.

—Dice que no te dará un solo centavo hasta que no le digas de que sabor es el helado— tradujo Kevin a lo que Marcus acomodó el cuello de su camisa con una mirada orgullosa.

—Vainilla... Es lo que ordenó— respondió el Ruso.

Mar sacó un peine del bolsillo de su camisa y se peinó su cabello falso. —Dile pues, denle un mapa al gasto— soltó marcus.

Kevin sacó de uno de los estantes un maletín plateado que tenía pacas de dólares. El hombre sonrió con satisfacción juntos con sus hombres.

—¡Lo que importa es benjamín!— exclamó Kev.

—¡Azúcar!— Exclamó marcus.

El Ruso soltó una corta risa victoriosa. —¡Traigan la mercancía!— ordenó a sus hombres.

Blondes in dangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora