Capítulo 33

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Reacciones no verbales.

Siempre que la veía no pensaba precisamente en versos bíblicos.

Al final ella me estaba pasando eso de imaginar escenarios ficticios.

Jake.

—Joder —fue la única palabra que salió de mi boca cuando Sam asomó su cuerpo por la cortina del vestidor, al verla juro que mi corazón se detuvo, era bellísima.

¿Y bien? —preguntó al cabo de un rato, sus manos rodearon su cuerpo para taparse y su cara estaba roja, como de costumbre. No podía decir nada, ninguna otra palabra salia de mi boca, estaba atónito, todos esos sueños para nada decentes me vienen de golpe a la mente  cuando cierro y abro los ojos para detenerlos me doy de lleno con la mirada de Sam, aquella mirada que me da me hace saber como se siente, es esa mirada que me lanza cuando algo le causa inseguridad.

—Estás espectacular —le digo pero Sam no parece raccionar —¿Qué pasa, mi amor?, ¿no te gusta?

—Es que creo que es demasiado... —muerde sus labios nerviosa y antes de que termine la interrumpo.

—Demasiado perfecto. No sabía que te veías muy bien de blanco, ese color... —me acerco a ella para susurrar en su oído —te queda espectacular —susurré, un escalofrío recorrió su cuerpo y se estremeció ante mi mano en su cintura —y como el vestido se apega a tus magnificas caderas... verlas es simplemente irresistible —dejé un beso en su cuello antes de tomarla de la mano y meternos al vestidor.

—¿Qué haces? —preguntó riendo, mi mano se deslizó a su cadera y tiré de la piola que cubría la parte de abajo de su bikini haciendo caer el manto que la cubría.

—¿Sabes lo que haría con ese bikini justo ahora? —pregunté mientras rozaba su espalda y la pegaba a mi cuerpo de manera desesperada.

—No vas a jugar conmigo y luego te vas a echar para atrás, Jake —dijo antes de subir sus manos a mis hombros —ambos podríamos jugar a eso y te juro que yo no sería la que pierda el control —sonrió antes de besarme, la tomé de las caderas y la levanté, sus piernas se enrollaron al rededor de mi cintura y gemí ante el roce de nuestra intimidad.

—Se supone que no es un juego —digo antes de echar un mechón de su cabello hacia atrás. Repartí besos por todo su cuerpo mientras aspiraba aquél olor a pétalos que ella libera, sus uñas se clavan en mi espalda pero no me quejo en lo absoluto; ya que para eso entreno, entreno para que ella me marque como «suyo». —Dime que no quieres saber en qué estoy pensando ahora —susurré, otro escalofrío la estremeció, «joder, el sentimiento era magníficamente placentero». Sigo besando su cuello, al verla ponerse roja sonrío y continúo con los besos bajándolos á sus hombros. Sam cierra los ojos y se rinde, se entrega a mi, su agarre firme se debilita y todo su peso recae en mis hombros, sonreí, volví a besarla y esta vez ella es la que se adueña de mi boca.

—No eres el único que piensa ese tipo de cosas —dijo y volvió a besarme con más intensidad, su lengua tocaba la mía abrumándome cuando se detenía —¿Crees que no imagino cosas en el auto? —dice y sonríe cuando tomo asiento en un banquito, sus besos van a mi cuello y un sentimiento se instala en mi vientre, cuando sus movimientos comienzan a hacerse notorios la tomo de las caderas y la detengo.

—Espera —susurré al sentir crecer un bulto, la vergüenza se apodera de mí y ella sonríe al notar lo que pasaba.

—Con eso compruebo que el bikini me queda más que bien —Sonríe y deja un beso en mis labios nuevamente, se levanta despacio y toma la prenda del suelo.

—Señorita, ¿todo en orden? —me levanto de inmediato al ver la sombra de la vendedora.

—Si, ¿podría traerme prendas que no se hagan transparentes?, no quiero que haya algún —voltea a verme y me tapo la entrepierna avergonzado —problema —dijo sonriendo, la chica se fue y pude salir.

Suena "Pretty eyes" de Zehdi.

Dos horas, llevábamos como dos horas mínimo mientras Sam se probaba prenda tras prenda, incluso ya se había hecho amiga de la vendedora, el culo lo tenia tieso pero no me quejo, ella estaba feliz, me mostraba cada cosa que se probaba con una sonrisa y un brillo especial en los ojos.

Podía observarla toda la vida y juro que jamás sería suficiente.

Me mantenía sentado con una mano sosteniendo mi barbilla, solamente la miraba intrigado, ella se probaba sombrero, gafas y cada que uno le gustaba volteaba a verme sonriente, cada sonrisa que me lanzaba se clavaba en mi corazón, a todas las prendas les daba mi aprobación, es que nada le quedaba mal «Joder, es que ella es bellísima»

Ella es como oír una magnífica canción por primera vez, es como cuando la persona que amas te voltea a ver, sientes esas ganas de tirarte al suelo de la emoción mientras sostienes tu corazón para que no muera ya que ha mandado miles de descargas eléctricas, es como leer por primera vez un libro, es como escribir rodeado de mariposas, ella es ese sentimiento tan perfecto que se adueña de tu corazón.

—¡Jake! —la voz de Sam me trae de vuelta y juro que estoy apunto de irme cuando la veo de frente viéndome con aquellos ojos cafés salmones y su maravillosa sonrisa. —¿Qué te parece este? —Sonríe, y joder mi corazón no puede más.

—A mí me gusta, todo lo que te pongas me va a gustar, pero, ¿a ti te gusta?

—Si —dijo y se lo sacó de la cabeza —estoy cansada, ¿podemos irnos? —preguntó cuando salió del probador.

—Bien, paguemos y nos vamos —dije, al levantarme los huesos me sonaron y ambos nos miramos sorprendidos, reímos y me acerqué a ella para tomar sus prendas, cuando me acerco al gran bulto de ropa ella me detiene y la miro confundido —¿Qué pasa, bonita?

—Eso es lo que hay que devolver, lo mío es esto —levanta las manos y me deja ver como mínimo unas diez prendas que cargaba.

—¿Segura?, ¿no crees que es muy poco? —pregunté sorprendido, esta chica era simplemente sorprendente.

—Si, de igual manera puedo ponerme ropa tuya y asunto solucionado, solo necesitaba ropa interior y ya —dijo, tomó el bolso que la tienda le había dado y comenzó a caminar, al ver que no la seguía volteó a verme y me sonrió extendiendo la mano, la tomé y caminamos a la caja.

—Buenas noches, coloque las prendas aquí, por favor —dijo la chica que había atendido a Sam, ellas se sonrieron y yo solo la miraba sonreír, de alguna u otra manera verla sonreír era mi pasatiempo favorito —Serían 85,60 ¿Datos o final? —preguntó sacándome de mi maravillosa burbuja.

—Final —dije al cabo de unos segundos. —Gracias — Pagué y esperé a que Sam se despidiera para caminar hasta el auto y ayudarla a subir, en cuestión de segundos, mientras yo daba la vuelta para subirme a mi asiento ella se había dormido. Su respiración era lenta, su pecho subía y bajaba suavemente, no me di cuenta de que me había quedado como tonto mirándola si ella no abría los ojos y me sonreía —Ya mismo llegamos, duerme tranquila, te levanto cuando estemos ahí —dije, le puse el cinturón, dejé un beso en su frente y encendí el auto, pasé una mano en su pierna para así comenzar a conducir.

Una Ilusión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora