Noah
¿Acaso no piensa venir? Llevo diez minutos esperando.
Miro la cartelera de hoy, no conozco ninguna, dejaré que ella lo decida, aunque si sigue tardando creeré que se olvidó o algo así.
¡Puff!
Doy vueltas por el lugar, no está muy concurrido, supongo que es porque es lunes.
— ¿A quién espera, señorita Sandoval? — me paralizo por un segundo, de no haber reconocido su voz, le hubiera dado un golpe pensando que es un acosador.
Me doy la vuelta para verla, si no supiera que tiene 24 años y es maestra… diría que es alguien de mi edad sin dudarlo.
Hasta ahora la he visto muchas veces con este estilo, tiene muchos, a decir verdad, la mayoría de las veces elegante. Hoy, trae unos shorts negros cortos, no demasiado, una blusa que muestra cierta parte de su abdomen, su cabello negro tiene leves ondas, una gorra rosada (un astronauta resalta en ella) y, por último, una chaqueta negra que, sin duda alguna, le queda bien. Nunca la había detallado tanto, tal vez porque antes simplemente intentaba ignorarla, verla te obliga a detallarla, por eso la mayoría de las veces evitaba hacerlo. Claro, con el cuerpo de infarto que tiene, muchos voltean a verla.
— ¡Hey! Reacciona — chasquea los dedos frente a mí.
Parpadeo unas veces antes de hablar.
— Tienes un estilo muy bonito — sostengo mi bolso con fuerza y me doy una mirada a mí misma, ella es tan bonita, seguramente le gustaría alguien igual a ella, no como yo…
— ¿Ah, sí? — levanta mi mirada con uno de sus dedos, haciendo que la mire, sé que sus ojos son de ese color café muy claro, casi miel. Suspiro detallando cada parte de su rostro, tiene una mirada linda, cada parte de ella parece hecha a la perfección… — Tú te ves linda. Siempre.
No es la primera vez que lo dice, la primera vez casi me da un infarto, y esta vez no es la excepción, mi corazón, más que feliz, quiere salirse de mi pecho y unirse al suyo, si tan solo sintiera lo mismo que yo.
Aparta su mirada y me suelta.
— Lo siento por tardar, no me especificaste dónde encontrarnos, tuve que deducirlo, en fin, ¿qué quieres ver? — comienza a caminar en dirección a donde venden las entradas del cine, me doy un golpe mental porque es cierto; bueno, al menos ya está aquí… — No creo que te gusten las de terror.
Ese género nunca me ha llamado la atención, así que ha acertado completamente. Sin embargo, la vería sin problemas por ella.
— Uhmm — miro todas las películas disponibles — Quería que eligieras tú. Si quieres ver esa, está bien.
Ella también mira con atención las películas.
— ¿Entonces, una de terror? — me mira con cierta malicia — No creo que te guste. Sobre todo si es tu primera vez.
¿Me está retando?
— ¿Ah, sí? Vamos — tomo su mano, no se queja, simplemente sonríe de una manera juguetona — Dos entradas a… ¿El conjuro?
— Una clásica, no es tan terrorífica — habla Lucía detrás de mí — Escoge los asientos del medio, siempre se ve mejor desde allí.
El chico que está atendiendo nos da las entradas, luego de que escojo los lugares, gracias a eso puedo ver que pocas personas han comprado boletos para ver esa película, cuando estoy por pagar, es tarde, Lucía le ha dado su tarjeta.
— ¿Qué haces? Yo te invité — reclamo, si bien, no he tenido una cita nunca, sé que la persona que invita debe pagar.
— Quiero hacerlo, tómalo como una disculpa por llegar tarde, vamos, comienza en unos minutos, aún quiero comprar palomitas — ignoro la mirada del chico que nos mira con una sonrisa medio psicópata, a mi parecer.
Me guía para comprar lo que ella quiere, yo no sé mucho, así que dejo que lo haga.
— Buenas tardes, señoritas, ¿desea alguno de nuestros combos? Tal vez un combo de parejas — mi sonrojo se hace evidente, siento mi cara más caliente; Lucía se aclara la garganta antes de responder.
— Eh… Claro… — sonrío bobamente por eso.
— Lo siento si te incomodó eso, lo mismo pasa cuando vengo con Catalina o con Jean, hay una de las chicas que creo que no está de turno hoy, me vio con ambos en diferentes días, a sus ojos debo estar poniéndole el cuerno a ambos.
Ambas reímos, conozco poco a sus amigos, pero el día que los vi, me parecieron algo agradables.
La sala ya está a oscuras, en la pantalla gigante están pasando anuncios, por la oscuridad, no puedo ver si hay gente o no. Batallé un poco al buscar los asientos, pero Lucía los encontró.
Me da las cosas que compró, el supuesto combo de parejas consiste en palomitas (una en específico, pero lo suficientemente grande para ambas) gaseosas para cada una, dos hot dogs, y dos chocolates, tampoco me permitió pagar esto, a pesar de que le insistí más.
— Si te asustas o algo, podemos salir, no hay problema — toma su gaseosa — Uff, Catalina va a matarme…
— ¿Por qué? — también tomo la mía.
— No le gusta que beba Coca-Cola, digamos que antes era adicta a estas cosas, pero bueno, una vez al año no hace daño.
Mira al frente poniendo atención a la película que ya ha comenzado. Yo no soy muy fan de la gaseosa tampoco, mis padres prefieren jugos, algo de la iglesia, ya que nuestro cuerpo es un templo y debemos cuidarlo, no discuto eso, estoy a favor. Aunque, de todas formas, probar algunas cosas de vez en cuando no sería malo.
Mis expectativas sobre esta película son nulas, no me llaman la atención como había dicho; ¿qué podría pasar?
Olvídenlo.
Es lo más aterrador que he visto, claro, es la primera película de terror que veo, cada cierto minuto doy gritos suaves para no molestar a los que estén viendo, si es que hay gente, la idea de que algo pueda jalarme por debajo de los asientos se hace presente.
¿Lucía? Bien, gracias, se la pasa riéndose de mis sustos.
Cierro los ojos, una escena de terror se acerca, mi corazón de pollo va a sufrir un infarto, y no de los lindos cuando Lucía me dice que me veo bonita.
De pronto, esos miedos se reducen, siento la mano de Lucía tomar la mía…
— Podemos irnos si no te gusta — no se gira, su mirada sigue en la película, el sonido de esa pantalla se ha vuelto nulo.
¿Cómo explico a alguien lo que se siente? Parece que el simple toque de su mano quita todo el miedo que siento, los latidos de mi corazón se reducen a unos más calmados, sus manos son suaves, encajan a la perfección con las mías.
No digo nada, solo entrelazo nuestros dedos, es tan cálido. Un acto tan pequeño ha hecho que calme a todo mi ser, no se puede explicar la manera en que esto me hace sentir, podría sonreír todo el día con este simple acto. Más calmada ahora, trato de centrarme en la película y no mirar nuestras manos, pues mi sonrisa es incontenible al verlas juntas.
— ¿Te gustó?
¿La película o tú?
Tú sí; la película también, porque hizo que tomaras mi mano, que, por cierto, hasta ahora no nos hemos soltado.
— 6/10 no fue tan buena, hay más cosas en la Biblia que me dan terror — miro de manera relajada mis uñas.
— Jajaja, sí, claro, casi me dejas sorda, y además — levanta nuestras manos juntas — Aún no me has soltado.
Tampoco pienso hacerlo.
— Jum — presiono más nuestras manos, ella sonríe de manera cálida — Vayamos a comer helados.
La arrastro a una heladería que hay, todos los helados parecen deliciosos, no suelto la mano de Lucía; ella tampoco intenta apartarse.
¿Será esta una señal de Dios?
— ¿Has probado el de vainilla? Aquí es exquisito, y es uno de tus sabores favoritos — mira los helados, al igual que yo, debatiéndose en cuál elegir.
— Podemos pedir ese para mí, ¿y para ti? — miro cómo entrecierra sus ojos eligiendo un sabor.
— El de oreo — asiento.
Esta vez no voy a dejar que ella pague.
Pedimos los helados y estoy por pagarle.
Pero a cierta chica se le ocurre jalarme hacia ella, separa nuestras manos y con esa misma es con la que me atrae hacia ella, mis ojos no podrían estar más abiertos ante tal acción. El toque en mi cintura me deja sin habla.Con su otra mano, nuevamente le da su tarjeta para pagar. Su aroma a vainilla me inunda, estoy molesta, porque no me deja pagar, y porque su maldito aroma hace que mi enojo se disipe.
Elevo mi mirada, sonríe. Se acerca a mi oído, un escalofrío me recorre; por un momento creo que me besará…
— ¿Crees que iba a dejar que pagaras? — se separa de mí y yo no podría parecer más idiota; parece que me han inyectado algún tipo de droga que me vuelve más apacible, claro, la droga es ella.
Ella y todo lo que es; no podría existir alguien tan perfecta, tiene que ser delito o pecado.
Reacciono cuando nos dan nuestros helados, Lucía tiene que soltarme, maldigo eso, no quería que lo hiciera, estaba demasiado cómoda en sus brazos como para querer que me soltara.
Buscamos un lugar donde sentarnos. Lo encontramos; alejado de casi todas las mesas, perfecto.
— Vine aquí una vez con un chico — le pongo atención — Era mi cumpleaños, me "invitó" a la hora de pagar no tenía dinero. Tuve que pagar yo.
Ella ríe.
— ¿Era tu novio? — pregunto con seriedad; ella niega.
— Era un… ¿pretendiente? Se podría decir, creí que quería ser solo mi amigo, luego me dijo que le gustaba y dejamos de hablar. ¿Sabes qué es lo raro? Que al día siguiente de mi cumpleaños, me devolvió el dinero; más de lo que gasté ¿quién soy yo para rechazar eso?
— ¿Has tenido novio…? — mi pregunta sale con un poco de temor y no entiendo la razón; ¿acaso quiero ser el primer amor de Lucía o qué?
— No, nunca tuve novio — come su helado — No me interesaba ese tipo de cosas en mi adolescencia.
— ¿En serio? — a pesar de que su respuesta me alegra de alguna manera, me es difícil creer que alguien como ella no haya tenido novio — ¿Por qué?
— Uhm, no sé — se encoge de hombros — Nadie me gustaba.
— ¿Y ahora? — me mira cuestionándome — Me refiero, a que si te gusta alguien ahora… — aclaro.
— Creo que sí… — mira su helado fijamente, y yo quiero ahorcar a una persona que no conozco ni sé su nombre — No lo sé… No sé qué es estar enamorada, así que no sabría decirte.
— ¿Y quién es? — muerdo la cucharita del helado.
— Es alguien… — me indica que me acerque a ella, parece más bien que quiere contarme un secreto, lo hago; me inclino hacia ella, mira a los lados antes de hablar — Que no debes saber.
Suelta una risa, seguramente por mi cara de molestia. Pensé que lo diría, así podría… Ni siquiera sabía qué hacer; a ella ya le gusta alguien, y no soy yo.
Me pongo triste como un cachorrito.
— Supongo que si te pregunto a ti, la respuesta es que no — habla mientras me mira.
Sonrío con malicia…
— Uhm, pues te equivocas, hay alguien que me gusta… Y no es tu hermano, solo para aclarar.
Eres tú.
Su ceño se frunce; me mira inquisitiva.
— ¿Quién?
— Si me dices el nombre de quien te gusta, te lo diré.
Parece pensar mi trato, quiero saber quién le gusta, porque de tantas, esa persona es especial; dijo que nunca se había enamorado, ni le había gustado alguien, así que ese alguien debe ser especial de alguna forma.
— Buen intento — se levanta — Vamos, te llevaré a tu casa.
No hablamos más sobre eso; yo porque trato de pensar quién es esa persona y ella, no sé por qué, pero se queda callada.
Vamos a su motocicleta, para ser una cita, salió horrible, claro, en la primera cita te enteras de que a la persona que te gusta, tiene a alguien que le gusta; muy bonito.Hermosa y maravillosa cita.
Aunque, el tomar su mano y estar a su lado, valió la pena.
Esta vez, me sujeto de su cintura al subir a su motocicleta, no dice nada, simplemente arranca.
Su espalda es calidad, no me cansaré de decirlo, estar cerca de ella hace que te sientas relajada, cierro los ojos mientras la abrazo, para mí es un abrazo. Uno del que nunca quisiera separarme, pero, lastimosamente, el camino no es largo.
— Eres pésima organizando salidas.
Corrección. Cita.
— ¿Por qué? — me quito el casco que me ha dado.
— Un cine no es para hablar, ni conocerte mejor. ¿Has hecho un picnic alguna vez? — niego — Hagamos uno. El jueves. Si quieres, claro.
— ¡Sí!, ejem, digo, sí… ¿Por qué no? — intento disimular mi sonrisa, ella asiente, por el casco, no puedo ver sus expresiones; le devuelvo el que me dio.
— Hasta el miércoles, no olvides la tarea que dejé.
Arranca su motocicleta.
¿No está mal, no? Si me ha invitado es por algo, tal vez yo podría llegar a gustarle más que la persona que le gusta, sí. Aún tengo oportunidad.
Entro a casa, padre, como siempre, en la sala.
— ¿Cómo te fue? — pregunta serio.
— Bien… Estudiamos mucho — miento, pues no estaba con Miguel.
— ¿Lucía te trajo, no? — levanta una ceja y cierra su Biblia.
— Sí, Miguel tenía que ayudar a su padre, no es la primera vez que ella me trae… Uhmm, iré a descansar.
Subo el primer escalón hacia mi habitación.
— No te juntes mucho con ella — me quedo parada por unos segundos, no respondo — Es una mala influencia.
Por primera vez, no quiero escucharlo, no otra vez en contra de Lucía.

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Mi Ángel
Teen FictionNo crei que el amor me llegaría a los 24, mucho menos que era una niña de 17. ¿Problemas? Uno: es menor. Dos: es hija del pastor. Tres: a mi hermano le gusta. Cuatro: ¡es mi alumna! Y cinco: es una chica... Aunque lo último a mi no me importab...