Capítulo 11

4.7K 427 21
                                    

Lucía

El día comienza horrible: mucho sol. Tengo que recoger los vestidos y trajes de mis alumnos; todos a su medida. Ayer estuvieron más de una hora peleando qué color usarían.

Y ahora, tengo que ir a la repostería, encargué todo tipo de bocaditos posibles ayer. El auto de mi padre es muy espacioso, no tendría problema en llevar todo esto, salvo que voy diez minutos tarde.

—Buenos días —saludo a la chica al llegar al lugar—. Uhm, encargo a nombre de Lucía, por favor.

—Buenos días, claro que sí, deme dos minutos.

Se va, seguramente a traer el pedido. Miro las vitrinas de cristal llenas de postres que a simple vista te dicen “cómeme”. Todo se ve tan estético; parecen postres asiáticos. Mis ojos caen en unos muffins, no cualquiera, muffins de arándanos.

Noah se comió casi todos el día que me alejó. ¿Debería llevárselos…?

¡No!

—Aquí tiene —la misma chica del principio y un chico más traen unas cajas, seguramente con los postres—. ¿Algo más?

Miro los muffins.

—Sí…

 *

—Hola —contesta Miguel, lo llamo para que me ayude a llevar las cosas.

—Miguel, baja con algunos alumnos más, tengo su vestuario.

Cuelgo. En el estacionamiento y generalmente en todo el colegio hace un poco de frío, a diferencia de afuera que hace calor. Suspiro; estoy cansada y tengo sueño; ayer me desvelé corrigiendo la tarea de otros cursos.

—¡Profesora Lucía! ¡Buenos días! —tres chicas aparecen con una adorable sonrisa; una de ellas me abraza cuando llega hasta mí; no es de ningún salón que yo conozca; simplemente me quedo quieta—. ¿La ayudamos?

—Uhm, buenos días… No, gracias, mis alumnos vendrán. ¿De qué curso son?

—Somos de quinto, todos de sexto año hablan de usted; esperamos que en sexto año sea nuestra tutora —las tres asienten; yo asiento con un intento de sonrisa—. ¡Nos vemos, profesora!

Asiento; qué raro. Miguel y algunos alumnos más no tardan en aparecer. Luego de saludarnos, les indico que lleven todo a nuestro salón.

Cuando entramos al colegio, todos se dirigen a la cancha de entrenamiento, que parece más un mini estadio. Al entrar en el salón, veo a Noah hablando con, creo que, ¿Sofía? Sí.

Son amigas, creo; suelo verlas caminando juntas.

—Chicos, tomen su vestuario; todos están con nombres, así que no peleen. Noah, ¿podrías darme el cronograma? —Noah se acerca a mí con algo de miedo.

Se ve linda…

—Profesora, uhm, hay un problema —tomo asiento en el escritorio—. Uno de los cursos cambió su presentación a último minuto.

—No te preocupes; pásalos a último lugar; hablaré con el que da la presentación; creo que es el profesor de matemáticas, no te preocupes.

Ella asiente un poco apenada.

—¿Lo siento por no ayudarte más, puedo hacer algo?

Supongo que se refiere a todo el tiempo en el que casi ni la miré, cuando la idea principal era trabajar juntas.

—Sí —solo hay una caja que destaca entre todas las demás, una más pequeña; la tomo—. Pasé por los bocaditos hoy, iré a entregarlos a la profesora en un momento, la cuestión es que… —la decoración de la caja es minimalista y elegante; la abro—… me encontré con estas delicias —los ojitos de Noah brillan con cierta emoción, no puedo evitar sonreír ante eso—. Es para ti, vi que te gustaron… ese día, así que al verlos me acordé de ti.

—Muchas gracias —toma uno de los muffins y lo come—. ¡Uhm! Esto está muy bueno; encima me viene bien, no desayuné esta mañana.

Creo que no tenía planeado haber dicho eso porque me mira avergonzada, solo una pregunta ronda en mi cabeza.

—¿Por qué no has desayunado?

—No es nada… —iba a escapar, pero la detengo tomando su mano, me aseguro de que los demás alumnos sigan en lo suyo.

—¿Por qué no lo has hecho?

—Bueno… —duda en responder—… he discutido con mis padres por algo… nada importante. No te preocupes.

A veces me gustaría entrar en su cabecita para saber qué es lo que piensa ella.

—Es importante si se trata de ti. Hablaremos luego —la suelto—. Ve a vestirte —miro el cronograma; se presentan en quinto lugar—. Las primeras presentaciones pasan volando, los quiero en la cancha en diez minutos, diles eso a tus compañeros; hablaré con el profesor sobre el curso que cambió su presentación.

Asiente y se va. Ya no parece tan exaltada como el día que me pidió ser su amiga. Parece que ese día no ha existido para ella, aunque supongo que este no es el lugar para hablar de eso con ella.

No tardo mucho en terminar de hablar con ese señor; cae bien, pero aún así no me sé su nombre; soy mala para eso. Los bocaditos serán entregados por meseros que han contratado para hoy, en cierta parte del lugar está una gran mesa de invitados importantes.

El evento comienza con los típicos saludos y agradecimientos por haber asistido; no tardan en dar comienzo, y como había predicho, los primeros números pasan rápido. No puedo evitar reír con la presentación del sexto A; han hecho una dramatización muy buena sobre cómo se fundó el colegio, sacando risas a varios. Veo a mi salón al otro lado, preparándose para entrar después de la presentación de un curso de quinto año.

Me dirijo hacia ellos.

—Se ven muy bien, chicos, no estuve presente en todos sus ensayos, pero sé que lo harán increíble; si tienen algún problema o algo, no duden en decirme.

Los chicos portan trajes negros, y las chicas, unos vestidos blancos hermosos, que a mi parecer, parecen más una boda o damas de honor.

—¡Profesora! —Noah sale de entre todos, se ve como un ángel, en mi cabeza, todo se detiene por unos segundos; es inevitable no sentir que ves al ser más hermoso de todo el universo,  el vestido le va tan bien que parece hecho para que solo ella pueda portarlo, trago saliva—. Julio no aparece; ¿con quién entrará Sofía?

Salgo de mi pequeño trance; ella se ve preocupada, al igual que su amiga.

—Iré a buscarlo, aún hay tiempo, lo solucionaré, tranquilas, entren como lo ensayado —la profesora de música hace que pegue un pequeño salto; ¡qué manía de las personas de aparecerse así!

Ella se va, dejándome con los estudiantes, pobre niña, es horrible cuando en algún momento tu pareja de baile no llega, me pasó una vez tuve que bailar sola. Muy triste.

Noah se para a mi lado junto con Miguel a su lado; es graciosa mi relación con Miguel aquí, hemos acordado fingir que no nos conocemos; muy normal para nosotros.

Los minutos pasan, dando final a la presentación, y la profesora aún no ha vuelto.

—La siguiente presentación es del curso sexto D. ¡Fuertes aplausos para ellos! —todos aplauden y yo los animo a entrar.

Se acomodan en sus lugares, Sofía está sola, me da cierta pena. Noah también la mira como yo, es obvio; se preocupa por su amiga.

Suspiro, no lo voy a hacer.

No.

No.

No.

Ya que. No permitiré que alguien de mi curso pase por algo así.

—Profesora… —la canción comienza a sonar; tomo a la chica de la cintura, oyendo a los estudiantes vitorear.

—No me sé el baile completo, así que tendrás que guiarme —Sofía parece no procesar la situación, seguramente es un poco incómodo para ella, para mí lo es.

Muy en el fondo, me hubiera gustado que Miguel fuera el que no apareciera, para bailar con Noah.

Agh, sé que está mal, pero realmente me hubiera gustado eso.

Instintivamente miro en su dirección, y la veo; también me mira, o tal vez mira a su amiga, pero estoy segura de que mira en esta dirección, no estamos lejos, lo suficiente para no chocar una contra la otra. Ella quita la mirada algo sonrojada, seguramente por Miguel. Lo detesto.

—Esto parece baile de quince años —susurro algo enojada, y oigo la risa de Sofía. Aunque ella use tacones, sigue por debajo de mí.

—También me quejé —dice sonriendo.

El baile es tranquilo y lento, así que puedo copiar a los demás; recuerdo esta parte de la canción, las chicas deben quedar de espalda a los chicos, mientras estos les toman la cintura; claro que lo recuerdo, quería sacarle la cabeza a mi hermano, le tengo envidia.

Sofía queda delante de mí, trato de no tocarla para no incomodarla, sorpresa me llevo cuando su mano toma la mía para pegarla a su cintura.

La canción continúa y volvemos a la misma posición inicial, sigue siendo inevitable que mi mirada busque a Noah; esta vez no me encuentro con su mirada, pero habla de algo con Miguel.

Qué horror.

Si se preguntaban qué canción estamos bailando, es simple: Enchanted, Taylor Swift, linda, lo sé. Pero no la estoy disfrutando al ver a aquella chica con mi adorado hermano chihuahua.

—Viene el cambio de parejas —habla Sofía, haciendo que la mire—. Unos segundos y luego volvemos a cambiar para volver a nuestros lugares.

Asiento; no recuerdo eso, y como lo dijo, en una parte de la canción cambiamos de parejas. Por primera vez me siento afortunada, pues Noah es quien ahora está en mis brazos.

Hago que dé una vuelta para luego atraerla a mí. Es hora de volver, lo sé; todos los demás lo hacen. Pero ella y yo no lo hacemos.

—¿Por qué te quedaste? —sigo con el baile. Tenerla frente a mí, bailando conmigo, se siente bien…

—Puedo irme si quieres —intenta soltar mi mano, pero la presiono más fuerte hacia mí.

—No, arruinarás el baile.

Y quiero bailar contigo, así que no te dejaré ir, Noah Sandoval.

Ella sonríe.

—En serio, sigo creyendo que eres bipolar; tus emociones cambian rápido.

—Tú haces que cambien… —la escucho susurrar; ¿a qué se refiere?

—¿Qué?

—Que si eso de allá es un alien —miro detrás mío; sé que eso no es lo que dijo; suelta una risita traviesa—. No repito lo que digo.

—Qué graciosa —sonrío con sarcasmo.

Al mirar hacia mi hermano, veo que nos ve confundido, pero sigue bailando con Sofía.

La misma escena va a repetirse, las chicas deben estar de espalda. Esta vez, a diferencia de cuando estaba bailando con su amiga, la pego un poco más a mí; espero que no la incomode, porque lo menos que quiero es eso.

El aroma a fresas invade mis sentidos del olfato; ese aroma dulce me hace cerrar los ojos; ahora sé mi perfume favorito: el de ella.

Algo sonrojadas, volvemos a nuestra posición; el baile fluye, mientras mi mirada se pierde en ella; es inevitable no hacerlo, cuando tienes frente a ti a la chica más linda que tus ojos hayan tenido el honor de ver.

Viene el final de la canción, aquel en donde ella lo miraba a él y no a mí, pero ahora no es así; ella me mira a mí, se inclina con mucha delicadeza y me acerco sujetando su cintura, no me acerco demasiado, pues sé que estamos ante muchos ojos. Aún así, puedo escuchar cómo ella suspira, todo el bullicio que se está formando con los aplausos se silencia al contemplarla… Podría mirarte toda mi vida, Noah.

Y aún así, no me sería suficiente.

—¡La dedicación de nuestros maestros está a otro nivel! ¡Un aplauso! ¡A nuestra maestra y su curso!

Noah se para de manera rápida, que casi termina cayendo. Puedo sostenerla, sus zapatos… uno de los tacones se ha roto; qué mal momento. Escucho cómo se queja por el dolor.

Y como siempre, su salvador viene a ella.

—¡Noah! ¡¿Estás bien?! —me aparta de ella, Miguel y junto a él, su amiga Sofía.

—Salgamos de aquí, interrumpimos a los demás.

Salimos de la cancha; Noah en los brazos de él, y yo mirando como idiota.

Los sigo; no voy a quedarme viendo. Los tres entran a un salón vacío, los demás estudiantes han corrido a quitarse el vestuario seguramente.

—¡Ah! ¡Me duele! ¡No lo toques! —Noah aparta a Miguel, y este simplemente sonríe.

—No seas dramática, Noah —Sofía también sonríe.

—Pues podría ser una fractura, así que déjenme ver.

Los tres miran en mi dirección; Miguel me mira enojado; ¿qué tiene este?

Me agacho para tomar lo más delicadamente posible su pie lastimado; suelta un pequeño quejido, pero no dice nada.

—¿Está bien? No es grave; solo, no lo apoyes ahora. ¿Quieres que te lleve a casa?

Le pregunto; veo cómo una lágrima se le escapa, haciendo que mi corazón se estruje, no quiero verla así.

—Yo la llevo —miro a Miguel y niego.

—Lamentablemente están obligados a quedarse aquí; reglas del colegio, es una actividad obligatoria, así que nadie debe irse hasta que termine, firmaré la justificación de Noah, no puedo hacer lo mismo por ustedes si no tienen una razón lo suficientemente convincente, así que mejor quédense.

Ambos se quedan callados; quito el otro zapato de Noah, y sin previo aviso la cargo, como si fuera una hermosa princesa. Ella enreda sus manos en mi cuello y pega su cara a el, escondiéndose.

—Miguel, volveré en una media hora o menos; si preguntan por mí, diles que hubo emergencia con una alumna —él asiente de mala gana; Sofía sigue perdida. ¿Me tendrá miedo?

Salgo de ahí con Noah en mis brazos, sintiendo algunas lágrimas en mi cuello, daría todo de mí para que el dolor que siente no lo sintiera ella, sino yo.

Su cuerpo es muy ligero, puedo sentir la piel de su espalda, suave. Me apresuro; quiero ir a una farmacia para calmar su dolor. Agradezco haber traído hoy el auto de mi padre; hubiera sido difícil si traía la motocicleta.

Con un poco de dificultad para abrir la puerta del carro, la siento en el puesto del copiloto. Por fin puedo ver su carita, parece Rodolfo con la nariz roja; sonrío con ternura.

—Me duele —su voz es más débil, mezclada con pequeños sollozos.

Acaricio sus manos y las beso. Parece sorprendida. Yo también lo estoy; fue un acto involuntario,  ni siquiera lo pensé, simplemente lo hice.

—Iremos a comprarte algo para el dolor,¿vale? —ella asiente con su carita roja y triste.

—Gracias, Lucía —antes de que me aparte de ella, me abraza.

Le devuelvo el abrazo, esperando que esta vez no me aleje como aquel primer abrazo que le había dado; la presiono contra mí, se siente muy cálido abrazarla, hace que mi corazón lata a mil por hora, que mis ojos se cierren sabiendo que aquí puedo estar segura.

Me va soltando poco a poco, cuando por fin nos separamos, no puedo dejar de mirarla; incluso en esta situación sigue luciendo tan angelical.

¿Qué me estás haciendo, Noah?

Mi Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora