Gi-Hun abrió los ojos con pesadez, sintiendo un dolor punzante en su cabeza y un ardor en sus orbes que lo hizo volver a cerrar los ojos para intentar acostumbrarse a la luz que lo recibió de golpe.
Intentó recordar lo último que había sucedido antes de que, según evocaba, se desmayara.
Tocó su frente y, poco después, la imagen de Jung-Bae apareció entre sus recuerdos, llevándolo a abrir los ojos de golpe con desesperación.
─¡Jung-Bae!
Su corazón latió frenéticamente, y sin pensarlo sus manos fueron a parar a sus ojos para intentar calmar las lágrimas que comenzaron a nublar su vista, pero antes de que pudiera hacerlo, un impedimento detuvo su acción.
Con la mirada perdida y el dolor palpante desvió sus ojos hacia sus costados, notando que ambas manos se encontraban totalmente atadas a unas cuerdas que se asujetaban al respaldo de una enorme cama de dos plazas en la cuál descansaba.
Jadeó asustado, tirando de las cuerdas para intentar liberarse. Miró sus pies, notando que estos estaban en las mismas condiciones que sus manos, sólo que sus zapatos ya no estaban ahí para cubrirlos.
Intentó hablar para quejarse en voz alta y pedir ayuda, pero grande fue su sorpresa cuando notó, también, que su boca estaba cubierta con un gran pedazo de cinta adhesiva que le impedía hasta si quiera poder sentir sus labios resecos.
Maldijo mentalmente, y rápidamente volvió a intentar librarse de aquellos agarres para poder irse de ese lugar que, ahora que lo notaba, no conocía en nada.
Detuvo por un momento sus bruscos movimientos y observó la habitación en la que se encontraba, notando una elegancia y aura extrema de codicia donde el lujo abundaba. Miró las paredes llenas de distintos cuadros bañados en arte marxista, con algunos otros pequeños y sutiles adornos que no lograban llamar mucho la atención, pero que combinaban con el decorado. Un gran candil colgaba desde el techo, iluminando más de lo que le gustaría hacia el centro de la cómoda y refinada cama donde él se encontraba. La tela debajo de su piel era sedosa, negra, fina como el condenado cielo, y los mueblos que lo rodeaban por todo el lugar distinguían por su neutro color negro y café, creando un ambiente mucho más sofisticado del que estaba acotumbrado.
No entendía nada, ¿dónde estaba?
Tenía miles de sentimientos encontrados en ese momento, pero el más importante era saber que había perdido a una de las personas más importantes de su vida, Jung-Bae, y que, además, ya no volvería a ver al único hombre por el cuál había comenzado a sentir, secretamente, algo más que una simple atracción.
Young-Il ya no estaba, y Jung-Bae jamás volvería.
Gritó exasperado, sin soltar gran sonido debido a la cinta, desgarrando un poco su garganta.
Lo había jodido todo. Su plan simplemente había sido un completo chiste para el jefe de ese asqueroso lugar, y no dudaba que ahora el desgraciado debía estar riendo y gozando de su impecable victoria mientras él sufría y se entregaba al vacío de su miseria.
Era patético.
No podía salvar a nadie, ni si quiera podía salvarse a sí mismo.
Se acurrucó en la cama, con las muñecas y tobillos rojos de tanta fuerza ejercida sobre ellos, y lloró en silencio mientras pensaba una y otra vez en cómo había sido tan estúpido para caer en la trampa de ese maldito y jodido mounstro.
«Lo odio y lo maldigo todas las veces que sea necesario». Pensó con dolor.
La puerta fue abierta minutos despúes, sobresaltándolo e interrumpiendo sus pensamientos con temor.

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Traición | In-Hun
FanfictionGi-Hun estaba convencido de que las cosas no cambiarían dentro del juego si no hacía algo al respecto, pero para eso necesitaba ir directamente a la cabeza de todo; el líder. Ahora que estaba por su cuenta, debía encontrar la manera de llegar al líd...