Capítulo 31

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Solo tú, por el resto de mi vida.

La gente siempre dice "eres muy joven para sentir amor" y yo lo sé, pero simplemente me limito a contestar; me desvivo por ella, le daría mi corazón de ser necesario, y si eso no es amor, denme el nombre, porque lo mencionaré cada vez que tenga ese sentimiento por ella, así que lo nombraré siempre.

Jake.

—Bueno, tú sola, yo solo, ¿Qué hacemos? —Menciono cuando cierro la puerta tras la ida de Mike, Sam voltea a verme y la imagen de ella llorando me descoloca totalmente.

—Me ama —Dice, corro hasta ella y la abrazo, aquél abrazo la deshace por completo en mis brazos y simplemente me mantengo en silencio —Mike me dijo que me ama, me quiere. —Ahora lo entendía, sabía lo que pasaba, había pasado intentado que Mike la quiera desde que lo conoció, y que se lo diga ahora la tomaba por sorpresa, mi nena es sensible. Nos sentamos en el sofá esperando a que termine de llorar, media hora después el llanto se detiene y ella absorbe su nariz —Bueno, no estamos para melancolías —, Sam se levanta y camina hasta la cocina, la observo en silencio mientras recoge los platos, las lágrimas vuelven a descender y me levanto para acercarme a ella —Es que es muy bonito —, vuelvo a abrazarla mientras sonrío. Tengo el brazo inmóvil y el calambre comienza a apoderarse de él, pero lo ignoro ya que la tengo a ella en él, con tal de que esté cómoda no me importa. Miro el reloj 9:30, llevábamos una hora en la misma posición; ambos en el piso de la cocina arrimados a la pared baja del mesón, oír su respiración lenta me tranquiliza y aquél recuerdo fugaz de la primera vez que lo oí se adueña de mí corazón y me revuelve las emociones joder, como la quería. Se levanta de golpe y me observa. —¿Me quedé dormida? —, pregunta apenada, empieza a recoger los platos, la observo desde el suelo y ella vuelve su vista a mi —¿Vas a quedarte ahí?

—Ven, vuelve a mi lado, duerme conmigo otra vez —Susurro y mi corazón se estremece cuando me sonríe.

—Tenemos que lavar los platos.

—Yo los lavo luego —Susurro.

—Levántate, pongamos música para ambientarnos y no quedarnos dormidos como unos holgazanes otra vez —Sam camina hasta la sala, toma el control de la bocina y el sonido que hace al encenderse la asusta, río internamente al recordar que el volumen estaba al máximo, tomo el control y conecto mi celular, mientras lo hacía veía de reojo como Sam me miraba con cautelada, observaba con detalle cada cosa que hacía con una concentración impresionante, pero mientras ella lo hacía yo no podía dejar de mirarla, y juro que jamás me cansaría de hacerlo. El impulso me gana y tomo su rostro para besarla, un gemido suave se adueña de sus labios y sonrío ante ello, nuestros cuerpos se amoldan como dos piezas de un rompecabezas y sonrío. La desesperación es tanta que comenzamos a caminar y nuestros pies nos hacen tropezar, caemos en el piso en medio de la sala. El beso sigue en mi mente bombardeando mi corazón y eso no me permite darme cuenta de la situación, la risa de Sam llama mi atención y la observo reír. Mierda, podría observarla ser feliz toda mi puta vida. —Ven, tenemos que arreglar —Extiende su mano cuando se levanta frente a mí y la tomo para jalarla nuevamente, al caer a mi lado se acomoda encima de mi brazo izquierdo y echo para atrás aquél rizo que bloqueaba sus ojos, ante el tacto ella los cierra y suelta un suspiro, ese suspiro me tiene en la cuerda floja de la cordura, desde que la conocí, nunca se me cruzó por la mente que iba a llegar al punto de perder la cabeza por ella, que hasta sus suspiros serían capaces de revolver aquellas emociones reprimidas que me había encargado de mantener ocultas de todos, y la simple idea de que ella causara eso en mí me fascinaba.

—Te amo —susurré débilmente, el sonido de sorpresa que escapa de sus labios me hace mantener la respiración, aquellos ojos cafés me observan con curiosidad, nadie dice nada. El deseo de tocarla carcome mi alma y la desesperación comienza a adueñarse de mi, no dejo de mirarla y ella tampoco lo hace. Mi oído se agudiza al reconocer la canción que sonaba a través de la bocina.

Acquainted - The Weeknd

No podía estar más de acuerdo con la canción en este momento. Mi cerebro se apaga y el corazón se adueña de mi cuerpo y la beso, la beso con esas ganas incontrolables de poseerla solamente para mi, la idea de que alguien más la tuviera simplemente me volvía loco. La besé, la besé de la manera más egoísta posible, porque la quería por y para mí, mirándome a mí, respirando solo por mí, quería que ella estuviera igual de loca por mí, así como yo lo estoy con ella. Porque lo estaba, ella ya no sostenía mi corazón, ella era mi corazón.

El tacto de mi piel con la suya me quemaba, pero estaba dispuesto a resistir al puto infierno con tal de tocarla, tocar su maldito cuerpo era lo que hacía que ir hasta el infierno valiera la pena.

Cuando mi mano comenzó a descender por su cuerpo me dí cuenta de que había caído de la cuerda, ya había perdido la cordura, ahora estaba completamente loco, loco por ella.

Sus besos, sus mejillas rojas, y sus gemidos llenos de vergüenza eran los que habían hecho que cayera de la cuerda, para así acabar con la poca cordura que me quedaba. Ver como bajo mi tacto se retorcía era jodidamente magnífico y placentero.

Mi mano no fue más allá, simplemente mis dedos eran los que rozaban su pierna con delicadeza. Aquél simple tacto la tenía derretida debajo de mí, desde su perspectiva yo tenía el poder, podía hacer que se deshaga si quisiera, pero desde la mía, si ella volvía a soltar un suspiro con la imagen que tenía justo en frente ahora si iba a matarme. Y yo estaba dispuesto a morir de ser necesario, porque ver esta imagen era todo lo que quería.

Desde que la vi había soñado con poseerla, incluso antes de que ella me hablara yo ya la había visto, y un día juré que la tendría así, pero nunca me imaginé que el vulnerable de la situación iba a ser yo.

Verla con los labios entreabiertos, los ojos cerrados y las mejillas sonrojadas, su cuerpo pidiendo a gritos que la toque me estaba matando, estaba loco, tenía ganas de arrancarle la ropa que estorbaba en el momento y verla derretirse entre mis brazos. Pero me levanté de golpe y me senté en el sofá, su cara de confusión me hacen replantearme la decisión y vuelvo hasta ella para besarla, el deseo era incontrolable cuando su mirada de inocencia absoluta se posaba en mí, pero mi lado racional me decía que no era lo correcto, así que me alejé nuevamente y suspiré.

—¿Qué pasa? —preguntó jadeando, aquella imagen me estaba destrozando, ¿en qué demonios estaba pensando?

—Vamonos de viaje, huyamos de aquí —mi corazón habló y su sorpresa era evidente.

—¿A dónde?

—A una cabaña a las orillas de la playa, en dónde seamos solo tú y yo, solo los dos, no lo pienses tanto, solo dí que si.

—Bien —su respuesta inmediata me toma por sorpresa, no reacciono hasta que deja un beso en mis labios y se dirige a la habitación. A diferencia de mi, ella estaba tranquila con la anterior situación, caminó lentamente a la habitación y cerró la puerta, ¿ella no había sentido todo lo que sentí con tan solo verla jadeando?, maldita sea, definitivamente estaba loco.

Una Ilusión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora