Starbucks

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Louis, un aficionado de pinturas hermosas, no conoce de nombres ni estilos, solo de la pasión que siente en el corazón. Harry, un artista que a veces cree que tiene una doble vida, conoce a un chico que lo deja idiota, porque siente cada vez que lo vé que apenas la Luna es el límite.

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ACLARACIONES: modismos argentinos, OS largo y con algunas fotos de chats en el medio.

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[L.S]

Louis entró prácticamente corriendo a su cafetería favorita, el Starbucks que estaba en la esquina de su trabajo, pero sonrió cordial y dejó que una mujer con canas y un adorable andador se le adelante, incluso si eso significaba llegar un poco tarde a fichar su entrada a la oficina. Se sintió recompensado, incluso, porque recibió una sonrisa cálida de agradecimiento y murmullos halagadores, algo parecido a "voy a contarle a mi nieta que un hombre apuesto me cuidó hoy en el café".

Infló el pecho de orgullo, tratando de ocultar su sonrisa al mirar con interés a las baldosas algo sucias.

Trató de no irritarse en la espera, y se obligó a no mirar el reloj. Podía culpar a la fila larga, a la caja vacía, al chico de rulos nuevo que parecía tener problemas con los botones, o también podía admitir que había salido tarde, y que llegar fuera de horario a su trabajo era culpa suya. No había nada que hacer ya, de todas formas, porque ni loco iba a enfrentar un día entero de oficina sin cafeína, ¡a fines de octubre! Absolutamente no.

Respiró hondo, y volvió a acomodarse los auriculares.

Se sentía tranquilo, sin embargo, parado en su lugar, con el traje algo desacomodado y el pesado morral en su hombro. Era una suerte para él que los zapatos no le dolieran, que el aire del lugar estuviese a buena temperatura y que en sus auriculares sonaran sus canciones favoritas, eran detalles chiquitos que hacían de la espera más amena. Su psicóloga lo estaba animando a concentrarse en esos detalles que hacían del vivir más fácil, para dejar de envenenarse él mismo constantemente. Y aunque era difícil dejar atrás una vida de pensamientos negativos que nublaban sus ojos, estaba intentando.

-¡Adelante, por favor!- Louis se apuró a moverse cuando escuchó el llamado, volviendo a dejar los auriculares en su cuello. Caminó hasta la caja del chico nuevo, que parecía concentrado y agobiado en su registradora.- Buenos días, bienvenido a Starbucks, ¿en qué...- El chico alzó la cabeza, y le regaló la sonrisa más preciosa que alguna vez vio, tanto que Louis encogió los dedos de los pies en la privacidad de sus zapatos, súbitamente emocionado. Aunque, a su parecer, "encadilado" era una palabra más justa.- ...te puedo ayudar hoy?

-Hola.- Contestó simple, dándole una sonrisa grande también. Pero se puso nervioso por esos ojos verdes y curiosos que lo miraron por todos lados con disimulo, así que buscó la lista de precios que conocía de memoria.- Te pido un café helado, por favor, el tamaño más grande que tengas.

Larry Stylinson - One Shoots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora