03

15.5K 1.4K 1.5K
                                    

Gi-Hun se encontraba encima suyo, besando ansiosamente cada rincón de sus labios. Tomó con fuerza sus caderas, intentando no crear tanta fricción para no soltar algún placentero sonido que los delatara y despertara a los demás jugadores.

Odiaba no estar a solas, porque si por él fuera, ya habría tomado a Gi-Hun ahí mismo y en ese preciso momento.

Devolvió el beso con desesperación, sintiendo las piernas del azabache temblar. Con un ágil movimiento lo dio vuelta, acostándolo sobre su cama y quedando encima suyo para verlo con la poca iluminación que había en la habitación.

Corrió lentamente la camiseta de Gi-Hun, dejando a la vista su desnudo hombro. Sonrió extasiado y, mordiendo levemente su labio inferior, se acercó a aquella zona para morder y besar a su gusto la bella piel del azabache, creando un perfecto camino de besos y chupones hasta el cuello tan exquisito que poseía.

Sus manos caían perfectamente en el.

─Me tentaste a propósito ─murmuró con voz ronca.

Gi-Hun ahogó un gemido en cuanto sintió una de sus manos posarse sobre su entrepierna.

─Quieres esto, se nota ─gruñó─, pero para obtenerlo tendrás que admitir que me perteneces. Sin peros, sin ruidos. Voy a follarte como nunca nadie lo hizo ni lo hará.

Gi-Hun cerró los ojos, excitado por sus toques y sus palabras. E In-Ho, por su parte, sonrió complacido de tener por fin a su merced al hombre con el que se había obsesionado hace tres años atrás.

─Young-Il ─escuchó a lo lejos, pero no le importó, porque ahora tenía en frente algo más interesante que cualquier otra cosa─. Young-Il ─repitieron.

Frunció ligeramente el ceño y mordió más fuerte el cuello de Gi-Hun, deseando dejar una marca.

Su marca.

─Young-Il ─otra vez.

Cerró los ojos y se dejó llevar por las caricias atrevidas de Gi-Hun que parecían querer calmarlo y llamar su atención.

Y vaya que funcionaba.

─¡Young-Il!

Abrió los ojos de golpe, sintiendo la fuerte luz golpear su rostro y una inofensiva y preocupada mirada observarlo inquieto.

Parpadeó un momento y se incorporó en la cama con la respiración levemente agitada.

«¿Qué?»

Había sido un sueño.

Un delicioso sueño.

─¿Estás bien?

La melodiosa voz de Gi-Hun lo hizo levantar la cabeza, observando sus ya conocidas facciones y esos bonitos ojos que le gustaría corromper.

Sonrió, tratando de mantener la compostura, y rápidamente se puso de pie al notar que era el único que aún seguía acostado.

─Sí, disculpa, creo que estaba muy cansado ─mintió, gesticulando una pequeña mueca─. El juego de ayer me dejó exhausto y con la mente en otro lugar.

Y vaya lugar.

Gi-Hun asintió comprensivo.

─Lo entiendo, yo tampoco estoy muy bien con lo de ayer ─dijo, y posó una de sus manos sobre el hombro de In-Ho─. Por eso tenemos que luchar por cada víctima y no dejarnos manipular por los que organizan los juegos, porque nosotros somos diferentes a esos miserables, Young-Il.

In-Ho miró la mano de Gi-Hun en su hombro, y poco a poco fue ascendiendo hasta su hombro, su cuello y su fascinante rostro; llegando a aquel que tantas vio reír, asustarse, gritar de rabia y llorar. Ya no podía negar la verdad, porque le encantaba, y es que no quería ocultar la obsesión que tenía con ese hombre que moría por enfrentarlo.

Traición | In-HunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora