Cazador.

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—¿Qué haces aquí?— preguntó con rabia mientras apretaba los dientes, el pelinegro se enderezó en su lugar— ¿Por qué viniste aquí? ¡Tu no tienes porque estar aquí!— exclamó mientras se levantaba para después girarse a ver al contrario con rabia.

Spreen no pudo evitar contener el aliento al ver el rostro humano de Juan, hacía tanto que había dejado esa identidad atrás que volver a verla le resultó abrumador, sus ojos cafés lo miraban con intensidad y el ligero rojo en ellos delataban el llanto que había estado emitiendo hasta hace un momento. La molestia en su rostro era clara y la ira que transmitía era tal que el pelinegro se sorprendió al poder olfatearla, sentía una incomodidad en su nariz, era picante y desagradable, tuvo que cubrirla mientras retrocedía unos pasos, pasos que Juan aprovechó para adelantarse.

—¡¿Para qué viniste aquí?!— gritó, Spreen se obligó a sacudir la cabeza para volver en sí.

—Vine... vine a buscarte.

—¡Yo no te pedí que vinieras por mí!— siguió diciendo mientras continuaba avanzando— ¡No quería que vinieras por mi!— dijo para después darle un empujón, el contrario no se atrevió a detenerlo— ¡Todo esto, toda esta mierda es por tu culpa, tú tendrías que haber estado aquí, yo confié en ti!— dio un último grito para después mirarlo con más lágrimas en los ojos y respirando por la boca debido a su agobio.

Ver la mirada de pena en los ojos de Spreen no hizo más que enloquecerlo de rabia.

—¡NO ME MIRES ASÍ!— exigió para después agitar su mano contra el rostro del híbrido en un intento de utilizar sus garras, el pelinegro recibió el rasguño y simplemente cerró los ojos en el momento que su rostro se movió. Después de todo, las uñas humanas de Juan no harían más que dejarle una marca temporal.

El humano lo miró con el ceño fruncido para después rodear al contrario y comenzar a caminar fuera de la cueva a paso veloz, al momento de detectar su intento de huida Spreen comenzó a perseguirlo.

—Juan, espera, ¡Juan!— exclamó, pero el humano no se volteó a verlo hasta que estuvo fuera de la cueva.

—Desapareciste un puto año, nos abandonaste a nuestra suerte con esa bola de pendejos a quienes no les importábamos, ¡¿y pretendías que te reciba con un puto abrazo?!— se giró para verlo con indignación mientras se secaba las lágrimas del rostro.

—Yo... yo sé que-

— ¡Tú tenías que estar aquí!

—Si, ya sé— asintió bajando la mirada.

—¡Tú prometiste estar aquí para cuidar de mi, para cuidar de las nutrias!— siguió gritando mientras lo señalaba— ¡Y en cambio te fuiste, te fuiste y nos abandonaste como un cobarde!

—¡YA SÉ QUE TENDRÍA QUE HABER ESTADO ACÁ!— él también gritó, algo ansioso por las acusaciones del humano, pues a pesar de saber que eran verdad, eso no quería decir que dolieran menos— Juan yo... yo sé que me merezco todas las puteadas que me quieras decir, pero te juro que mi intención nunca fue lastimarte, ¡yo te quería cuidar!

—¡¿Cómo chingados ibas a cuidarme pendejo?!— volvió a liberar lágrimas mientras se acercaba— ¡Me abandonaste, me abandonaste aquí sabiendo que los tryhards jamás se preocuparon por nosotros, me abandonaste sabiendo que ellos se irían detrás de ti!

—¡TE ABANDONÉ PARA QUE PUDIERAS DESARROLLAR TU INSTINTO!— exclamó tomando al humano de los hombros para detenerlo— Yo... yo pensé, pensé que era una forma de ayudarte, de que pudieras defenderte por si me pasaba algo.

La mueca de llanto de Juan se ablandó y negó con la cabeza, confundido al escuchar lo que decía el híbrido.

—¿De qué hablas?

Instinto Animal [Dedsafío 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora