𝐘𝐨𝐮 𝐀𝐫𝐞 𝐌𝐢𝐧𝐞. | 𝐒𝐪𝐮𝐢𝐝 𝐆𝐚𝐦𝐞. | 𝐈𝐧 𝐇𝐨 - 𝐆𝐢 𝐇𝐮𝐧.

I

¿Como es que había comenzado todo eso? En ocasiones no lograba recordarlo, había sido tan fugaz así como su primer encuentro con él.

¿Como fue que le conoció? Ah, si, fue en aquel momento . . . Mientras él vagaba por las calles de Seúl, consumido por la culpa y la desesperación. A pesar de haber arriesgado su vida en esos malditos juegos no había podido salvar a su esposa, no había podido donarle aquel órgano que necesitaba para sobrevivir. Se sentía un completo inútil, el sentimiento era tan grande que muchas veces pensó en acabar con su vida después de todo, ¿de que servía una fortuna si había perdido a su Omega destinada?

Estaba perdido en sus pensamientos cuando lo escucho, una risa que resonó en el silencio de aquellas calles y por un motivo que aún desconoce volteo buscando al dueño de aquel sonido. Fue entonces cuando lo vio, un Omega que aunque no parecía destacar entre la multitud, tenía algo que lo atrapaba, algo que lo hacía no querer apartar la mirada ni un segundo. Aunque así como llegó el sentimiento de intriga y curiosidad este mismo se marchó, puesto que junto a este un hombre más alto que aquel joven se encontraba a su lado con una mano en su cintura, abrazando el cuerpo del mismo cariñosamente.

Un suspiro término escapando de su persona mientras se daba la vuelta, después de todo debido al aroma podía darse cuenta de que eran destinados y que ya habían creado el vínculo. Negó con la cabeza mientras caminaba mirando al suelo, después de todo fue un encuentro ocasional y él estaba de luto por su pareja fallecida. Sin embargo algo cambio en él, ese pequeño momento le dio aquel ánimo de seguir en aquel asqueroso mundo, después de todo aún existía gente como él que podía reír sin preocupación alguna.

Dio un último vistazo de reojo hacia la pareja, antes de caminar más lejos sacando su celular para hacer una simple llamada la cual se contesto de inmediato.

— Aceptó el trabajo.

Jamás imagino que volvería a “encontrarse” nuevamente con él de esa manera, cuando volvió a saber de aquel Omega que sin saberlo había servido como motivación para que no acabase con su vida pudo darse cuenta de que aquel brillo tan característico que este tenía, se había consumido casi por completo. De alguna manera había encontrado sus datos después de bastante tiempo de estarlo investigando, y por lo que sabía aquel alfa con el que le vio ese día se había largado sin dejar rastro. Después de haber pedido diversos préstamos a nombre del Omega y no pagar, escapo sin dejar rastro alguno haciendo que su pareja sufriera las consecuencias de sus acciones.

Los cobradores de deudas lo seguían sin descanso alguno, provocando que en el proceso aquel bello Omega perdiese al hijo que llevaba en su vientre. Aquello fue un gran golpe para él, perdió lo único que consideraba un pequeño rayo de luz en su patética y miserable vida, y es por ello que no le sorprendió enterarse del intento de suicidio de este. No le sorprendió, sin embargo eso no quería decir que no le había dolido que aquel joven que antes reía tan feliz, terminara de esa manera.

Aunque como si el mundo estuviese de su lado, su llamado “mejor amigo” lo encontró justo en el momento en que este había tomado todos esos medicamentos para dormir, así que sin dudarlo le tomó en brazos para llevarlo al hospital. Estaba molesto, si, de que hubiese cargado a su chico de tal manera, pero también estaba agradecido de que le hubiese salvado ya que no sabía que habría hecho él si aquel Omega no viviera. Quién parecía consumido por la desesperación era ese Omega al que se aferraba con desesperación, al que observaba de manera obsesiva y constante.

Las deudas seguían en su lugar, presentes en su vida mientras que los intereses aumentaban con cada minuto que pasaba. A estas se le sumo la factura del Hospital, y es que aunque había sido pagada, ahora debía de pagar cada centavo a su amigo que es quien corrió con los gastos. No pudo enojarse con él cuando se dio cuenta que le salvó, después de todo el mismo habría actuado de esa manera si la situación fuese al revés.

In-Ho quería ir por él, tenerlo en una habitación y cuidar que absolutamente nada más le haga daño, pero sabia que era imposible en esos momentos. En primera por que aquel Omega no le conocía, y en segunda por que aunque odiara admitirlo, su Omega seguía vinculado a ese asqueroso alfa. Solo podría reclamarlo como suyo cuando aquel inútil intento de ser humano muerda a alguien más, o muera.

. . . Si ese alfa moría, su querido Omega quedaría sin pareja destinada, sin vínculo alguno y sin un jodido alfa atado a él. Quizás era hora de que aquel cobarde le fuese útil.

Juraba que quería matar al reclutador cuando miro cuantas bofetadas se atrevió a darle a su chico. Y más aún cuando noto la manera en que este le miraba, sin embargo se obligó a calmarse, después de todo nadie sabía los planes que este tenía en mente cuando casualmente se empezó a investigar a este para los juegos.

Una sonrisa apareció detrás de la máscara que llevaba puesta mientras miraba la pantalla, observando como empezaban a despertar los jugadores uno por uno. Entre ellos, su pequeña obsesión, podía notarse lo confundido que estaba al ver la habitación en la que estaban y la ropa que portaban. ¿Era siquiera legal que pueda ser así de lindo?

Miraba a detalle cada una de las expresiones ajenas, intentando averiguar cómo podría reaccionar este a los juegos que se aproximaban. Dejó de pensarlo mucho cuando finalmente la mirada de él se encontró con quien podía odiar más que a nada en el mundo, aunque todo se vio interrumpido por la entrada de los trabajadores. Respiro profundo con la mirada fija en la pantalla, finalmente lo había atrapado.

“ Bienvenido a nuestro infierno personal, Gi-Hun. ”

Aclaración:

En esta historia se tocarán temas como el abort*, el suicidi* y demás temas sensibles. Si los mismos no son de tu agrado, te invitó a que no leas la historia y evites dejar algún comentario negativo. ♡

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